LOS OLVIDADOS: WILLIAM DIETERLE

LOS OLVIDADOS: WILLIAM DIETERLE

por - Columnas
14 Dic, 2020 11:51 | Sin comentarios
Dave Kehr sentenció que William Dieterle era un maestro desprovisto de reconocimiento, una caracterización en consonancia con el sentido de esta columna: volver sobre la historia del cine y escoger directores que han sido olvidados para conjurar tal injusticia. Es el turno de Dieterle.

El ciclo de  casi cuatro décadas de carrera cinematográfica de William Dieterle (Alemania-Hollywood-Alemania) de algún modo acompaña la evolución del cine. 

Nacido en Ludwigshafen en 1893, hijo de un oculista y el menor de nueve hermanos, desde muy joven. Ante la difícil situación económica familiar debió realizar diferentes trabajos pero pronto se despertó en él la vocación de actor, por lo que entró a trabajar con diversos grupos teatrales hasta que en 1918 logra ponerse en contacto con Max Reinhardt, figura consular del teatro expresionista alemán, con quien trabajará en numerosas obras y también en gran cantidad de películas en las que impuso su notable presencia física (medía casi dos metros). 

Su debut como director se produjo en 1923 en un film que también significó el primer papel de Marlene Dietrich y en 1927 fundó una productora con su esposa y de ese período hay al menos un film destacado, Sex in Chains (1928). En 1930 emigró a Hollywood donde trabajó con la Warner hasta 1939, año en que pasó a la RKO. 

Si el período Warner lo había mostrado como un eficiente técnico, capaz de realizar títulos atractivos para los estudios, como sus biopics de Luis Pasteur, Emile Zola y Benito Juárez, todos interpretados por Paul Muni, sus films de los años cuarenta muestran una impronta romántica hasta entonces ausente en su obra, en la que se nota la influencia de F.W. Murnau, con quien había trabajado de actor, rodando en esta etapa sus títulos más valiosos, entre ellos El retrato de Jenny, una notable película de tono onírico, un género no demasiado transitado por el cine americano clásico pero que ha ofrecido algunos títulos notables (junto a este se destacan El emisario de otro mundo (Lewis Allen), El fantasma y la dama (Joseph Mankiewicz) y Pandora y el holandés errante (Albert Lewin). En esa época, como muchos otros realizadores sufrió la persecución del macartismo, seguramente por sus ideas liberales, expuestas en películas como Bloqueo (1938), sobre la Guerra Civil Española y por haber financiado el viaje a Hollywood de Bertold Brecht y Kurt Weil, notorios izquierdistas ellos. Es probable que eso haya incidido en la decadencia de su obra de los años 50 y en su regreso a Alemania donde en 1960 filmó su última película. William Dieterle falleció en su tierra natal en 1972.

Como se señaló, a su llegada a Hollywood, Dieterle fue contratado por Warner y sus primeros trabajos fueron la realización de las remakes de películas comerciales exitosas del cine alemán. En ese período se pueden distinguir aparte otras dos vertientes en su obra, la que responde a las exigencias de los estudios, filmando las biografías antes mencionadas, películas que lograron nominaciones al Oscar. 

El retrato de Jenny

Pero también rodó proyectos más personales, como El último vueloSatán encontró una dama Bloqueo. También, en 1935 y junto a su mentor Max Reinhardt, ya instalado en Hollywood, Dieterle dirigió una curiosa versión de Sueño de una noche de verano, según Shakespeare. En estas últimas películas se puede apreciar a un realizador que se caracteriza por la seguridad narrativa, la precisión de la puesta en escena y su capacidad para captar el clima requerido por cada film. 

A partir de su pase a la RKO, la obra de Dieterle muestra –aun cuando transita por diversos géneros- un vuelco hacia territorios de un neto cuño romántico que alcanzará su máxima expresión en la notable El retrato de Jenny, un film que puede competir sin desmedro con las mejores obras de Frank Borzage. (Dieterle dirigirá algunas escenas de Duelo al sol, otro film marcadamente romántico). Es notable como en estas películas, a diferencia de las del período Warner, aparecen de una manera más definida las influencias del expresionismo alemán, sobre todo de sus dos máximos exponentes, Fritz Lang y F.W. Murnau. Por otra parte, también se percibe un mayor refinamiento visual y algunos rasgos que podrían definirse como de un estilo propio, apreciable sobre todo en la fluidez de los movimientos de cámara y el uso de los primeros planos. A partir del señalado acoso por parte del macartismo, en los años 50 la obra de Dieterle va perdiendo interés y su retorno a Alemania en 1958 lo muestra en franca decadencia. Sin embargo,  hay un amplio puñado de títulos, de los que recomendaremos algunos, que le otorgan a William Dieterle un merecido espacio en nuestra memoria cinéfila,

El último vuelo (The Last Flight, 1931) está centrada en cuatro pilotos que regresan de la Primera Guerra y, en lugar de volver a los Estados Unidos, deciden ir, primero a Paris, y luego a Lisboa. Deprimidos y sin horizontes a la vista, junto con una muchacha que conocen, solo encuentran refugio en el alcohol o algún ocasional flirteo y terminarán muriendo dos de ellos y otro desapareciendo. El espíritu de Scott Fitzgerald sobrevuela en este film que cuenta con una memorable actuación de Helen Chandler.

