CÓRDOBA SIN PLANOS

CÓRDOBA SIN PLANOS

por - Varios
17 Oct, 2008 07:15 | comentarios

por Roger Alan Koza

La imprecisión, hija de la generalidad, no ayuda a pensar a fondo. A menudo, generalizar transparenta los prejuicios de quien emite sus juicios, declaraciones que pretenden dilucidar un fenómeno X. ¿Qué puedo decir, entonces, sobre el cine en Córdoba sin pactar con esa operación casi obligada a la divagación pretenciosa?

Mi única experiencia concreta con el cine que se realiza en nuestra provincia ha sido mi participación como jurado en Caravana de cortos (2005) y Cortópolis (2006), proyecto este último que considero el evento más importante, en materia cinematográfica, de la provincia.

Los cortometrajes cordobeses que he visto siempre me han dado la misma sospecha: ¿qué cine verán sus realizadores? ¿Qué entienden por cine? ¿Piensan todavía sobre la dignidad de un plano? Creo que no, aunque hay excepciones.

Un cineasta que no piensa sobre la forma del cine es un sujeto que usa una cámara, concepción pragmática y reduccionista bajo la égida del buen relato. En efecto, hay un imperativo narrativo que domina el imaginario de los realizadores, como si el cine fuera gente que habla y se vincula entre sí en función de sostener una historia. No se trata de desestimar la narración cinematográfica pero sí de problematizar un paradigma hegemónico. Además, quienes eligen contar historias con sus películas deben confrontarse con un escollo: ¿cómo vincular sus historias con la Historia? En otras palabras, muchos cortometrajes que he visto parecen transcurrir en el limbo, en un lugar sin historia, sin política, sin lucha de clases. Y con esto no quiero decir que tienen que hablar de los derechos humanos, la dictadura, o lo que fuera. Digo: nuestros modos de experimentar la intimidad, el cuerpo, las pasiones, el dolor, la solidaridad están atravesados por un sedimento histórico y social. ¿Cómo mostrar esas fuerzas sociales en los gestos, las palabras, los lazos afectivos? Un cineasta no puede desentenderse, a mi juicio, del mundo que lo rodea, y si quiere filmarlo debe sobrepasar el sentido común, el más común de los sentidos y el más peligroso a la hora de pensar y crear.

Finalmente, está el problema de los recursos. No es menor. Sin embargo, un cineasta como Pedro Costa ha hecho la película más importante del siglo XXI, Juventud en marcha, con una cámara que muchos estudiantes pueden llegar a adquirir o alquilar. El tema es que Costa sí piensa los planos, dialoga con la tradición y no se deja tentar por la liviandad de las cámaras de mano que obligan a la movilidad: filma planos fijos, porque así lo requiere su concepción de puesta en escena. Córdoba necesita de planos. Entonces podremos hablar de cine.

Foto: fotograma de El hombre de la cámara.

Este texto fue publicado por la revista Nuestra Música, Córdoba, septiembre 2008.

COPYLEFT 2008 / ROGER ALAN KOZA