FANNY CAMINA

FANNY CAMINA

por - Críticas
29 Sep, 2022 09:57 | Sin comentarios
Una película amablemente intempestiva.

LA CAMINANTE

“La sombra de esa mujer se me hizo luz”

Aurora Venturini

De fanatismos y mitos habla Fanny camina, la película de Alfredo Arias e Ignacio Masllorens.

Fanny camina, recorre, se traslada por espacios reales y simbólicos trazando una peripecia de la desamparada. Anacrónica, vestida como en la década de los 50, hace resonar sus finos tacos en el asfalto de una Buenos Aires que es actual pero fantasmagórica, pasada pero vacía. Fanny revive su experiencia que se centra, fundamentalmente, en el encuentro con Eva Perón. Fanny queda seducida por el genio y la figura de Eva, tanto como queda seducida por Juan Duarte, el hermano de Eva. 

Entre estas dos seducciones, esta mujer perseguida por su fascinación por la causa peronista, es perseguida hasta el fin de sus días. Todos los personajes están envueltos en un aura de extrañeza, de distanciamiento; no pertenecen ni a esta época ni a aquella. Están en un limbo donde las marquesinas de la avenida Corrientes vuelan, los recuerdos de éxitos pasados aparecen, los bares vacíos nunca se llenan. Un lugar mítico e icónico, detenido en un espacio sin nombre y sin tiempo. Esa especie de inframundo donde Hades, en el cuerpo de Fanny, recorre ese infierno temporo-espacial para mezclarse en el mundo de los mortales que no lo son tanto.

Ese lugar mítico- mito de dimensión colectiva y afectiva, el mito como construcción de una identidad nacional- es el lugar del peronismo del que Fanny es devota. De sensibilidades extremas está hecho el cuerpo físico de Fanny: sus labios rojos y su pelo negro, sus vestidos bamboleantes destilan palabras de amor y devoción para Eva, quien para entonces ya se estaba muriendo. La muerte eterna de Eva que no solo consume su propio cuerpo, sino que también consume a quienes la rodean, a sus descamisados y al “pobrerío”, y también las mujeres que la siguen, imitan y veneran. “Evita resultó mártir de una obsesión, el pobrerío, los viejos, los niños. Los infames victimaron su bello cuerpo, lleno de gracia plena y elaborado con bálsamo: rasgaron, ensuciaron, violaron” dice Aurora Venturini en Eva, Alfa y Omega, donde despliega sus recuerdos -reales o ficcionales- sobre su amiga Eva.

Pero no solo de misticismos y fantasmas habla la película de Arias y Masllorens, sino de espejismos y espejos. De ver y verse en el otro, de reflejarse en el cuerpo físico e ideológico de los otros y de reconocerse en ellos. Es, en definitiva, el cuerpo argentino, hecho de retazos, de voces, de gestos, de edificios, de obeliscos, de pura pasión popular. Ese cuerpo que nos refleja como se reflejan Eva y Fanny en el mítico espejo tantas veces visto. Los cuerpos recorren la iconografía argentina; desde Mansilla hasta Gardel, desde Echeverria hasta Maradona, desde Walsh hasta Legrand. Alguna vez María Moreno hablo magistralmente sobre el Cuerpo Argentino, con sus estallidos y sus pertenencias; su extraña manera de ser una especie de Frankenstein artesanal y deformado.  Fanny Navarro fue y será uno de esos cuerpos argentinos, sufrientes, dolorosos, fragmentados, exiliados en el fondo de un territorio impreciso que no deja de estar siempre demasiado presente. 

Como una Norma Desmond nacional y popular, un poco fanática, un poco loca; Fanny se aferra a sus amores, a sus pesares, a sus sentires y baja las escaleras de ese infierno gesticulando desmesuradamente, pero a la vez nunca deja de creer fervientemente en sus ideales. Como en Sunset Boulevard, la película se mueve en un rabioso blanco y negro que destella, ciega a veces y deja ver la arquitectura vacía de una ciudad eterna y sin tiempo. Tal vez, este gesto de los directores sea una conjetura que se proyecta hacia el futuro demasiado actual, ése donde la ideología política- sobre todo la del peronismo- suele ser castigada violentamente. Los directores de Fanny caminareconstruyen las huellas de una persistencia política: la del peronismo, ese peronismo del que el presente no puede liberarse. 

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Fanny camina, Argentina, 2021

Dirigida por Alfredo Arias e Ignacio Masllorens. Escrita por A. Arias.

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Marcela Gamberini / Copyleft 2022