DANZAS MACABRAS, ESQUELETOS Y OTRAS FANTASÍAS / DANSES MACABRES, SQUELETTES ET AUTRES FANTAISIES

DANZAS MACABRAS, ESQUELETOS Y OTRAS FANTASÍAS / DANSES MACABRES, SQUELETTES ET AUTRES FANTAISIES

por - Críticas
17 Jul, 2021 07:27 | 1 comentario
Pocas películas perduran por meses y años después de verlas. He aquí una.

LA VIDA DE LAS IMÁGENES

Jean-Louis Schefer es filósofo y se ha dedicado durante toda su vida a pensar qué es una imagen. La pintura y el cine son sus pasiones. Pierre Léon es actor y cineasta, nació en Rusia, pero vive hace mucho tiempo en Francia. Rita Azevedo Gomes es cineasta, una de las más destacadas de la tradición a la que pertenece, la portuguesa. Los une la amistad: son personas curiosas, les gusta la conversación y comparten el interés por las imágenes. Danzas macabras, esqueletos y otras fantasías no es otra cosa que una amable meditación sobre la imagen, en la que Léon y Azevedo Gomes y algunos allegados muy cercanos se disponen a escuchar a Schefer, un avezado conocedor de la materia. ¿Es entonces una clase filmada? ¿Una disertación ilustrada?

Filmar el pensamiento requiere ingenio y exigencia. No basta con ubicar a la persona que habla enfrente de una cámara y buscar imágenes que representen los enunciados, como si existiese una correspondencia directa entre imagen y palabra, lo que no significa que Gomes y Léon prescindan de planos que plasmen las ideas de Schefer. Lo que dice Schefer sobre el género artístico medieval que da título a la película encuentra de inmediato su preciso correlato visual en planos de los grabados y textos que han sobrevivido al tiempo, como también algunas citas cinematográficas de los hermanos Lumière, Dreyer, Renoir y Mizoguchi. Los contrapuntos entre palabras e imágenes son tan pertinentes como la composición de los planos en el interior de una casa de fin de semana con vista al mar, en algún paraje hermoso de Portugal, y otras secuencias en museos y escenarios naturales.

Lo hermoso de la película no reside en el saber omnímodo y en la pedagogía lúcida de Schefer, ni en la admiración que le prodiga Léon como principal interlocutor: cuando el filósofo interpreta las obras de Dürer, Bosch o Patinir y el plano devela la totalidad y las partes de las pinturas la conjunción, todo resulta deslumbrante; no menos emocionante es la secuencia en la que se detienen a observar los grabados paleolíticos del Valle de Côa. Sin embargo, la gran hermosura de la película está en las pausas y los silencios que estimulan el pensamiento y en la corriente afectiva que circula entre los personajes. Si los filósofos eran para Platón los amigos de la sabiduría, la fraternidad que se advierte en la conversación y la escucha atenta constituye la condición por la cual la sabiduría es acá aprehensible y amena; así se conjura la frialdad de la erudición, así se democratiza el deseo de saber.

En cierto momento, Schefer recuerda una frase de San Agustín sustantiva para su discurso: “La imagen no tiene lugar propio”. El enunciado inquieta a Léon y asimismo a Azevedo Gomes, y en el intento de responderles, el filósofo despliega una genealogía de la imagen cuya función siempre ha sido la de sustituir una cosa por su representación. En el final dice también que las imágenes retienen las emociones del momento en que se vieron. Es por eso que todo espectador de Danzas macabras, esqueletos y otras fantasías habrá de asociar su experiencia con este filme con el asombro y el agradecimiento. Son casi dos horas de tregua ante una existencia cotidiana teñida de cinismo y violencia.

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 Danzas macabras, esqueletos y otras fantasías / Danses macabres, squelettes et autres fantaisies, Francia-Portugal-Suecia,

Dirigida por Rita Azevedo Gomes, Pierre Léon y Jean-Louis Schefer,2019. Escrita por Pierre Léon.

*Esta crítica fue publicada por La Voz del Interior en el mes de julio 2021

Roger Koza / Copyleft 2021