CANNES 2022 (13): UN MES DESPUÉS

CANNES 2022 (13): UN MES DESPUÉS

por - Festivales
16 Jun, 2022 09:34 | Sin comentarios
Ultima entrega sobre el Festival de Cannes, apenas unas palabras sobre una película distinta, la que hacía la gran diferencia en una competencia mediocre.

Pasó un mes y como suele suceder inexorablemente el presente impone sus imágenes y sus palabras. El olvido comienza porque otros estímulos reclaman atención y poco se retiene de dos semanas intensas e histéricas en las que se deglutan imágenes y sonidos como si fuera la última vez de una experiencia semejante.

Después del cierre del festival, se publican balances y análisis que contemplan los premios. ¿Se debe insistir en lo escandaloso de toda la premiación? ¿A quién le importa? A nadie, casi, pero eso no les resta poder a las decisiones de un jurado miope. En Cannes se cimenta el canon oficial y se vuelve a vindicar una y otra vez el exangüe concepto de cine de autor. La política de los autores jamás la han abandonado, como tampoco no han atenuado la banalización de un término que no les pertenece. En el tráiler perenne musicalizado con algunos compases de El carnaval de los animales de Camille Saint-Saëns, en los escalones de la escalera ascendente que llega hasta el mar, se inscriben los nombres de los autores. Desfilan los consagrados, se delinea un canon, la incoherencia se evidencia: Jean Luc-Godard coexiste con Julia Ducournau, Marco Bellocchio con Paolo Sorrentino, Agnès Varda con Isabelle Coixet. Lo que quiere ser una prueba de pluralismo es más bien un indicio de un sistema endeble. 

A pesar de todo, algunos planos se mantienen firmen, desafían la evanescencia y vuelven a proyectarse en la memoria: el primer momento musical de Fogo-Fátuo, los rostros de Vanskabte Land / Volaða Land (Godland), los planos celestiales de The Natural History of Destruction, los primeros cuarenta minutos de ELO, el vuelo teológico de Elsa Wolliastion en Magdala y el montaje del cierre de Esterno Notte persisten. También Pacifiction, la totalidad en este caso, porque la mejor de la competencia que fue ignorada por el jurado sin siquiera considerarla para un premio menor tiene tantas lecturas posibles y tantos pequeños triunfos para renovar la fe en el cine.

No está de más decir algo sobre la gran película de la competencia, al menos una primera aproximación. Pacifiction amerita un estudio, digan lo que digan por ahí, como si se tratase de la película más convencional de su último responsable. No hay concesiones en Pacifiction, de ningún tipo.

Pacifiction es el título de la nueva película del cineasta catalán Albert Serra, el más sofisticado de su país, dueño de un estilo inimitable y uno de los pocos cineastas del presente cuya poética es absolutamente original. Hasta acá Serra había hecho películas notables, pero apenas accesibles. Su presunto radicalismo estético nunca ha sido críptico, tampoco ha reclamado conocimientos indispensables para acercarse a su obra. Honor de cavalleria tenía sus tiempos extensos y poco o casi nada se hablaba, más allá de que la matriz del relato era el Quijote. Luego hizo un film sobre los reyes magos y otro sobre un rey francés moribundo. En su obra maestra titulada Historia de mi muerte, Serra combinaba el racionalismo hedonista de Casanova con la metafísica siniestra de Drácula. Nada igual se había visto hasta entonces, pero era una película que demandaba una atención completamente a contramano de los hábitos perceptivos del cine contemporáneo.

Pacifiction transcurre en la Polinesia y en la actualidad. El difuso tema que amalgama el conjunto de situaciones es el regreso de un viejo monstruo del siglo XX: los ensayos nucleares. En la película se habla muchísimo, porque el personaje principal, representante del Estado francés, no deja nunca de hacerlo. El trabajo formidable de Benoît Magimel le confiere a la palabra matices insospechados que demuestra la inteligencia de Serra cuando se propone darle peso al discurso y asimismo su capacidad para dirigir actores. El oficial De Roller es la encarnación de un ente literario en el corazón del cine. En esta película más que en ninguna la relación con la imaginación literaria impregna la variedad de personajes y las situaciones que se desprenden en torno al destino de la isla.

Pero Pacifiction no se sostiene en la palabra, sino en un registro cinematográfico que intensifica el extrañamiento ocasionando una distancia misteriosa debido a la posición de cámara. Esa forma de filmar es una de las virtudes de la poética de Serra y de allí procede el momento más hermoso de la película. En Pacifiction, Serra convierte el mar y el cielo de este mundo desconocido en protagonistas absolutos. Hay una secuencia en el mar en donde lanchas, motos y surfers se reúnen en una zona alejada de la costa donde el océano adquiere un movimiento singularísimo por el volumen y extensión de las olas. Nunca nadie había filmado así al gigante azul. Es la secuencia más hermosa del festival. Y la película de Serra es también la que mejor expresa el deseo de los que llegan hasta la sobrevalorada ciudad costera francesa: ver algo que nunca antes se había visto, verificar que en el cine aún puede haber un giro creativo que renueve qué entendemos por él. 

(Fin de la serie)

Roger Koza / Copyleft 2022