LA EDAD MEDIA

LA EDAD MEDIA

por - Críticas
17 Oct, 2022 01:17 | Sin comentarios
La cuarentena no impidió que el cineasta encontrara alguna excusa para aventurarse con su familia a hacer una comedia.

Una comedia familiar

El método Moguillansky funciona del siguiente modo: un evento tiene lugar, una situación real que puede ser filmada, incluso por motivos ajenos a lo que después serán parte de la película en cuestión. De aquello que se define como real nace la ficción. La voluntad de ficción, además, siempre está teñida de comicidad. Puede ser un concierto de música, una huelga, el pedido de hacer una película, una gira teatral; lo que pone en movimiento a la ficción es secundario. La película se erige en fragmentos de lo real que son reescritos y escenificados como ficción, conjurando la obtusa manía contemporánea de no establecer distinciones entre la ficción y lo real. Las películas de Moguillansky no tienen nada que ver con el cine híbrido. La ficción comanda los fotogramas.

En La Edad Media el cineasta emprendió una comedia familiar. Junto con su hija Cleo y su esposa Luciana Acuña, tan responsables de la totalidad de la película como él, y con la presencia no menos estelar de su perra Juana, transformaron el encierro de la pandemia en un acicate para transfigurar la anomalía de la cuarentena. En la película se suman algunos otros personajes, algunos de forma virtual, otros de forma presencial, que permiten innovar frente a la inmovilidad total, la del cuerpo y la imaginación, grado cero de la ficción. A la repetición del tiempo sin más y un presente continuo sin dirección, los tres imponen vértigo a las tareas cotidianas, se rehúsan a dejar de hacer lo que aman y afrontan juntos los desafíos de una vida restringida. 

En un momento, suscitado por un segundo ejemplar de Esperando a Godot de Beckett en la biblioteca familiar, Cleo descubre que puede vender lo que no se necesita y adquirir dinero por venta virtual. Lo que quiere es comprar un telescopio para ver la luna. Esa deriva narrativa alcanza una hipérbole final que cifra nuestra época, en la que todo tiene un precio. De esa clarividencia sociológica se alcanza el absurdo y asimismo se postula modestamente lo opuesto: los breves momentos de hermosura que se acopian sin explicitarlos, como la mirada de la perra, las cambiantes nubes en el cielo, el crecimiento de las plantas o la presencia de una flor y los comportamientos de la luz natural no pueden ser traducidos en dinero. La observación y la experiencia estética no pertenecen al universo del Capital. 

La Edad Media es prodigiosa en su registro y en su montaje; plasma ritmo y fluidez en cada encadenamiento, puede incurrir en lo fantástico sin pedir permiso y añadir algún monólogo breve en el que toda la angustia existencial durante la pandemia se expresa con precisión. Los Moguillansky (o los Acuña) prefirieron no esperar el fin de la pandemia (que llegó), sino destituir ese verbo y reemplazarlo por otros: inventar, crear, jugar, y así imaginaron una aventura hogareña que consistía en hacer una película en condiciones imposibles. Presintieron en el cine algo más que un consuelo; entrevieron, acaso, un método eficiente para exorcizar el desasosiego que precipitó una minúscula entidad biológica durante ese año que vivimos en peligro.

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La Edad Media, Argentina, 2022.

Escrita y dirigida por Luciana Acuña y Alejo Moguillansky.

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*Publicado en Revista Ñ en el mes de octubre 2022.

Roger Koza / Copyleft 2022