7 MUESTRA: PROGRAMACIÓN Y CRÍTICAS: PRIMERA SEMANA

7 MUESTRA: PROGRAMACIÓN Y CRÍTICAS: PRIMERA SEMANA

por - Cineclubes, Críticas, Muestra 2011
02 Ene, 2011 05:49 | comentarios

 

Jean Renoir

Jean Renoir

BELGRANO 470, SALA LUIS BERTI, LA CUMBRE

PRIMERA SEMANA

MARTES 4

21.30hs: Película de apertura

http://www.globalpost.com/sites/default/files/imagecache/torso/photos/215/Argentina_2010_04_23_Kumari_Film2(1).jpg

Los labios, de Iván Fund y Santiago Loza, Argentina, 2010

100’ / +13

Cortometraje: De la necesidad de navegar los mares (22’), de Philipp Hartmann, Alemania, 2010

El hiperactivo Santiago Loza se asocia con el joven realizador de La risa, Iván Fund, en esta extraña película cuya mayor conquista es yuxtaponer la ficción y lo documental hasta convertir ambas categorías en nociones obsoletas en función de extraer un momento vivo en un tiempo determinado y un espacio específico. Tres médicas parten de la ciudad de Buenos Aires en micro con una misión sanitaria en varias localidades rurales del norte de Santa Fe. Son recibidas por un funcionario municipal, y la residencia que se les asigna constituye una metáfora precisa del país: Argentina es escombro y decadencia; a su vez, las visitas médicas a diversos hogares carenciados condensan la pobreza estructural a lo largo y a lo ancho del territorio nacional, y no son actores los que cuentan sobre sus vidas precarias, sino víctimas de una distribución injusta de la riqueza que se interpretan a sí mismos. El radicalismo formal de Loza parece neutralizado por la agenda del film, aunque su humanismo discreto está más presente que en todas sus películas anteriores. El uso constante de primeros planos de los rostros reenvía el film a la ópera prima de Fund, pero en este caso, quizás, la predilección por planos cerrados sobre los rostros se justifique temáticamente, de tal modo que los pocos planos abiertos airean y liberan dialécticamente a la película de su costado estético y conceptualmente asfixiante. Así descripto puede pensarse que Los labios es un film sombrío y triste, pero su misterio es su heterodoxa felicidad, arrancada de la autenticidad de sus personajes. En un pasaje central, una de las médicas vivirá un fugitivo momento de amor con un hombre. El antes y el después de la consumación de ese encuentro es un ejemplo perfecto tanto de la frescura de la película como de su lucidez acerca de la interacción de clases. La belleza de una tarde tormentosa y el plano final en donde unos chicos juegan en el barro a orillas de un río son secuencias robadas al mundo viviente. Los labios es un legítimo encuentro del cine con quienes no van al cine. (Roger Koza)

00.10hs: Encuentros con artistas notables

https://i0.wp.com/www.directorsnotes.com/wp-content/uploads/2008/12/wire.jpg?resize=232%2C152

Un hombre sobre un cable, de James Marsh, Reino Unido, 2008

94’ / +13

Cortometraje: El niño ciego (24’), de Johan van der Keuken, Holanda, 1964

Este cautivante documental sobre el equilibrista Philippe Petit y su travesura sublime y suicida de cruzar a través de un cable, haciendo piruetas y descansado a menudo como un monje zen en meditación, de una Torre Gemela a la otra en 1974, no funciona solamente como la aventura cumplida de un hombre que tuvo un sueño extravagante y legítimo, sino también como una elegía difusa de un símbolo del siglo XX cuya existencia concebida como infinita tropezó con un plan siniestro en septiembre de 2001. En las antípodas de Bin Laden o quien fuera el autor intelectual del atentado del 9/11, el francés Philippe Petit concibió un plan: ingresar al majestuoso edificio y pasearse en una soga de una torre a la otra. James Marsh interpreta (correctamente) la estrategia como si se tratara del robo a un banco todopoderoso, y así reproduce ficcionalmente algunas situaciones, que integra y amalgama con material de archivo, entrevistas y viejas fotografías. Si bien Marsh se centra en la hazaña de las Torres Gemelas, suministra bastante información para poder entender un poco más a Petit, incluso se puede ver al equilibrista conquistando el vacío en las cúpulas de la catedral de Notre-Dame y en los puentes de Sydney. ¿Un suicida utópico? Ligeramente inefable, la personalidad de Petit es incuestionablemente cuerda. Su elegancia, determinación y felicidad armonizan misteriosamente con el viejo refrán sesentista del Mayo Francés: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Políticamente, sus acrobacias pueden parecer intrascendentes, pero cuando la prensa mundial le exige una explicación por lo sucedido su respuesta suena, para las coordenadas simbólicas de nuestro mundo, como una declaración subversiva. (RK)

