EL PLANETA DE LO ABSURDO

EL PLANETA DE LO ABSURDO

por - Entrevistas
09 Dic, 2021 02:53 | Sin comentarios
Ana Katz habla sobre su última película El perro que no calla. ¿Hace falta aclarar que es una maravilla?

Ninguna película de Ana Katz reviste un parecido inmediato. ¿Qué tienen en común El juego de la sillaEl perro que no callaLa novia erranteLos Marziano, Sueño Florianópolis, Mi amiga del parque? Los títulos son muy distintos entre sí y sus historias también, aunque la institución familiar constituye un signo recurrente y mucho más todavía, pero no del todo evidentemente, una intuición estable: nuestro mundo está gobernado por el absurdo.

En El perro que no calla un joven pierde su sustento porque el perro que vive con él no dejar de hacer barullo mientras él está en el trabajo y en la empresa en la que está empleado no aceptan que lleve a su perro diariamente. El derrotero del personaje tras quedar sin empleo es en un principio previsible, no después de un tiempo y menos todavía cuando un evento cósmico desata sobre la humanidad una maldición orgánica por la cual el Homo sapiens no puede mantenerse erguido y debe emplear un casco aislante con oxígeno. ¿Un delirio?

El perro que no calla es probablemente la película que anticipó la pandemia mejor que ninguna. No se lo propuso, porque si la imaginación de Katz previó una conflagración cósmica (momentánea y con una solución a mediado plazo) se debe a que la cineasta ostenta una gran sensibilidad y posee también una notable capacidad para asociar signos dispersos y fantasías disímiles en la composición de un retrato social.  El film no deja de sorprender por su sintonía con nuestro tiempo.

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Roger Koza: El perro que no calla es su película más libre y ambiciosa. Empieza siendo un retrato de un hombre joven lidiando con su propia vida afectiva y económica y culmina con una dimensión fantástica que cambia enteramente todo. No se puede evitar preguntarle cómo se le ocurrió la intervención de un evento cósmico en el orden del mundo, evento que afecta a nuestra especie y su forma de vida. Lógicamente, con la explosión de la crisis del coronavirus, el film casi resulta profético, lúdicamente profético. 

Ana Katz: Me gusta que acerques la idea de las dimensiones. Sebastián crece y atraviesa etapas estrictamente íntimas y personales, pero es difícil mantenerse aislado del afuera. Incluso, algunas veces es ahí donde él encuentra una oportunidad, fuera de él, en los demás, o en eso que provocan los demás. Cuando imaginaba ese “ataque mundial” (así lo pensaba en el inicio) tenía que ver con una respuesta explosiva y planetaria por parte de un planeta que no es escuchado. Una reacción rebalsada de desequilibrio. Entonces sí siento como danzan juntas esas dos versiones (o dimensiones) de vidas de las personas, la individual con sus propios eventos de asombro, tristezas, alegrías, y la otra, una nebulosa colectiva que funciona de manera caótica y alienada, porque nadie quiere meterse ahí, o porque el trabajo de sobrevivir no lo permite.

¿Por qué imaginó que el efecto biológico sobre nuestra especie ocasionaba la perdida de la verticalidad? 

Tengo ese juego desde hace años, fue una de las primeras imágenes para esta película: gente que camina agachada. Hace tiempo lo hago como chiste a mis amigos, que ya lo conocen. Me parecía graciosa la idea de que, ante una exgencia externa, somos capaces de cualquier cosa. La sobreadaptación constante para poder vivir y pagar el alquiler, ir al cumpleaños que querés, llevar a los hijos a la escuela. La idea de que el oxígeno queda sólo arriba, y es imposible levantar cabeza. Además, creo que caminar agachado es agotador, y no es menos el tema del cansancio. 

¿De dónde proviene la idea de los cascos? 

Pensando con Gonzalo Delgado surgió la idea de que podían ir de pie los muy necesarios (médicos) o los muy pudientes. Entonces, sí había casos excepcionales. Se trataba de reglas planetarias con algunas salvedades. Nos gustaba la idea de unas burbujas acrílicas y Mariela Rípodas, directora de arte, enseguida las empezó a bocetar. Tenían algo de semejanza con los buzos antiguos, los que buscaban perlas. Después, cuando las realizamos, nos quedamos encantados, sabiendo aun que era para una parte reducida de la película. Pasó el tiempo y con la llegada de la pandemia se empezaron a vender burbujas muy parecidas, en Alemania primero. Me acuerdo que en el equipo nos mandábamos fotos de esas burbujas alemanas en medio del extrañamiento propio del confinamiento. En nuestro caso, partíamos de la caída de un meteorito que desajustaba la composición química del aire. 

