NI HACIA ATRÁS, NI HACIA ADELANTE, SINO HACIA TODOS LADOS E INCLUSO HACIA ARRIBA

NI HACIA ATRÁS, NI HACIA ADELANTE, SINO HACIA TODOS LADOS E INCLUSO HACIA ARRIBA

por - Ensayos
19 Ago, 2020 05:36 | comentarios
Una breve respuesta al texto Generaciones de Mariano Llinás.

Estimado Mariano:

Me nombra en un texto (ver aquí) que publicó apenas unas horas atrás, nuestro amigo en común Nicolás Prividera ya le contestó y usted a él, y así sucesivamente. Iba a responder, pero no quise integrarme en ese espacio de discusión, que respeto, pero que a mí me condena al marasmo. Prefiero dejar aquí unas palabras que no serán otra cosa que una aclaración y una exposición metodológica de mi parte. 

En primer lugar, permítame esclarecer mi afirmación (leer aquí), quizás algo enfática, la cual despertó en usted desconfianza y quizás una amable irritación. Al decir yo que el cine argentino independiente de ficción de las últimas dos décadas, a diferencia del brasileño, le da la espalda a la realidad más acuciante, no desarrollo al mencionarlo una acusación. Es, sí, una observación, y como tal basta repasar la numerosa cantidad de películas que se han filmado en estos años. Eso no exime de reconocer que hay excepciones, y ni siquiera son pocos los títulos que ahí podemos recoger.

Sin ir más lejos, entre las filas de El Pampero, mal que les pese a nuestro amigo y a otros críticos, tanto reaccionarios como progresistas, el cine de Alejo Moguillansky ha evolucionado hacia una forma de comicidad porosa a la materia espesa del malestar social y asimismo de la amalgama entre este y la política. Alguna vez escribí un breve texto al paso sobre La vendedora de fósforos mencionando cómo ese film decía algo sobre la cultura porteña y la enigmática ciudad macrista que lo ha vindicado por más de una década. Las reacciones no se hicieron esperar. Ese film molestó, no tengo duda alguna.

En segundo lugar, y aquí sí me desvío un poco de la posición necesaria de Prividera: yo no concluyo que todo aquello que le da las espaldas a la realidad a secas, es decir, a la injusticia microscópica, a los miserables que la perpetúan mientras refuerzan el sistema que asimila todo a un orden del mundo que pretende ser un destino evolutivo, es un cine que debe cuestionarse en sí mismo y, en ciertas ocasiones, tal vez, despreciarse. La urgencia que siente Prividera no me es ajena, porque yo no les doy la espalda al obrero al que maltratan y al hombre que arrastra su colchón en las esquinas para dormir una vez más en la intemperie. No me es indiferente, me es inaceptable, y no puedo prescindir de razonar acerca de esa ubicua evidencia minúscula respecto al obsceno viaje del ingeniero a la Costa Azul y la no menos obscena complicidad de sus votantes, que ni siquiera fingen incomodidad. 

Déjemelo decirlo así: sospecho que el cine, y en cierto sentido la ficción más que el documental, puede trabajar lúdicamente sobre los secretos y adheridos condicionamientos reflejos del pensamiento, eso que todos dicen tener y no tener: la ideología. Cuando digo esto me gustaría que tuviéramos entre nosotros a un Pasolini, un Fassbinder, un Kluge, un Carpenter. De la marcha del pasado lunes 17 de agosto, con muy poco se podía obtener un They Live 2!

Por último, y quizás sea lo más decisivo que tengo para decirle: pienso que los cineastas pueden hacer las películas que se les dé la gana, como dice uno de los más grandes de la región, Ignacio Agüero. Pero déjeme agregar esto: en mi método de trabajo no voy hacia una película imponiéndole mis categorías de análisis, sí trabajo con estas y me dispongo siempre a que el film las estropee o al menos las arrincone hacia la duda. Antes de analizar un film, o al hacerlo, yo no dejo de analizarme como crítico, pues considero que, si no reviso y cuestiono mis propias convicciones y certezas, mi trabajo se resiente. Mi placer mayor reside en aprender; mirar lo que no veo, escuchar lo que no oigo, concebir lo que no pienso, y devolver en el texto ese proceso de intercambio que hice con la película. Tener la razón no es de mi incumbencia, sí emplear la razón para intentar dar con algo que no sea el resultado de mis caprichos; es que yo no desestimo la verdad y su búsqueda, y en esto soy moderadamente baziniano, y lejos estoy de postular un subjetivismo desligado de la resistencia de lo real. En nuestra crítica abunda un subjetivismo que empieza y culmina con la legitimación perpetua del propio gusto. Al decir esto no digo que no debiera ser así; es otra observación, y también mi corrimiento expreso de ese paradigma.

Pero esto no es todo. Pienso que el cine puede ser de muchas maneras: el suyo, por ejemplo, el cine que yo denomino de la evasión, me parece tan legítimo como la ciencia ficción aplicada a la enunciación de lo perverso y la comedia romántica como indagación de los movimientos insospechados del deseo. A mi juicio existen películas que estimulan la imaginación del yo y el placer de la aventura, otras que operan como un alivio tenue frente a la marcha del tiempo, otras que señalan lo inaceptable y asimismo recobran el sentido de decencia, y las hay también aquellas que convocan a la revuelta. Todas me parecen necesarias. No quisiera jamás prescindir de Sol en un patio vacíoMauro, La florAlanis, Cuerpo de letra, Medium, Lluvia de jaulas, Zama, Adiós a la memoriaLas ranas. Pienso las películas como destornilladores, peines, palas, cuchillos, katanas y tableros de ajedrez, objetos con alma con los que se pueden hacer cosas con uno mismo y con el mundo.

Dicho de otro modo: pienso que el cine es una prodigiosa invención para llevar a cabo distintas tareas. En ese sentido, se puede mirar atrás, adelante, a los costados, hacia abajo y hacia arriba. El tema será siempre el mismo: ¿qué filmar y cómo hacerlo? El problema de Buenos Aires viceversa estaba en el cómo, a diferencia de la notable El amor es una mujer gorda, donde las decisiones formales eran precisas y contundentes. Y dicho esto: usted no ha hecho aún una película sobre Buenos Aires. El plano de la calle de San Telmo mientras llueve copiosamente en Lejano interior permite entrever algo e ilusionarse. Más todavía, cuando un poco antes usted enuncia y anuncia, sublimación mediante, y desplazando todo hacia los objetos de su casa, a un ejército de rebeldes dispuestos a la insurrección.

PS: Si se comunica con su hermana Verónica, exprésele mi admiración: las breves entregas humorísticas sobre nuestro presente no admiten duda: es una persona valiente e inteligente. Como verá, no dar la espalda a la realidad no es incompatible con la estética. 

Roger Koza / Copyleft 2020