MIÉRCOLES 5

16.00hs: Clásicos para un canon

https://i0.wp.com/www.conlosojosabiertos.com/wp-content/uploads/2011/01/osaka-elegy3.jpg?resize=246%2C149

Elegía de Naniwa, de Kenji Mizoguchi, Japón, 1936

69’ / ATP

Cortometraje: Las variaciones Marker (34’), de Isaki Lacuesta, España, 2007

Este soberbio film de uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos, también conocido como Elegía de Osaka (ciudad en donde transcurre el relato), sostiene su narración en los derroteros de una telefonista de una compañía farmacéutica que por obediencia y un sentido extremo de responsabilidad familiar habrá de convertirse en la amante de su jefe a cambio de dinero para poder ayudar a su padre, alcohólico endeudado, y a su hermano mayor, que necesita finalizar sus estudios. Elegía de Naniwa es esencialmente un retrato crítico del patriarcado japonés contemporáneo, lo que implica una yuxtaposición de valores tradicionales y modernos en donde la mujer, si no cuenta con dinero, solamente puede acatar un orden asimétrico de poder. Si bien se trata de un melodrama característico de Mizoguchi, su acento indirecto pasa por mostrar cómo el dinero define todos los vínculos, familiares y amorosos. El modo como Mizoguchi registra una función de teatro Bunraku es en sí una razón para ver esta obra maestra que, tras sostener el relato a través de planos generales y medios, una distancia prudente respecto de todos sus personajes, culmina con un primer plano del rostro de la heroína, una justa elección formal, lo que explicita delicadamente una política y una ilustración precisa del punto de vista del director. (RK)

18.00hs: El ojo lúcido (documentales)

https://i0.wp.com/www.wsws.org/images/2010sep/s03-food-480.jpg?resize=246%2C156

Alimento, S.A., de Robert Kenner, EE.UU., 2008

94’ / ATP

Cortometraje: El hipocampo (14’), de Jean Painlevé, Francia, 1933

Los travellings iniciales dentro de un típico supermercado, en el inquietante y nutritivo documental de Robert Kenner, constituyen un ejercicio preparatorio de deconstrucción, crítica y denuncia de una fantasía pastoral globalizada acerca del origen de nuestros alimentos, ficción explotada por el marketing y solventada por una industria corporativa monopólica que controla quiénes somos físicamente, al menos si entendemos que lo que comemos define en parte quiénes somos. Apoyándose en dos analistas expertos en el tema, Eric Schlosser (La nación de la comida rápida) y Michael Pollan (El dilema omnívoro), Kenner articula un discurso estructural sostenido en relatos personales, registros clandestinos, ejemplos productivos diversos y víctimas específicas de un sistema de producción industrial de alimentos que no es otra cosa que una faceta evidente del capitalismo, ya no como un sistema económico sino como un estilo de vida naturalizado. Que los trabajadores ilegales de México sean pares de los cerdos que descuartizan no es simplemente un rasgo de maldad de los ejecutivos de corporaciones como Monsanto y Tyson sino una consecuencia lógica de un sistema de creencias. Las panorámicas sobre los campos de producción al aire libre o miles de pollos colgando en una cadena de ensamble son tan contundentes como el testimonio de una activista republicana movilizada por la muerte de su hijo por una bacteria (E.Coli 1057:h7), una consecuencia directa del reemplazo del pasto por maíz en la dieta básica del ganado vacuno. Es precisamente allí en donde reside la potencia de Alimento, S.A., pues el film consigue visualizar el encadenamiento de distintas prácticas que constituyen una ideología siniestra que ordena oblicuamente nuestra experiencia íntima y colectiva. (RK)

20.10hs: Jean Renoir en foco

https://i0.wp.com/www.conlosojosabiertos.com/wp-content/uploads/2011/01/rules5.jpg?resize=271%2C203

