29º FICVALDIVIA (06): LAS GRANDES

29º FICVALDIVIA (06): LAS GRANDES

por - Festivales
15 Oct, 2022 10:06 | Sin comentarios
En FicValdivia se proyectaron dos películas extraordinarias. Una es de un famoso cineasta catalán. La otra de un cineasta suizo que vale la pena conocer a fondo.

Este año, el festival de Valdivia tiene la particularidad de dejar un hueco de aproximadamente dos horas sin funciones alrededor del mediodía. Es un gran horario para detenerse de la vorágine de visionados, comer, pasear por la ciudad o, en el caso de los visitantes de prensa, trabajar. El viernes, en ese horario, Raúl Camargo citó a algunos críticos y trabajadores de prensa que se encuentran en el festival para almorzar en el bar “La Firma”, que con “La última frontera” y “Cosas ricas”, es uno de los spots del festival. Allí el director del festival reunió a les editores de Oropel, a Diego Batlle de Otros Cines y a este cronista y presentó una sorpresa: en ese mismo lugar y a esa misma hora habían sido invitados los directores y directoras de la competencia de la Selección Oficial Cortometraje Infantil Latinoamericano. La intención de la sorpresa fue generar un diálogo entre la prensa y estos realizadores cuyas películas, muchas veces prejuzgadas como obras menores, no son tan tenidas en consideración y se les prodiga poca o ninguna atención. Lamentablemente ya no quedan proyecciones de los cortometrajes, pero es una buena idea a futuro cubrir y pensar esa sección competitiva que tiene un lugar importante dentro del festival. 

Pacifiction

Al ver la grilla (muy bien diseñada y práctica, dicho sea de paso) de las funciones del día viernes uno puede observar cómo un bloque naranja ocupa el espacio de casi tres horas en el centro del día. El bloque naranja dice: “15:00 Pacifiction – Albert Serra 165`”. La nueva película del catalán proyectada en la sección Gala, donde se reúnen las últimas películas de grandes autores reconocidos, es todo lo impresionante que se viene diciendo desde su estreno en el festival de Cannes y más aún. El night club “Paradise Night” reúne por las noches de la Polinesia a mozos musculosos semidesnudos, hombres de la marina, artistas literarios y a un representante del Estado francés encarnado por un Benoît Magimel, cuya caracterización física y humor ingenioso (ligeramente cínico y perspicaz) remite al propio Serra. En “Paradise Night” todos hablan, ese parece ser el destino del lugar: ser espacio para la seducción, la ingesta de alcohol y la rosca política. La palabra tiene una preponderancia importantísima en todo el metraje y en ese nightclub se condensa una muestra de una poética del film palpable en una decisión de casting y dirección de actores: allí todos hablan francés, pero no hay dos personas que tengan el mismo acento. Serra muestra una Polinesia donde las reverberaciones de las ideas más antiguas de la colonización aún persisten y donde los hombres y mujeres del mundo llegan como arrastrados por la corriente del océano a encontrarse con una vida sin más destino que las playas, los nightclubs y los teatros de shows de danzas y exotismos locales. 

Tests nucleares y misteriosos submarinos son parte de un motor narrativo que inyecta una proporción de suspenso al film y moviliza al personaje de Magimel a deambular por la isla, un poco investigando y otro poco buscando placeres. En Pacifiction los libertinos que obsesionaron a Albert Serrá en sus últimos trabajos encuentran su símil contemporáneo en estos hombres poderosos alejados de las metrópolis y lanzados al alcohol, las noches sin término y los días al sol. 