La película es, en cierto sentido, más grande que la vida, como suelen decir los estadounidenses. Es el retrato de un joven al que le cuesta encontrar su forma de vida y su sostén económico, pero a medida que avanza la película se erige un retrato de la vida social y económica del país de nuestro tiempo: la pauperización laboral se evidencia sin ambages y también el surgimiento tímido y frágil de otras formas de economía. ¿Cómo llegó de un retrato a otro? 

Pienso mucho en todo eso, desde hace tiempo y desde hace algunas películas. Me acuerdo, por ejemplo, con Mi amiga del parque, la sensación de rebeldía que mantengo ante ciertas exigencias del sistema económico para con las madres. Me parece que nos adaptamos al absurdo, en varios planos. Necesitamos reglas, aunque constatemos que son malas, que no funcionan y que, como decís, dejan afuera a tantos. En medio de todo ese ruido de comunicación aparecen seres dedicados a asuntos maravillosos. ¡Yo los veo! Hay muchas agrupaciones haciendo infinita fuerza para volver a pensar las cosas desde una escala más humana. Parte de lo vital es la transformación constante. Creo que ese optimismo se lee en la película, y puede llegar a través de la unión, a través de la naturaleza, y siempre de la literatura.

Algo notable en la película recae en el uso de las elipsis. ¿Por qué trabajó plenamente con ese recurso siempre laborioso?

Enamorada de las elipsis. Debería haber una enredadera que se llame así. Es una gran herramienta, porque se construye en conjunto con el espectador, necesitás de su imaginación activa y de sus elecciones. Al mismo tiempo, la elipsis (si funciona) tiene un timón fuerte, porque al menos a mí me gusta sorprenderme y buscar. Aunque la razón principal, creo, es que lo central aquí son las emociones de Sebastián, sus sentimientos. Y creía que el relato con elipsis replica mejor la memoria sobre nuestros sentimientos. Las sensaciones corporales, parciales, extemporáneas que vienen al recordar sentimientos. 

¿Cómo se le ocurrió incluir las secuencias animadas? 

Se conecta con las elipsis. Era una manera de dejar espacio, de intentar respetar los momentos íntimos de Sebastián y el espectador. Hay cosas que, aunque sea cine, no hay por qué mostrar. Pensaba en los dibujos de la infancia, esa intimidad pura sobre un papel, la expresión de un sentimiento sin la invasión de los mil artefactos de comunicación. 

Y, de nuevo, los dibujos de Mariela Rípodas, mientras yo le contaba lo que sentía, y la manera de editarlos de Andrés Tambornino. Es una película de una intuición fuerte y muy de equipo. 

¿Por qué optó por el blanco y negro? 

Desde el principio fue blanco y negro. Sentí que podía ayudar a concentrarnos en Sebastián, a bajar el ruido. A pesar de que amo los colores. La participación de diferentes Directores de Fotografía fue un regalo, todos ellos increíbles, aportaron la sensibilidad de su mirada para cada etapa del personaje. 

Usted es también actriz. La película cuenta con la presencia de su hermano en el papel principal, una revelación. ¿Cómo dirige a sus actores siendo usted también actriz? La pregunta se debe a que el registro de los intérpretes está siempre en un tono justo y balanceado. Parte de la fuerza de sus películas reside en la presencia y la elocuencia de sus actores y actrices.

Trabajar con actores y actrices es algo que disfruto muchísimo. No tengo una sola forma, a veces ni sé qué estoy haciendo o por qué lo hago. Pero es cierto que para actuar le prestamos nuestra humanidad al personaje entonces, para hacerlo de verdad, tenemos que jugar mucho con nosotros mismos, sobre todo en las zonas donde menos nos conocemos. 

Me ilusiona que vean el trabajo de los actores aquí, creo que es muy profundo, y que el trabajo con el equipo ayudó mucho. La generosidad de Daniel para darle humanidad al personaje fue entera. Antes de filmar pensaba que sólo él podría encontrar esa verdad que yo buscaba y, sinceramente, lo confirmé. Sus ojos, su vulnerabilidad, la fe que puso en el proyecto; siempre estaré agradecida. 

Algo que puede considerarse de todas sus películas es la relación paradójica que establece entre un mundo gobernado por el absurdo pero a su vez compensado por lo cómico, siempre impregnado de un tono amable. Es una impresión que puede corroborarse por la forma en la que trabaja sobre los vínculos y por las cosas que pasa en la vida de los personajes. ¿Lo ve así? Y si es así, ¿qué cree que la lleva a insistir en esta visión?

Gracias, me parece bello leerlo así. Creo en el amor de los vínculos y en la naturaleza. Y también creo que el mundo es absurdo. Así estamos. 

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*Publicada en otra versión y con otro título por Revista Ñ en el mes de noviembre de 2021.

Roger Koza / Copyleft 2021