LOS FALSIFICADORES

LOS FALSIFICADORES

por - Críticas
04 Ago, 2008 01:55 | comentarios

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

BATALLAS ÉTICAS

Los falsificadores, Austria-Alemania, 2006.

Escrita y dirigida por Stefan Ruzowitizky

*Tiene un rasgo redimible

Esta ganadora del Oscar puede convencer a más de uno, pero si se la examina a fondo su única virtud, su dilema moral, es también la máscara de sus ostensibles debilidades.

En uno de los ensayos fílmicos más extraordinarios de la historia del cine, El último bolchevique, el cineasta Chris Marker empieza su película con una cita: «No es el pasado quien nos domina. Son las imágenes del pasado». La sentencia pertenece a George Steiner, y es más que pertinente si se tiene en cuenta que hoy el cine opera como un escenógrafo y escriba de la conciencia histórica.

El Holocausto, la perversa mácula del siglo XX, tiene sus películas. Cada tanto, un nuevo título insiste en el recuerdo, como si narrar el espanto fuera suficiente para conjurarlo. Lo cierto es que las películas de campo exigen precisión sociológica y clarividencia política, pues no alcanza el retrato humanista y la contundencia existencial para poder inspeccionar en la gramática de la crueldad. Es esa la distancia y la diferencia que hay entre Noche y niebla y La lista de Schindler.

Basada en un libro sobre las memorias de un sobreviviente, El taller del diablo, de Adolf Burger, Los falsificadores no tiene como protagonista excluyente a Burger, miembro de la resistencia comunista alemana, sino a un falsificador ruso y también judío, Salomon Sorowitsch, acaso un artista del fraude, capaz de fabricar marcos alemanes como pasaportes argentinos. En algún momento será detenido por la manufactura de unos dólares falsos, y más tarde será un prisionero en un campo de concentración, aunque su talento para «dibujar» billetes habrá de ser en esa ocasión una garantía de supervivencia.

El drama del filme de Ruzowitizky gravita en torno a un dilema moral (y político). Por un lado, hay aquí un grupo de condenados que pueden acceder a una degradación menos humillante y evitar quizás la cámara de gas y otras atrocidades, pues trabajan en una suerte de fábrica de emisión de billetes y documentos falsos para el ejército alemán. Por el otro, dicho emprendimiento responde a un plan de desestabilización de las economías de los aliados a través de una hipotética inundación de moneda falsa. Paradoja siniestra: la propia salvación depende de que el enemigo alcance la victoria.

Si bien Los falsificadores intenta ilustrar la disyuntiva moral mencionada bajo una contienda dialéctica entre Sorowitsch y Burger, una tensión entre pragmatismo (ética de la responsabilidad) e idealismo (ética de la convicción), el problema del filme de Ruzowitizky es que participa de una discreta falsificación de la memoria, porque despolitiza el exterminio nazi en aras de una caricaturización de la demencia.

Ruzowitizky podrá apelar al zoom, a la cámara en mano, a un trabajo sobre las paletas de los colores que patentice su drama no exento de pasajes auténticos, pero como ocurría con La vida es bella de Benigni, un film que trataba a la audiencia como si ésta fuera un niño, Ruzowitizky protege al espectador bajo una sospechosa banda de sonido tanguera e interpretada en armónica, y hasta llega a mostrar un breve plano en picado de Salomon bailando en el campo. Poéticas y políticas ideales para llevarse una estatuilla de la academia de Hollywood, pero deficientes para contrarrestar al fascismo, un huésped que todavía resiste a su derrota.

 Copyleft 2008 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada durante el mes de agosto, con otro título y en otra versión, por el diario La Voz del Interior de la provincia de Córdoba.