Satán encontró una dama (Satan Met a Lady, 1936) es una adaptación muy libre de El halcón maltés, de Dashiell Hammet, rodada en tono de comedia y con varios cambios en su argumento. El film tiene un muy buen timing narrativo y excelentes actuaciones de Warren Williams, como el detective Sam Spade (aquí Shane) y Bette Davis y, a pesar de las modificaciones, no traiciona el espíritu de la novela del autor.

Otro amanecer (Another Dawn, 1937) empieza como un relato sobre un grupo de militares que actúa en tierras exóticas, pero pronto el film deriva en un elegante melodrama de amores cruzados y/o no correspondidos en los que cabe destacar la nobleza e integridad moral de los distintos personajes, con un final amargo que culmina con el sacrificio de uno de ellos. Un título muy poco visto del director.

Bloqueo (Blockade, 1938) por más que no la identifique está ambientado en la Guerra Civil Española y rodado en los años de la contienda. Un campesino se convierte en miliciano de la República y tiene una tormentosa relación con una chica que va tomando progresivamente conciencia. El guion es de John Howard Lawson (luego integrante de la nefasta lista de “los 10 de Hollywood” prohibidos por el macartismo) y la película, con ecos del cine soviético en varios momentos, finaliza con un encendido discurso antibélico dirigido a cámara.

El jorobadp de Notre Dame (The Hunchback of Notre Dame, 1939) es una excelente adaptación de la clásica novela de Víctor Hugo. Con una asombrosa reconstrucción en estudios del Paris medieval, escenas de masas que recuerdan a Metrópolis, de Lang, y una inolvidable interpretación de Charles Laughton del desdichado Quasimodo, el film es uno de los trabajos más logrados del director.

Un pacto con el Diablo (The Devil and Daniel Webster, 1941) es una sorprendente trasposición de la leyenda de Fausto sobre un hombre que vende su alma al Diablo, en los Estados Unidos rurales del siglo XiX. Además, la película es una lúcida reflexión sobre los comienzos de la acumulación capitalista y cuenta con una memorable caracterización de Walter Huston como el perverso y burlón demonio.

Te volveré a ver (I´ll Be Seeing you, 1945) es un atractivo melodrama romántico que narra la relación casual que se entabla entre un soldado, licenciado por un trauma posbélico y una mujer que tiene permiso para salir unos días de la cárcel por buena conducta. El apasionado romance que se produce tiene interesantes matices y no está exento de una carga de profunda melancolía. (Fotograma de encabezado)

Acusada (The Accused, 1948) es una incursión del director en el policial, narrando las vicisitudes por las que pasa una profesora que ha matado a un alumno que la acosaba, haciendo pasar el crimen por un suicidio. La relación con el abogado, tutor de la víctima y un inspector de policía (Wendell Corey con la mirada más fría y acerada que nunca) complican las cosas, desembocando en un final marcadamente ambiguo.

El retrato de Jenny (Portrait of Jenny1948) es la obra maestra de Dieterle, narrando la relación que se establece entre un pintor de escaso éxito y una enigmática y etérea muchacha que, literalmente, parece venida del más allá. Un film de una maravillosa atmósfera onírica, de un desaforado romanticismo, con un extraordinario trabajo de cámara de Joseph August y excelente uso de la música de Debussy, mostrando una relación que trasciende el tiempo y el espacio con, además, un breve papel de la inolvidable Lilian Gish.

El vengador invisible (Dark City1950) es una incursión del director en los terrenos del film noir y tiene como protagonista a un fullero que forma parte de un grupo que esquilma a un hombre provocando su suicidio. Cuando el hermano de la víctima (siempre fuera de campo, solo se ve su mano con un anillo) decide tomar venganza sobre los responsables, el film entra en un territorio de creciente suspenso.

Sinfonía otoñal (September Affair, 1950) narra el encuentro entre un ingeniero a punto de divorciarse y una pianista que vive dedicada a su música. El avión en el que viajan hará una inesperada escala en Italia y comenzarán un pasional romance que los hace perder el vuelo. La fortuita circunstancia de que el avión caiga y ellos figuen como muertos les hará plantearse la oportunidad de una nueva vida. Otro film de un vibrante romanticismo, algo opacado por un final moralizante y conformista.

La montaña roja (Red Mountain, 1951) es una atípica incursión de Dieterle en el westerns con la también infrecuente aparición en ese terreno de Lizabeth Scott, diosa del noir. Ambientada en los tramos finales de la Guerra de Secesión, el film está centrado en las dramáticas vicisitudes de tres personales en medio del enfrentamiento de las topas del rebelde sureño Quantrell con simpatizantes de los yanquis

Muerte en las calles (The Turning Point, 1952), como varios títulos de esa época describe los esfuerzos de un fiscal que descubre que su padre era un policía corrupto y ayudado por un reportero algo cínico trata de desenmascarar a la organización responsable de la corrupción en la ciudad. Un tenso relato, con varias secuencias recordables, como la que transcurre dentro de un estadio de boxeo.

Jorge García / Copyleft 2020