LOCO Y ESTÚPIDO AMOR / CRAZY, STUPID, LOVE

LOCO Y ESTÚPIDO AMOR / CRAZY, STUPID, LOVE

por - Críticas
06 Ago, 2011 01:02 | 1 comentario
**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
LA QUIMERA DE LOS ROMÁNTICOS

Loco y estúpido amor / Crazy, Stupid, Love, EE.UU., 2011

Dirigida por John Requa y Glenn Ficarra. Escrita por Dan Fogelman.

** Válida de ver

La segunda película de Requa y Ficarra no tiene ni la pertinencia sociológica de su ópera prima, ni tampoco el gusto por la transgresión; algunas escenas geniales y la simpatía de algunos personajes no consiguen articular un film del todo sólido, cuya filosofía romántica dista de ser una aproximación inteligente al deseo entre hombres y mujeres

Existe una tradición en el cine clásico norteamericano bautizada como “comedia de enredos matrimoniales”. Obras maestras del género son La pícara puritana o Luna nueva, títulos que pertenecen a un tiempo lúcido y maduro de Hollywood: las décadas del ’30 y ’40 del siglo pasado. En líneas generales, en las “screwball comedies” la pareja protagónica se separa y vuelve a reunirse tras algún tipo de aprendizaje en el que se revela parte de la gramática del deseo y su funcionamiento. Es por eso que las mejores películas del género nunca abrazaron el moralismo, más bien siempre fueron películas libertarias.

La segunda película de Requa y Ficarra, que habían debutado con Yo amo a Phillip Morris, oscila entre un moralismo conservador y chispazos libertarios, un vaivén que jamás se sintetiza y que atraviesa la psicología de los personajes, aunque el peso de una de las opciones inclinará la balanza. En efecto, los placeres de la carne, si no están subordinados al amor romántico, no son satanizados, pero sí vaciados de cualquier valor intrínseco.

La historia central es sencilla: Emily (Julianne Moore) y Cal (el sobrevalorado Steve Carell) llevan 25 años de casados. Novios en la secundaria, familia en la edad adulta, lo que parece ser un núcleo fuerte se desmorona en unos segundos al elegir un postre en un restaurante. “Quiero el divorcio”, dice Emily, y regresando a casa habrá una confesión.

Guiado por Jacob (Ryan Gosling), un gurú de la seducción, o más precisamente un Miyagi metrosexual, Cal logrará acostarse con varias mujeres, pero nunca dejará de pensar en Emily. Su ex intentará suerte con su jefe. Pero habrá sorpresas y cruces amorosos no del todo predecibles: los hijos de Cal (lo mejor del film es Jonah Bobo, que interpreta a Robbie), los del vecino, una profesora de literatura y el propio Jacob estarán implicados en situaciones amorosas disímiles. En ese contexto, habrá que esperar un año hasta que el amor (romántico) se imponga al caótico deseo, que no siempre coincide con la institución matrimonial.

Por momentos publicitaria, en ocasiones muy divertida y narrativamente despareja, Loco y estúpido amor defiende rabiosamente una concepción del amor romántico que roza la imbecilidad infinita. La monogamia puede ser misteriosamente interesante, e incluso resulta legítimo amar a otra persona por más de 50 años, pero apoyarse en la fruslería del encuentro con el alma gemela desestima tanto el coraje de reinventar el vínculo amoroso y sostener el deseo con quien se está por muchos años como la libertad de poder enamorarse y amar a más de una persona durante el transcurso de una vida. Es que el mito de Adán y Eva acecha (y seduce a las buenas conciencias), y también la culpa y el deseo convertido en obediencia.

Esta crítica fue publicada por la Revista Good News del mes de agosto 2011

Roger Koza / 2011