UN VERANO DE AMOR / THE EXPLODING GIRL

UN VERANO DE AMOR / THE EXPLODING GIRL

por - Críticas
24 Abr, 2011 04:41 | comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

IVY EN LAS CIUDADES


Un amor de verano / (The Exploding Girl, EE.UU., 2009

Escrita y dirigida por Bradley Rust Gray

** Válida de ver

Película menor y modesta, aunque no deja de deslumbrar algunas secuencias ocultamente magistrales, siendo su protagonista una revelación  auténticamente cinematográfica. 

Si las películas pudieran ser medidas con un cardiograma, la mayoría, de acuerdo con un modelo narrativo canónico, mostraría picos y subidas abruptas. El drama y la comicidad deben alterar el flujo dramático de un filme. Sorprender, estimular, provocar al espectador, ésa es la regla. Si Un amor de verano pasara por esta prueba hipotética, un médico (y un espectador desprevenido) podría asumir que el filme está muerto. En efecto, la “línea cardíaca”, a lo largo de sus 79 minutos, no mostraría variaciones. ¿Es que no pasa nada?

Lo cierto es que Un amor de verano –cuyo eje narrativo está circunscripto a las vacaciones de verano de una joven llamada Ivy (un trabajo excepcional de Zoe Kazan, la nieta del controverisal y genial Elias Kazan), que es epiléptica, hija de madre soltera y vive una crisis inesperada con su novio, a quien nunca veremos pero sí escucharemos por teléfono varias veces– no adopta jamás un tono dramático. No hay catarsis, ni exabruptos, ni escenas de llanto, ni de sexo. Cuando Ivy sufra un ataque de epilepsia, el registro será lejano. Cuando ella compruebe qué poco le importa a su novio se limitará a decir: “¿Por qué?”. Y si bien puede ser que su reencuentro con Al, su gran amigo de la adolescencia, insinúe una posible historia de amor (de allí el título en castellano), la seducción y el erotismo brillan por su ausencia. El título original, The Exploding Girl (“La chica explosiva”), es casi una ironía.

¿Un drama adolescente minimalista? No, pues la cotidianidad filmada como una experiencia sensible no implica reducir el relato y el registro a un grado cero de expresión, incluso si la economía verbal del filme es ostensible. Sucede que la aproximación de Bradley Rust Gray (como pasa también con In Between Days y Los senderos de la vida, de So Yong Kim, su mujer, filmes producidos por Gray) se sostiene en un trabajo de observación sobre los gestos y la interacción entre los personajes y de éstos con el medio en el que viven. En efecto, el rostro de Zoe Kazan es el texto de la película. La soledad, la generosidad, el desencanto, el reparo se descubren en su mirada. Los planos medios elegidos por Gray permiten mirar su mirada. Del mismo modo, la ciudad de Nueva York es una presencia visual y sonora, un personaje físico difuso que acompaña a Ivy y Al. La ciudad, en algún sentido, habla y actúa.

La audiencia y algunos críticos pueden creer, como los hipotéticos cardiólogos, que Un amor de verano es una película lánguida, casi muerta y necesitada de un golpe urgente de reanimación. Sin embargo, se trata de un filme noble y sano cuyo corazón palpita al ritmo de la vida, lejos tanto de la pirotecnia emocional de Hollywood como del cinismo cool característico del cine indie estadounidense. El plano final sobre dos manos así lo testifica.

Esta crítica fue publicada en otra versión por La voz del interior en el mes de abril 2011.

Roger Alan Koza / Copyleft 2011