LA OTRA DISTANCIA

LA OTRA DISTANCIA

por - Ensayos
03 Nov, 2020 11:23 | Sin comentarios
La gran cineasta alemana ofrece una clase magistral en un festival brasileño. Un afirmación al final, justo en el cierre del encuentro, permite pensar otras cuestiones ligadas a los actos fervorosos que se llevan a cabo y que vistos a la distancia pueden ocasionar reacciones inesperadas.

En una reciente clase magistral transmitida desde uno de los tantos festivales de cine que se han celebrado en el mes en curso, la cineasta alemana Angela Schanelec formula retraídamente una última clarividencia: “Ser un cineasta serio significa poder tomar distancia de sí y pensar sobre lo que se desea”. Palabras más, palabras menos, el problema reside en la distancia, una torsión del yo respecto de sí por la que este puede examinar los propósitos y las convicciones. 

Der traumhafte Weg

La cineasta, en verdad, rehusaba del tono aleccionador característico de los sabios a quienes se les otorga un supuesto saber que los autoriza a lanzar imperativos a los oyentes. Sin embargo, frente a la pregunta, finalmente, respondió, no porque interpretase el papel de pedagoga, sino porque sintió el derecho a decir algo que había comprendido y observaba como exigente. Por otro lado, ¿quién puede hoy tomar distancia? En la era del selfie, verse sin el ideal que regula la percepción es una proeza psíquica. El ajuste del yo a su ideal o el semblante elegido como preferencial no solo glosa la conducta del autorretrato. Hacer coincidir lo que se cree de sí con la imagen que se propone al mundo de los otros es un síntoma que desborda la estética del retrato digital. Es la acción subjetiva de la época, la cual prescinde, por su índole misma, de distancia. 

Si no se aprende a tomar distancia para mirarse y reconocerse en lo desconocido, el tiempo se encarga en hacerlo. Tras un largo período, el repaso de documentos y archivos viejos prodiga la dimensión de extrañamiento que no se supo ejercitar en su momento. Al respecto, conjeturar qué podría develarse sobre este presente en el que inexorablemente transitamos es como mínimo inquietante. 

En un film imaginario del año 2095 titulado El planeta de las máscaras se incluyen varias secuencias durante un segmento histórico en el que un descalabro biológico aniquilaba miembros de la especie. Respirar era para algunos un bien escaso. En aquella época aciaga se hablaba de un método de resguardo mutuo llamado “distanciamiento social”. También había que taparse la boca y la nariz. Las escenas más misteriosas empleaban panorámicas. Bastaban para transmitir perplejidad: la multitud se reunía asiduamente en el centro de algunas ciudades, aplaudían, gritaban, portaban carteles con signos estridentes y en ocasiones incluso bailaban, en especial los más jóvenes, como si se tratara de una verdadera fiesta. 

*Este texto fue publicado en la revista Número Cero en el mes de octubre 2020

*Fotograma de encabezado: Ich war zuhause, aber

Roger Koza / Copyleft 2020