Las reglas del juego, de Jean Renoir, Francia, 1939

110’ / +13

En su excepcional libro El fantasma material, Gilberto Pérez dice sobre el film de Renoir: “La tragedia es tradicionalmente la expresión formal del individuo, la comedia la expresión formal de la comunidad. Las reglas del juego es una tragedia de comunidad. Su fatalidad no reside en un individuo singular, en un héroe que tiene defectos –sus personajes poseen defectos que pertenecen a una humanidad común– sino en un orden social que ejerce violencia sobre la naturaleza y la naturaleza humana, una sociedad que fracasa en acomodar a sus individuos en una comunidad sustentable”. La descripción es filosóficamente perfecta, pero quizás no es del todo justa a la hora de describir una de las películas más importantes de la historia del cine, cuya ligereza y argumento pueden distraer de su perfección formal y sus derivaciones temáticas. Un aviador, un millonario, un amigo en común, una enigmática mujer australiana, sirvientes, miembros de la alta sociedad comparten un fin de semana en un castillo en donde las principales actividades son la caza y el teatro, aunque los amoríos furtivos están a la orden del día en la mansión. Se ha dicho que el trabajo sobre la profundidad de campo es magistral. Sin duda, el espacio de la mansión y el modo en el que Renoir lo registra sugiere no sólo una división topológica de clases sino un sistema de interacción entre éstas. Divertida y siniestra, Las reglas del juego postula un mundo en el que todos están al acecho. Matar un conejo o a un ser humano puede llegar a ser lo mismo, al menos si en las reglas del juego la caza define algo más que un deporte o una necesidad pretérita y primitiva de conseguir alimento. (RK)

22.15hs: Horizontes contemporáneos

https://i0.wp.com/www.vimooz.com/blog/wp-content/uploads/2009/11/samson-and-delilah.jpg?resize=244%2C162

Sansón y Dalila, de Warwick Thornton, Australia, 2009

101’ / +13

Cortometraje: Los tambores de antaño (9’), de Jean Rouch, Francia, 1971

La ópera prima de Warwick Thornton, galardonada en Cannes 2009, nada tiene que ver con la Biblia y la tradición judeocristiana, pues su historia transcurre en un páramo del desierto australiano en donde un grupo de aborígenes sobrevive. Destituidos de sus costumbres y forma de vida, los jóvenes parecen destinados a un nihilismo sin raíces y los ancianos a mantenerse con vida. En ese contexto, Sansón, un joven cuya pasión pasa por aspirar nafta, y Dalila, que cuida de su abuela y pinta motivos aborígenes en tela, habrán de probar suerte en una ciudad de blancos. El carácter trágico del relato, siempre neutralizado por la simpatía de los personajes y el amor que se tienen, ofrece una visión sombría para los habitantes originarios de Australia, aunque Thornton apuesta por el poder de la resiliencia, y en el extraordinario trabajo de sus dos intérpretes, quienes prácticamente prescinden de la palabra, su dudosa utopía de los sentimientos hasta parece verosímil. (RK)

00.30hs: La trilogía del proletariado

http://ojosabiertos.files.wordpress.com/2011/01/shadows-in-paradise.jpg?w=300&resize=255%2C143

Sombras en el paraíso, de Aki Kaurismäki, Finlandia, 1986

76’ / +13

Cortometraje: La vendedora de fósforos (32’), de Jean Renoir, Francia, 1928

La primera película de la trilogía del proletariado remite a Bresson en estilo y a Fassbinder en tono, y es un exponente perfecto de la sensibilidad y el estilo del cineasta más importante de Finlandia: melancolía, jazz y rock, pequeñas tragedias y esperanzas discretas, un cuidado ostensible sobre los colores, encuadres precisos y cierto antinaturalismo en las interpretaciones. Magnánima y minimalista, Sombras en el paraíso centra su relato en el paulatino vínculo que se establece entre un recolector de basura y una cajera de supermercado. Helsinki no es necesariamente una postal paradisíaca del famoso estado de bienestar finlandés, aunque el estándar de la clase obrera es claramente superior al de otras naciones. La violencia social es difusa pero evidente, y la tristeza ciudadana es una constante. En el inicio, el repentino fallecimiento de un obrero condensa la filosofía del film, así como un plano secuencia sobre unos comensales pudientes explicita su política. La única redención identificable en el imaginario del director es el amor romántico, aunque su concepción lo exorciza del sentimentalismo berreta del cine hollywoodense y le confiere un grado de verosimilitud poética. (RK)

