LAS PELÍCULAS DEL BAFICI 2019 (12): DANNY

LAS PELÍCULAS DEL BAFICI 2019 (12): DANNY

por - Festivales
17 Abr, 2019 08:01 | Sin comentarios
El mundo prescinde de guiones y algunos cineastas extraen de este películas inquietantes.

Danny, Lewis Bennett-Aaron Zeghers, Canadá, 2018

Esta película, ganadora como mejor largometraje de la Competencia Vanguardia y Género, tiene puntos en común con la ganadora de la Competencia Internacional (The Unicorn). Dos “tapadas” en las apuestas imaginarias, dos piezas de cine lo-fi. Danny recopila las grabaciones en video-cassette de un tal Danny Ryder, enfermo de leucemia, que en el año 1993, poco antes de morir, decide comenzar a retratarse a la manera de un diario íntimo. El hombre filma vivencias cotidianas y confesiones descarnadas sobre sus miedos, sus sueños, la relación con su familia; confesiones que resultan a veces tristes, a veces graciosas, aplicando cierto humor negro al asunto. Danny no es un tipo particularmente interesante, ni su historia va a ver un giro extraordinario, y la película, construida por la dupla Lewis Bennett-Aaron Zeghers, no presenta un punto de vista ostensible. El abrupto final y la naturaleza analógica de las imágenes capturadas en un formato en vía de extinción pueden invitar esas lecturas que convierten a las películas en obras conceptuales, que se sustentan en la importancia de esbozar una idea, aunque se agote en la sinopsis.

Si bien el punto de partida de ambas películas fue muy distinto respecto a sus materiales (una película mayormente filmada en tiempo presente y una de materiales encontrados), The Unicorn (aun sin ser una gran película) está en otra categoría, porque se construye en torno a un personaje fascinante y la dupla de cineastas que la dirige tiene la capacidad de transformar las imágenes en relato. Lo frustrante de la propuesta de Bennett-Zeghers es que parecen testaferros de Danny, nunca se apropian de la película que firman.

Aun siendo películas dispares, me resulta interesante juntarlas e imaginar cómo es que llegaron a ser premiadas en el mismo festival. No pretendo conocer las lecturas ni las discusiones de sendos jurados, pero me resulta tentador imaginar esos premios como reacción a otro tipo de películas. Ni en Danny ni en Unicorn hay imágenes estilizadas (todo lo contrario), ni mucho menos se trata de trabajos que ostenten una personalidad autoral reconocible. Lo que sí se puede decir de ambas, es que están hechas a partir de que frente a la cámara sucede algo genuino. Y con esto no quiero decir que los dispositivos que utilizan sean transparentes respecto a la realidad (y volver atrás la discusión en torno a la verdad documental muchas décadas) sino que se inclinan por la inmediatez, la curiosidad y la intuición o la convicción de que en el mundo sobra materia prima para hacer películas interesantes.

La curiosidad no garantiza un punto de vista personal, ni inmediatamente se traduce en fuerza cinematográfica, sólo (ni más ni menos) abre las puertas para salir a jugar. Pero esa inclinación resulta mucho más potente en la comparación con trabajos cerrados en sí mismos o forjados en un molde, donde la ambición formal es un gesto histriónico o se malinterpreta como fórmula para un estéril ejercicio de estilo que remeda la maltrecha figura del autor cinematográfico.

Santiago González Cragnolino / Copyleft 2019