XX Y X: UNA ESPECIE EN PELOTAS

XX Y X: UNA ESPECIE EN PELOTAS

por - Ensayos
11 Jul, 2008 02:14 | Sin comentarios

Por Roger Alan Koza

La letra obliga. X no puede sugerir otra cosa que cine condicionado, porno, erótico, sucio, caliente, libertario, explotador, inmoral; según cómo se evalúe a este género problemático se habrá de adjetivarle, bajo la égida de una ideología que modela la mirada y expresa un vínculo con este tipo de imágenes. Pero no hay nada que pueda censurar una evidencia: la pornografía es parte de la historia del cine.

Una posible definición liberal: «La pornografía es material sexual explícito, imágenes en papel o en película, o palabras sobre papel. Algunas personas disfrutan de ver este material; otras personas no lo disfrutan. Prohibir por ley la producción y la diseminación de este material es un acto inconsciente por parte de un gobierno de piedad moralista, o simple tiranía. Si no te gustan las palabras, ciudadano, no las leas. Si no te gustan las imágenes, amigo, no las mire». Así puede leerse en un manual respetable de Film studies. Desde ya, hay otras versiones, la feminista, por ejemplo: «La pornografía es la subordinación sexual en términos gráficos de la mujer».

Liberalismo político y políticas de la identidad y del género, aproximaciones falaces para advertir el reverso de un fenómeno que necesita ser pensado sin la cómoda coartada de la moral o la indignación y fiereza características del defensor de la libertad. Ni Ratzinger, ni Larry Flint. Y mucho menos, se habrá de asentir ante la gnosis acomodaticia de los gurúes del erotismo new age, con sus prédicas utilitarias a la medida de un tipo de sujeto narcisista que mientras coge cree canalizar las energías más elevadas del universo (y ahora con su último mantra audiovisual en manos de Subiela: No mires para abajo [2008], una iniciación al tantrismo porteño).

Se podría ensayar una defensa formal del cine pornográfico, su secreto vínculo con el cine de vanguardia. Pero basta señalar que hoy, en términos formales, es uno de los pocos géneros «populares» en donde no se canoniza una versión narrativa del cine y en donde la duración de los planos no responde a una lógica audiovisual dominante por la que un plano no puede durar más de cuatro a siete segundos. La pornografía, a pesar de ser la apoteosis del consumo, se desmarca de la naturaleza MTV de las imágenes, o del devenir publicitario de los planos.

 

Mientras que un espectador satisface su deseo más secreto, las reglas del porno, involuntariamente, le propone un ejercicio visual en el que no se manipula ni se prevé su tiempo de parpadeo. La fascinación vouyerista es incluida en el montaje. No hay historia que articule los planos, hay sí una avidez de verlo todo y en una duración que simule fragmentos reales de tiempo. En el cine porno, el plano secuencia domina y se articula en la presunta proeza del poder de un cuerpo que puede ser filmado en su fuerza física y repetitiva, expresión vital y primitiva, radicalmente disociada de la (inter)subjetividad: es el cuerpo animal doblemente desnudo, desprovisto de ropas, pero también de la metafísica de los signos. Gritos, gemidos, y planos detalles, cuya única operación humanizante es la consagración irrisoria de la estrella porno. En otras palabras, la pornografía, excepto por su aporte formal hasta aquí señalado, funciona como un memorándum perverso de que somos una especie entre especies. Un registro banal, sin dudas, del instinto de conservación y del instinto de placer.

Por alguna razón sociológica, quizás por azar, o quién sabe si por una búsqueda de desmarcarse de un cine narrativo codificado a imagen y semejanza de Hollywood -otro modelo de pornografía- después de todo, a fines de la década del ’90, el llamado cine arte o cine de autor empezó a incorporar pasajes pornográficos a sus ficciones…

(El texto completo se puede leer en Revista Diccionario, número 4, junio 2008 que se edita en la ciudad de Córdoba; a cada uno de los participantes se le asigna una letra del abedecedario y tiene que escribir en consecuencia. Me toco la X, como puede desprenderse del texto)

FOTOS: 1) Una ilustración elocuente; 2) la estrella de Gargante profunda.

COPYLEFT 2008 / ROGER ALAN KOZA