JUEVES 6

16.00HS: Medievales y radicales

https://i0.wp.com/mmimageslarge.moviemail-online.co.uk/7613_Lancelot-du-lac-2.jpg?resize=250%2C201

Lancelot del lago, de Robert Bresson, Francia, 1974

81’ / +13

Mediometraje: La panadera de Monceau (22’), de Eric Rohmer, Francia, 1963

La historia es conocida, y no es la primera vez que se ha visto en el cine: un rey, un mago, una reina adúltera, un caballero leal al rey pero enamorado de su mujer, otros caballeros y, principalmente, la búsqueda del Grial. Pero bajo la dirección de Bresson, quizás el cineasta de mayor sensibilidad religiosa, la vieja leyenda de Arturo se convierte paradójicamente en un melodrama seco y un estudio histórico sobre la experiencia del cuerpo. El centro poético del film está en el sonido de las armaduras y en cómo el cuerpo humano obedece a una estructura metálica que incluso hasta puede borrar la identidad localizada en el rostro, una vestimenta ideal para los famosos modelos bressonianos. Lo que está detrás de la armadura, eso que sangra y es atravesado por una lanza, es el cuerpo humano. El carácter circular y profético del relato es también la aceptación de una derrota colectiva, una utopía que concluye con la fragmentación del reino. Que el film se haya rodado a principios de la década del ’70 puede ser visto como un testimonio indirecto de las revueltas sociales de la década anterior y su posterior fracaso. Pero Lancelot del lago excede a la interpretación. Es un film sensorial en el que los caballos son una presencia y en el que las manos y los pies destilan una delicadeza en tensión dialéctica con la brutalidad de las armaduras. El trabajo sonoro es magistral; la predilección por los planos cerrados y fragmentarios constituye una exposición depurada de una escritura cinematográfica. Los últimos 10 minutos sintetizan una teoría del cine y pueden ocasionar una conmoción en el espectador sensible como pocas veces sucede en el cine. (RK)

18.00hs: Mi primera película

https://i0.wp.com/deeperintomovies.net/journal/image10/sangue09.jpg?resize=239%2C183

Sangre, de Pedro Costa, 1989

95’ / +13

Cortometraje: El pulpo (10’), de Jean Painlevé, Francia, 1927

Esta contundente y magistral ópera prima poco se parece en principio a la obra posterior del gran director portugués Pedro Costa, aunque los personajes de Sangre pueden ser fantasmas como los de Juventud en marcha y una carta, aquí también, determina un poco su destino. Un padre abandona el hogar para un tratamiento. El hermano mayor cuidará de su hermano más pequeño, Nino. La maestra de la escuela de Nino es el amor secreto de su hermano. El padre quizás ha muerto, o tal vez lo han matado, aunque un grupo de mafiosos lo sigue buscando. El tío de Nino lo adoptará y lo llevará a convivir con su propio hijo, tal vez autista. En ese universo afectivo fragmentado, Costa impone una atmósfera espectral que magnifica la errancia existencial de sus personajes, aunque cada plano parece ser independiente y justifica su existencia en sí más allá de la lógica (onírica) que une una secuencia con otra. Una mano levantando un libro, las sombras sobre el agua, el reflejo de los fuegos artificiales de fin de año sobre un parabrisas, un balcón y la aparición de un muerto en un río son momentos visuales de un esplendor cercano al cine puro, como se ve en un plano de transición de un niño durmiendo con la mano ligeramente doblada. Las citas cinéfilas van de La noche del cazador a Los pájaros, aunque el espíritu de los Straub y Tourneur merodean durante todo el metraje. Quizás, como ha señalado Adrian Martin, Sangre no sea otra cosa que una historia de “sujetos que no poseen las herramientas necesarias para entrar al orden simbólico”. Esta pertinente lectura lacaniana no agota los múltiples sentidos de un film que se parece mucho a un trance, o a un sueño absorbente y críptico cuyo desciframiento es secundario porque la experiencia y el tránsito sobre sus imágenes es de por sí inolvidable. (RK)

