FICIC 2022 (02): 7 PELÍCULAS EN DIÁLOGO

FICIC 2022 (02): 7 PELÍCULAS EN DIÁLOGO

por - Festivales
03 May, 2022 01:03 | Sin comentarios
Sobre las 7 películas de competencia de la nueva edición del FICIC.

Estrella roja, Sofia Bodernave, Argentina, 2021.

No todos los días se consigue hacer una película en la que la especulación filosófica y cosmológica, la reconstrucción crítica y lúdica de la historia del siglo XX, la Revolución Rusa y el amor por la literatura se articulen en un relato familiar que culmina en San Petersburgo el día en que se cumplen 100 años de la toma del Palacio de Invierno. A la protagonista, llamada Anastasia, se la ve una sola vez y se la escucha a menudo; es la anfitriona a un viaje en el tiempo y en el espacio, porque después de una magnífica introducción en la que se cita al primer materialista Demócrito en sintonía con un hermoso espacio abierto donde no hay ningún trazo del mundo humano, el escenario central será la ciudad en la que las mujeres trabajadoras impulsaron una conquista del poder, como lo recuerda Katya en el inicio, palabras matizadas más tarde por otros testimonios. La inteligencia de Bordenave para sorprender con giros sorpresivos en el relato es consustancial al laborioso y riguroso modo de encuadrar, dignificando estéticamente en varias secuencias el plano general y la panorámica. 

District Terminal, Bardia Yadegari y Ehsan Mirhosseini, Irán, 2021.

District Terminal se aboca a contar la cotidianidad de la vida del poeta valiéndose de ciertas repeticiones: escribir, lidiar con los fantasmas edípicos (madre y padre), comprar cigarrillos, correr, asistir a un grupo de ayuda al adicto, pensar estrategias para eludir la censura y celebrar cada vez que se puede la amistad. Un sentimiento ubicuo de vigilancia imaginaria define la percepción del protagonista. A esa sospecha se suma un motivo visual esporádico: hombres y mujeres con máscaras de oxígeno van de un lado al otro en un paisaje que tiene la estética de un mundo destruido. ¿Es un sueño? ¿Una premonición? Esos dos universos paralelos aludidos tienden a fagocitarse en el devenir del relato. Si se trataba de un juego especulativo de la imaginación literaria de uno de los personajes, tarde o temprano se parecerá bastante a la vida diaria de los personajes. El film de Yadegari y Mirhosseini no es otra cosa que la exteriorización de un malestar que anida en el psiquismo iraní y que no se puede traducir en una demanda política en la esfera pública.

Danubio, Agustina Pérez Rial, Argentina, 2021.

A pocos minutos del final, el locutor del noticiero concluye que en la décima edición del Festival de Mar del Plata las estrellas de cine del mundo “trajeron la realidad de una ficción”. La afirmación es misteriosa, pero es una clave involuntaria para acercarse a Danubio, película que reconstruye a través de materiales de archivo diversos, fotografías, documentos secretos, en contrapunto con la voz de un imaginario personaje femenino llegado de Europa del Este y asociado a la cultura del comunismo, los últimos años de Perón, la fundación del festival de cine mencionado y el espionaje ideológico ejercido por el gobierno provincial en 1968 con motivo de la visita de una delegación procedente de más allá de la Cortina de Hierro. La intersección entre ficción y no ficción no se resuelve acá en una estética de lo híbrido, sino en la resignificación de los materiales nacidos de lo real, que por un relato ficticio restituyen aún más la tímida verdad de las imágenes.

Una película sobre parejas, Oriol Estada y Natalia Cabral, República Dominicana-España, 2021.

Después del malogrado estreno nacional de El sitio de los sitios, los directores, delante y atrás de cámara, no saben aún qué quieren filmar y si vale la pena el esfuerzo, pero la llegada de un inversor inesperado reconduce el deseo de los cineastas y se ponen en marcha para filmar como sea. Lo que parece un simple argumento es en verdad un complejo sistema de representación en el que la autoficción resulta más un recurso metodológico para ironizar sobre la posición del cineasta latinoamericano en el circuito internacional y la demanda circunspecta de un estilo “universal”, del que nace lentamente la película sugerida en el título, no exenta de gestos modernistas que mantienen lúdicamente en duda la pureza de la representación.

No hay regreso a casa, Yaela Gottlieb, Perú-Argentina, 2021.

La Historia tiene siempre una incidencia decisiva en la vida de cualquier persona. Robert Gottlieb es hijo del siglo XX: su madre sobrevivió a Auschwitz, volvió a su pueblo natal en Rumania y emigró unos años más tarde a Israel para dejar de padecer el antisemitismo rumano. Robert combatió entonces en la Guerra de los Seis Días, devino en sionista confeso y hasta pudo haber sido un espía. Estos son los antecedentes del padre de la directora, quien recaló más tarde en Perú, país en el que nació Yaela, quien hace tiempo vive en Argentina, pero quiere emigrar a Europa. La interacción con el padre, fascinante e incómoda, y también amorosa, articula este ensayo personal sobre la identidad sin pertenencia o signada por el desplazamiento constante, asediada por las contradicciones ideológicas que tiñen el vínculo filial y reflejan un siglo violento como el precedente.

Blutsauger, Julian Radlmaier, Alemania, 2021.

Después de una breve sesión de lectura del capítulo 8 de El capital, donde se equipara al capitalista con un vampiro y la fuerza de trabajo con la sangre que la patronal bebe de sus obreros, Radlmaier comienza su comedia marxista de vampiros situando el relato en agosto de 1928, en el momento en que un presunto barón ruso llega de visita a la mansión de una mujer de la aristocracia báltica. El barón es en verdad un obrero que por azar terminó haciendo de Trotsky en Octubre, interpretación que contó con la desaprobación de Stalin (quien permitió que se lo viese solamente en dos planos y de espaldas en el corte final). Con estos materiales iniciales Radlmaier introduce un potencial romance, una historia de vampiros, un rodaje de un film de vampiros en el interior del relato, líneas narrativas suficientes para explorar lúdicamente la actualidad de la tradición marxista sin prescindir de ciertas predilecciones formales que caracterizan las películas del joven cineasta alemán.

Una escuela de Cerro HuesoBetania Cappato, Argentina, 2021.

Se sabe algo sobre cómo filmar el amor, la locura, la amistad, la tristeza. Pero ¿cómo filmar una experiencia inconmensurable como la del autismo? La respuesta es este pequeño milagro sin estridencias en el que una niña, tras ser rechazada por diecisiete escuelas, es admitida en un establecimiento educativo situado en Cerro Hueso, provincia de Santa Fe. Los padres acompañan, los niños también, como las maestras. Una lectura piadosa del concepto darwiniano por antonomasia –la adaptación– es secretamente el fenómeno develado en imágenes y sonidos; lo que sucede con los chicos y la nueva compañera es un retrato amoroso de lo que significa adaptación, parecido a lo que vive el padre cuando propone a sus nuevos vecinos una huerta cooperativa. Y también lo es, indirecta y poéticamente, la fugaz secuencia onírica que contiene toda la hermosura de la película. 

Roger Koza / Copyleft 2022