CUENTA REGRESIVA

CUENTA REGRESIVA

por - Críticas
16 Abr, 2009 10:41 | comentarios

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

LOS NÚMEROS MIENTEN

 

Cuenta regresiva / Knowing, Australia, 2009.

Dirigida por Alex Proyas. Escrita por Ryne Douglas Pearson, Juliet Snowden, Stiles White

° Sin valor

Otro director con cierto talento, Alex Proyas, se entrega a la seducción milenarista hollywoodense en una película cuya única importancia reside en ser síntoma de un sistema de creencias dominante.  

No es tarea de sociólogos indagar sobre el extraño vínculo entre el injerto capilar de Nicolas Cage y los bodrios que interpreta desde su cambio de look. Pero sí compete a la sociología del espectáculo considerar la fascinación estadounidense por imaginar una y otra vez el fin del mundo (léase Estados Unidos) en las películas provenientes de Hollywood. El 11 de septiembre sucedió primero en el cine.

Todo empieza en una escuela en 1959. Una niña gana un concurso escolar: todos los alumnos deben imaginar el mundo en 50 años. Todos hacen sus dibujitos, pero la autora de la propuesta escribe compulsivamente números. En realidad no escribe, se los dictan: Lucinda está canalizando.

La totalidad de la producción infantil queda resguardada en un hoyo hermético en el patio de la escuela. Medio siglo después, los niños de la misma escuela verán cómo imaginaban el mundo sus antepasados, aunque los números de Lucinda, una vez descifrados, revelen que no habrá ni siquiera un año para soñar con el futuro.

El destinatario de los números de Lucinda es otro niño con problemas: su madre ha muerto y su padre, un astrofísico del MIT, está siempre ocupado. Como Lucinda, escucha voces y también ve seres extraños. Son niños con un sexto sentido. Pero John Koestler (Cage) cree en la racionalidad científica. Entre el determinismo y el azar, como explica ante sus alumnos, es decir, entre ver que todo pasa por algo y sostener que todo es fruto de la combinación accidental de elementos químicos y mutaciones biológicas, John elige una versión desencantada del cosmos: nada tiene un porqué. No es la perspectiva de la película. Y John, a medida que descifra los números, descubrirá que hasta el atentado contra las torres gemelas estaba en la carta.

En Ciudad en tinieblas, Alex Proyas estaba interesado en ver las grietas de nuestro orden simbólico: ¿qué vigilan y esconden las creencias que tenemos como ciertas? Era una película de ciencia ficción sobre nuestra especie estudiada por un staff de alienígenas. Pero Cuenta regresiva no es ciencia ficción sino metafísica de ficción, propia de un país supersticioso en el que el creacionismo compite con el darwinismo. Dios no juega a los dados.

Cuenta regresiva colecciona lugares comunes por doquier y toma prestados elementos dramáticos que van desde Encuentros cercanos del tercer tipo a Sexto sentido. Lo mejor del filme pasa por la digitalización de las catástrofes, aunque un plano satelital en varias escalas sobre nuestro mundo es lo más elegante que ofrece Proyas. Hasta que una postal espantosa de un segundo Edén, con Adán y Eva incluidos, constituya la nueva esperanza de nuestra especie.

Copyleft 2009 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La Voz del Interior en el mes de abril de 2009