LA COLUMNA DE KOGER ROZA: DOS PELÍCULAS RUMANAS

LA COLUMNA DE KOGER ROZA: DOS PELÍCULAS RUMANAS

por - Columnas
21 Ago, 2019 11:59 | 1 comentario
El inefable hombre que luce como Hong Sangsoo y se hace llamar Koger retoma dos recomendaciones de Radu Jude y le dedica su columna a un autor muy poco conocido entre nosotros del cine rumano: Mircea Daneliuc

Cuando Roger Koza le pidió a Radu Jude en El Cinematógrafo que recomendara un film o un cineasta rumano secreto o desconocido para el público argentino, Jude mencionó a Mircea Daneliuc, un tipo que vive pero que ya no filma, y nombró dos títulos de su filmografía: Proba de microfon (1980) y Croaziera (1981). Me dio curiosidad y rastreé las películas. Jude es para mí el cineasta más interesante de su país, y su reciente I Do Not Care If We Go Down in History as Barbarians probablemente la última obra maestra filmada hasta la fecha. Tengo mis cosas con el cine rumano. Me suelo enganchar menos con los dramas contemporáneos de Mungiu o Puiu y más con películas en las que se examina, de forma generalmente irreverente, la historia reciente del país, como The Autobiography of Nicoleae Ceausescu o Tales From the Golden Age, para nombrar un par de ejemplos. Las dos últimas de Jude se ajustan a esto. Y en un punto también estas de Daneliuc que recomienda.

Mircea Daneliuc nació en 1943 y su primer largometraje es de 1975. Proba de microfon es según los conocedores de su obra uno de sus mejores títulos. Es una película de una vitalidad notable. Empieza con un equipo de la TV pública rumana en pleno trabajo, escrachando gente que viaja en los trenes sin boleto. El camarógrafo Nelu Stroe, interpretado por el mismo Daneliuc (fantástico actor, por cierto), queda fascinado con Ani, una de las pasajeras sin boleto, y la rastrea. Pronto se inicia entre ambos una relación turbulenta. Ani es una colada profesional del estilo de Lee Marvin en Emperor of the North y no solamente se la pasa pidiéndole plata a Nelu, sino que su comportamiento errático le da indicios de que se ve con otros amantes, como un hippie adiestrador de delfines en un acuario de provincia. Nelu debe además lidiar con los celos de la periodista-estrella para quien trabaja como camarógrafo, una mujer mayor que él con la que se acuesta ocasionalmente en su habitación en la casa de sus padres con los que aún vive. La historia alterna situaciones en las que vemos a Nelu en el trabajo, entrevistando empleados de fábricas y otras dependencias del régimen comunista, y sus idas y venidas con Ani, que bien puede ser una femme fatale, pero de cuyos sentimientos hacia Nelu rara vez dudamos. La película tiene una imperfección técnica que le sienta muy bien, un aire de liviandad por momentos propio de un film de Truffaut, y diálogos claramente improvisados. Que Daneliuc y la actriz que hace de Ani fueran pareja en la vida real no es un dato menor; la química entre ambos es imposible de actuar. Cada vez que Proba de microfon parece que va en una dirección, la película da un giro inesperado y rumbea hacia otro lado (hay escenas en las que literalmente Nelu se para en una cola y luego cambia de idea y la abandona, o pide un refresco, toma apenas un sorbo y lo deja y se va, asumiendo la misma actitud de la película). Daneliuc utiliza recursos de narración que rompen el naturalismo del film, como la inserción de parlamentos de audio extraídos de esa especie de realityen el que trabaja Nelu sobre momentos en apariencia desconectados, pero que terminan impregnando su historia de cierto componente kafkiano, porque en la medida que él se engancha con Ani, empieza a ver el lado B de ese régimen al que sirve y que captura cotidianamente con su cámara. En el último tercio la película se ensombrece: Nelu es reclutado para hacer el servicio militar, se afeita los bigotes-mostacho que lucía hasta entonces y se vuelve literalmente otro, un ser reservado y melancólico. Lo vemos en ejercicios de instrucción, tareas de limpieza, noches insomnes, y la ocasional charla con otros reclutas. En la potente escena final, Nelu va al encuentro de Ani, pero ya no hay vuelta posible para los amantes. El último plano, con ella alejándose hacia un monoblock triste y él encarcelado por las rayas de flickeo de un televisor, es inolvidable.

Proba de microfon es una película inclasificable que da un interesante pantallazo de la vida en Rumania a fines de los 1970s metiéndonos en la intimidad de casas de familia, oficinas públicas, clínicas, negocios, mercados, trenes y pueblos de provincia. A la fealdad de los lugares se le opone un gran uso de colores chillones y constantes referencias “occidentales” que van desde Leonard Cohen a Mario Kempes. Con su aire resignado, este gran film de Daneliuc es una crítica sutil que expone las debilidades de un régimen que utiliza los medios con fines de buchonería y propaganda y deja a la deriva a sus ciudadanos más frágiles.

Algo menos sutil es sin embargo Croaziera, película que Daneliuc estrenó un año después. Este es un film coral, la historia de un crucero a través del Danubio con “camaradas ejemplares” a bordo premiados por el gobierno con la travesía, suerte de viaje etnográfico de la Rumania profunda que de a poco va corrompiéndose hasta rozar lo infantil y lo aciago. Acá también están Daneliuc y su mujer, aunque en roles menos preponderantes. La película opera como una fábula moral que muestra la siniestra dinámica que ata por un lado a un líder tiránico (el capitán Proca, lo más cercano a un protagonista central) y a una horda de individuos que no saben o no pueden administrar el ocio y la libertad, de tal forma que el supuesto viaje-premio se les vuelve una penitencia. En esta película, que algunos definen como Altmaniana y otros emparentan a los films checos de Forman, todo está puesto más adelante, aunque lo evidente del mensaje no le resta impacto a la osadía del director desafiando la censura. Entre situaciones de enredos con estética de producción del sello Aries cinematográfica, dos leimotivs se repiten: por un lado, escenas de los pasajeros remando como autómatas en botes detrás del crucero y por otro, juegos de gallito ciego que éstos realizan por las noches, pernoctando en escuelas o albergues comunales. Porque para mí el rasgo más interesante de este river moviees ese, su carácter de travelogueque pasa lista por lugares y geografías decadentes a la vera de un Danubio a años luz del glamour de Viena y la mitteleuropa. La película cierra con un parlamento tomado de la bitácora del capitán que contrapone todo lo que nos fue mostrando la película, una especie de artilugio fordiano que separa la historia de la Historia, y que enlaza el film, pese a sus evidentes diferencias, con Proba de microfon, y más acá en el tiempo, con la última y genial película del gran Radu.

Fotogramas: Croaziera; 2) Proba de microfon.

Koger Roza / Copyleft 2019


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