20.00HS: Eduardo Coutinho en foco

http://www.ufmg.br/online/arquivos/anexos/Coutinho-thumb.bmp

Fin y principio, de Eduardo Coutinho, 2005

110 minutos / ATP

Cortometraje Maranhâo 66 (12’), de Glauber Rocha, Brasil, 1966

El lúcido realizador carioca Eduardo Coutinho visita un pequeño poblado del norte de Brasil, el territorio simbólico y político del genial Glauber Rocha, y a través de su peculiar metodología socrática de indagación consigue que un grupo familiar muy numeroso revele las estructuras sociales y culturales que lo constituyen; sus cuerpos develan una historia; sus palabras, un sistema de creencias. En efecto, la paradójica intimidad distante que establece Coutinho con sus entrevistados extrae de éstos discursos teológicos, históricos y existenciales, una radiografía social, a veces de una riqueza conceptual inimaginable en un contexto en el que la sequedad es mucho más que una condición climática. Los primeros planos de los rostros dignifican; el realizador consigue que sus protagonistas se singularicen a través de sus respuestas, por momentos geniales y de un rigor filosófico insólito. Hay disquisiciones cosmológicas, exégesis bíblicas heterodoxas y variadas meditaciones sobre la vida y la muerte, lo que permite verificar un modelo de saber que no es ni académico ni cosmopolita pero estimable y legítimo, más allá incluso de cualquier caridad antropológica. El Brasil de Coutinho no es de postal; nada de garotas, Cristos, Ronaldinhos, carnavales y el ritmo de samba. Se trata de un Brasil profundo, curtido por su pobreza material pero redimido por su excelencia espiritual, sin por esto transformar la carencia en una virtud o en condición necesaria de una sabiduría popular. (RK)

22.15hs: Horizontes contemporáneos

http://ojosabiertos.files.wordpress.com/2011/01/regista02.jpg?w=300&resize=246%2C168

El director del casamiento, de Marco Bellocchio, Italia, 2006

100’ / +13

Cortometraje: Cuidado con tu gancho izquierdo (12’), de Jacques Tati, 1936

Sergio Castellitto, quizás aquí un alter ego de Bellocchio, vuelve a sostener un film del director de Vincere, aunque esta película está más cerca de La hora de la religión que de su film sobre el Duce. Atmosférica y onírica, El director del casamiento se centra en un episodio extraño en la vida de un cineasta. Franco Elica está eligiendo el elenco para su nueva película. Una mujer misteriosa intenta acceder a una audición. En una estadía breve en Sicilia primero ayudará a un director novato a filmar una boda y posteriormente será contratado violentamente por un misterioso príncipe para registrar el casamiento de su hija, en lo posible en las coordenadas estéticas de Visconti. La premisa del film es enigmática: los muertos mandan en Italia, aunque Bellocchio se contrapone a la muerte apostando a Eros, fuerza viviente con la que se puede escapar de las instituciones. Aquí, el cristianismo y la mafia son dos fantasmas sociales que merodean el relato, y el absurdo y el humor matizan el conjunto de las escenas. Bellocchio es un director virtuoso: el plano inicial de una boda, unos hombres saltando por las calles, un pasaje con dos rottweilers en un castillo vacío y un director de cine “resucitado” esperando al lado del mar por su consagración póstuma son demostraciones del genio del director más importante en actividad de Italia. (RK)

00.20hs: Brisseau por dos

https://i0.wp.com/www.conlosojosabiertos.com/wp-content/uploads/2011/01/bscap0027.jpg?resize=252%2C188

Pasiones secretas, de Jean-Claude Brisseau, Francia, 2002

115’ / +18

Quienes hayan visto En compañía de los hombres y Ojos bien cerrados podrán constatar la deuda de Pasiones secretas con ambas películas. El film alcanzó una inesperada notoriedad (y el apoyo de los Cahiers du cinéma) debido al escándalo que suscitó la denuncia de una actriz contra el director por algunas escenas de contenido erótico. Lo cierto es que se deberá adolecer de un puritanismo extremo para sentirse molesto por las escenas de sexo (varias escenas lésbicas y una orgía muy estetizada), pues el verdadero “escándalo” del film pasa más bien por insinuar un orden social dominado por el cálculo egoísta. Su relato es casi una anécdota: dos mujeres jóvenes buscan ascender en una empresa manipulando a todos sus compañeros varones por medio de una seducción sistemática, incluso si esto implicar dañar emocionalmente a sus “víctimas”. El objetivo no es otro que prevalecer, aunque estas femmes fatales habrán de aprender y padecer la lógica del corporativismo contemporáneo, un estado de guerra difuso que va mucho más allá de la guerra de los sexos. (RK)

Roger Alan Koza / Copyleft 2011