En Pacifiction hay una persecución constante de lo sublime: no aparecen drogas en el film, pero de haberlas no harían ningún efecto. Un paseo en avión por la isla con avistajes de los muchos colores del océano o la fascinante puesta en escena de un show local que Magimel por alguna razón acompaña en los ensayos, son momentos de pura experiencia sensorial que apenas rozan lo que alcanza la secuencia más comentada del film y futura imágen clásica del cine: surfers, botes, Magimel y la cámara de Serra adentrados en el océano en un lugar donde por algún prodigio de la naturaleza las olas nacen gigantes y rompen con furia sobre todos. “Sangre y sudor” grita extasiado Magimel para expresar lo que le suscita un show donde bailarines danzan junto a gallos de riña, plumas y decoraciones boscosas. Para el personaje de Magimel, hombre cultivado y comprador, un artista es aquel que crea una lengua extranjera. Con toda su carrera y en especial con esta película, Serra manufactura un nuevo sistema para referirse a las cosas, expresar sentimientos y pensar. Pensando en lenguas, Serra comparte con el esperanto el hecho de estar hecho de restos de la cultura europea, pero su cine es lo contrario a esa lengua planificada para ser sencilla y homogénea. 

Pacifiction

Magimel hace de un funcionario estatal que no sabe donde está metido pero cree que sí. Hay algo de trama conspiranoica setentera en esos poderes ominosos que se tejen en los rincones oscuros de la isla y en las profundidades del mar. Todo puede volar por los aires, quizás estallar una tercera guerra mundial, nadie sabe nada y el protagonista menos. La política no solo se teje de manera abyecta sino infundida en una tilinguería apabullante. La idea que propone Magimel en un momento de celebrar el día de la Bastilla en la inauguración de un casino resistido por los locales, responde menos a la propuesta de izar una bandera de neocolonialismo francés que a un sentido común colonial instalado en su ser. La estética de Serra coloca el drama en la sensibilidad de un espectador contemporáneo que vive en un mundo como el descrito: naturalmente poderoso y entregado a incompetentes, náufrago y bello. Pacifiction es una película que se codea con Zama, El libro de la imagen o Los amantes regulares, películas hito de estas primeras dos décadas y moneda del Siglo XXI. Clásicos frente a los que el espectador queda boquiabierto y preguntandose qué es eso que está viendo. 

Unrest 

Hay una serie de cosas que indefectiblemente suceden, al menos una vez, durante la vida en los festivales: correr por calles desconocidas entre funciones, comer caro, mal y rápido, perderse películas por llegar tarde a la sala (buen momento para tomarse un ratito para turistear), terminar alguna noche en una fiesta, equivocarse de sala en el apuro constante y dormirse en una función. Ninguna significa mayor problema; es un festival y pueden pasar muchas cosas. El problema es dormirse en una función capital de la programación como la de Unrest de Cyril Schäublin. Las siguientes observaciones serán todo lo parcial que pueden ser los comentarios de una persona que se durmió durante una película. 

En Unrest es el siglo XIX en un pueblo de Suiza: allí la fotografía empieza a salir a la calle y demora muchos segundos en capturar imágenes; la precisión de relojes públicos depende de un hombre cuyo trabajo consiste en corregir las agujas de los relojes. El tiempo, además, tiene un corazón metálico.

Una trabajadora de una fábrica de relojes y el viajero ruso Pyotr Kropotkin son el eje de este film donde Cyril Schäublin compone sus imágenes con un cariz suave y lavado y con una cámara fija que extrae tiempos prolongados de las escenas; así, tanto la textura, como la quietud y el tiempo de los planos van en contramano de la aceleración de la vida que se dispararía a partir de esa época retratada. En este sentido, Unrest es un film primo hermano de Sobre las nubes, en tanto puesta en cuestión de la idea de tiempo en el corazón de una vida marcada por la venta del propio tiempo que los trabajadores emplean para sobrevivir. Además, en otro de sus movimientos a contramano, Unrest es un film relajante. Toda la violencia y el vacío que generaban en la boca del estómago las tomas del océano embravecido de Pacifiction, ahora, en la misma pantalla del Cineplanet valdiviano, son reemplazadas por la amabilidad de los sonidos acompasados de unos relojes y vientos que cruzan el pueblo. Despertarse exactamente en el plano final, por coincidencia o por prodigio de un aceitado reloj interno, constituye un impacto estético precioso.

Tomás Guarnaccia / Copyleft 2022

FICVALDIVIA 2022: 

5. Las formas (leer acá)

4. Más disidencias, obreras y sonoras (leer acá

3. Disidencia, contraimágenes (leer acá)

2. Las llegas y las tramas (leer acá)

1. Las primeras líneas (leer acá)