LA RISA AMERICANA

LA RISA AMERICANA

por - Ensayos
03 Abr, 2020 10:22 | Sin comentarios
Breve párrafos sobre los primeros años de la comedia americana

El género que nunca cosecha estatuillas es el más grande todos, y también el más arduo. Saber y hacer reír requiere de inteligencia, y en el cine, además, supone combinar ritmo, sorpresa y clarividencia. No importa si se trata de humor físico o verbal, la relación entre lo que sucede y la falla que precipita la risa siempre está sujeta a un tiempo y a una inesperada deriva; a la vez, todo cineasta tiene que traducir una idea acerca del desperfecto en las acciones o en el habla en una imagen y un sonido. He aquí el dilema.

El cine clásico cuenta con comediantes y realizadores extraordinarios; el humor desconoce la diferencia lingüística, aunque no es inmune a la pertenencia cultural. Algunas cosas que dan risa en una comunidad nórdica pueden causar menos gracia en otra caribeña. El componente etnográfico de lo humorístico es indesmentible, más allá de que lo cómico en sí pertenece a la azarosa gracia de nuestra especie. La risa es piedad ante todo lo inclemente, es medicina universal de la inteligencia. ¿No fue justamente este el descubrimiento de Chaplin y Keaton?

Los dos colosos del cine humorístico fueron los mejores intérpretes de su tiempo y asimismo los pioneros en inventar formas de representación de la inadecuación entre el comportamiento y las situaciones. Esa es la razón de su índole universal. Con Keaton y Chaplin, el cine supo mostrar el laborioso ejercicio de adaptación del cuerpo en un nuevo espacio poblado por máquinas que aceleraban la locomoción en todos sus órdenes y la posición de los trabajadores en el mundo. Ellos razonaron cómicamente el lado oscuro de la Segunda Revolución Industrial y asimismo intuyeron que el cine era el obsequio de ese tiempo técnico en el que nuestra propia alma hallaba una emancipación imaginaria. El gran sueño en el cine de El moderno Sherlock Holmes, en el que se confunden la vida y el cine, el deseo y la aventura, es la glosa de todo el genio de Keaton. Lo mismo podría decirse de Tiempos modernos de Chaplin, cuya sofisticación humorística es concomitante a su lucidez política.

Después de Chaplin y Keaton, y otros que también sumaron a la tradición cómica americana, la proeza consistió en conquistar la palabra. Fue el desafío del fin del cine silente, y bastó una década para que los estadounidenses pudieran perfeccionar la comicidad que nace del lenguaje y sus efectos múltiples en los vínculos y en eso que llamamos realidad. La gloria de Ayuno de amor consiste en la insólita velocidad del lenguaje y los desacoples de este respecto de los sentimientos de los personajes. Una comedia romántica, periodística, social y política. Cary Grant y Rosalind Russell son aquí el modelo platónico ineludible de la comedia romántica. ¿Qué decir del genio de Howard Hawks en la dirección?

Otra proeza de la época se titula La pícara puritana. Esta comedia de enredos matrimoniales es paradigmática respecto a la disyunción entre lo que se quiere y lo que se dice en materia amorosa. Grant vuelve a brillar, aquí al lado de Irene Dunne y bajo la dirección de otro genio: Leo McCarey. Son tantas las escenas para elogiar que elegir una es propiciar una gran injusticia. Grant es capaz de hacer reír sin decir nada y de espaldas; Dunne, con una discreta mueca descomprime cualquier angustia.

El cine estadounidense, en ese tiempo, fue la bienaventuranza que le faltó al mundo.


Fotogramas: 1) El moderno Sherlock Holmes2) Tiempos modernos.

Roger Koza / Copyleft 2020