CANNES 2009: WIKIPEDIA, PAPÁ Y MAMÁ
Por Roger Alan Koza
Ayer Albert Wiederspiel me decía a propósito de Milk: “Es una película Wikipedia: tan sólo hechos”. Mientras que veía recién uno de los filmes de Una cierta mirada, la rusa Tsar, tuve la sensación que el concepto de Albert tenía un exponente paradigmático.
Tsar está dirigida por Pavel Lungin. En la presentación subió con una niña adorable, que en la película tiene un papel muy secundario: es huérfana, dice ver a la Virgen María y en algún momento será adoptada por Iván, el terrible. En un pasaje ridículo de puro paganismo romano, cinco traidores lucharán con un oso y la niña, impulsivamente, interceptará a la bestia protegida por un ícono ortodoxo. En el escenario se limitó a decir gracias. Desconozco si estaban o no los actores del film, pero es como mínimo demagógico subir a una criatura semejante. Pantomima de inocencia poco inocente.
Todo empieza en 1560. Iván, el zar, es un déspota y un demente. Lógicamente, pretende extender y consolidar su poderío. Pero su delirante espíritu cristiano y su obsesión por legitimar verticalmente su tutela lo lleva a nombrar como reemplazo del metropolitano de turno a un viejo amigo de la infancia, Filippo (Oleg Yankovsky, por lo lejos, lo que permite aguantar el film). La película está divida en capítulos y finaliza con una supuesta reflexión acerca de la soledad del poder. Hasta llegar allí, vemos la ruptura paulatina entre los acólitos del Zar y la vía religiosa encabezada por Filippo. La propuesta es evidente: la (falsa) contraposición entre fe y poder, Filippo e Iván, el bien y el mal. Algo así. Sin duda, toda la iconografía del cristianismo ortodoxo griego embellece la película. Pero esto no es ni Iván, el terrible de Einsestein, pues de rebote la crueldad de Iván es identificable con la Rusia posterior al 17 de octubre, ni con el paganismo y misticismo de Andrei Rublev de Tarkovsky. En efecto, Tsar es una película hablada en ruso, pero su estructura narrativa y la composición de planos responden a un imperativo discreto del cine global histórico: operar un reduccionismo vía la personalización del acontecimiento histórico, sustituir una mentalidad histórica por un psicologismo universal, y disuadir la problematización histórica y sus circuitos con el presente, a través de postular un universalismo retrospectivo. Junto a estas operaciones ideológicas, se trata de inventar un esperanto del plano cinematográfico, es decir, legalizar una concepción mínima de puesta en escena que homologa el cine del mundo en un único cine que suena distinto pero muestra lo mismo. Es que las batallas de Tsar las hemos visto en El señor de los anillos y tantas otras; es que la representación de la maldad y la crueldad remiten a tantas películas del montón que ni vale enunciar su molde predilecto. Y como propuesta teológica, es mera fe de pacotilla, y sus milagros pases mágicos inanimados. Es cierto: Filippo predijo su muerte. Quizás hasta curó la ceguera de un monje. Pero nada es comparable a la campana de Andrei Rublev, una película sobre la fe que puede hasta conmover a ateos. El cristianismo es una fuerza innegable de la historia del cine. El problema es que para filmarlo hay que desbaratar el acoso del kitsch, esa sombra connatural a la evangelización a toda costa.
No he visto El placer de que te roben, sin duda un buen título, aunque imposible de subscribir si uno ha experimentado que le roben. Go get some Rosemary es la última película de Joshua y Ben Safdie. Estuvieron en Cannes el año pasado y regresan a la Quincena de los realizadores con esta película. ¿Qué decir? Esta meditación intuitiva sobre el debilitamiento de la función paterna en una generación específica y una sociedad identificable, puede remitir un poco al cine de John Cassavetes y Lodge Kerrigan. Hay una búsqueda ostensible por capturar la fluidez cotidiana y el carácter no narrativo de los eventos diarios. Aquí, un padre divorciado intenta cuidar a sus dos hijos pequeños y mantener su trabajo como proyectorista en un cine que exhiben clásicos. La película está construida por situaciones: un viaje, una discusión con el rector de la escuela, una noche en una cárcel, una mudanza, una visita al museo de Historia Natural de Nueva York, etc. Hay un momento límite que involucra a los niños, y los Safdie consiguen evitar tanto el golpe bajo como la tragedia orientada a maximizar un diagnóstico. Es una resolución difícil, y de un suspenso sostenido por el que la manipulación funciona, eventualmente, como prueba moral para el espectador. Ésa es la virtud del film: no juzgar al personaje jamás (sin tampoco justificarlo) y al mismo tiempo enfrentar a ése sujeto que bien representa a una generación de padres que no llegan a ser jamás del todo adultos con la propio juicio de quien mira. Por momentos, los Safdie mueven la cámara al compás del Parkinson; si ello implica denotar el desorden perceptivo del personaje habrá que contarlo como un logro. Es una película muy triste.
Mother es el primer traspié en la carrera de Bong Joon-ho. El director de The Host no consigue, en esta ocasión, dislocar un género para utilizar sus categorías en función de ciertos tópicos que se repiten en su obra. Aquí repite el esquema de su mejor película: Memorias de un asesinato. Un crimen, un presunto sospechoso y una sociedad que reacciona ante el evento. Pero si en aquella película Bong podía hacer una crítica oblicua al microfascismo propio de un régimen político, aquí el contexto político está licuado. El talento para combinar humor y desesperación casi sin una transición lógica permanece presente. En ese sentido, el plano inicial es genial: la madre en cuestión está caminando apaciblemente en una zona rural. Se escucha el viento y ella parece pensativa. De pronto, larga una suerte de bolero cool y la madre empieza a bailar (ése mismo plano tendrá otro sentido cuando la película esté por concluir). Lo inesperado es una marca registrada en la estructura narrativa de Bong. Un accidente no tiene aviso. Finalmente, habrá una defensa discreta sobre la inocencia de los más débiles. No es convincente, porque la película no lo es.
FOTOS: 1) Un negocio en Cannes; 2) Tsar; 3) Mother
Copyleft 2009 / Roger Alan Koza
Hola Roger. Conocí tu blog poco después de asistir a Guadalajara, gracias a la recomendación de un amigo, Maximiliano Cruz. Harto de leer en estos días sobre Campion, Ang Lee y Amenábar, finalmente puedo encontrar algo de información valiosa sobre Cannes. Tenía esperanzas sobre Mother y A prophete. Lástima. De cualquier modo, las esperaremos, al igual que la nueva de Pedro Costa.
Saludos desde México.
Corrijo, Un prophete.
Fernando: gracias por escribirme. Tardo en subir los comments porque mis tiempos aquí son fatales. Bong ya está en proceso de hacer otra película. Se rehabilitará. Un abrazo, y otro para M. Cruz. RK
Muy buena cobertura en general. Pero este post es de lo mejor.