LXS DESOBEDIENTES

LXS DESOBEDIENTES

por - Críticas
15 Jun, 2022 08:24 | Sin comentarios
La última película de Nadir Medina es algo más que una evocación del Cordobazo.

DE FRENTE LA ESPALDA

En una de las imágenes de archivo del Cordobazo que componen gran parte de Lxs desobedientes, última película del realizador cordobés Nadir Medina, hay un plano de lo más sugestivo: en medio de unas corridas, ocupando casi un tercio de la totalidad de la imagen, aparece en pantalla un camarógrafo de espaldas registrando la misma escena que la cámara que, animada y desprolija, lo toma de atrás. ¿Por qué razón un camarógrafo encomendado a documentar aquella revuelta popular de 1969 cometería semejante desprolijidad? Pensemos dos posibles razones: puede que hubiera una enorme cantidad de camarógrafos registrando simultánea y caóticamente ese mismo evento, tantas cámaras que resultaba imposible no toparse con alguna en medio del cuadro; o bien puede que el camarógrafo haya incluido adrede a su colega, quizás para documentar la cobertura mediática del evento, para mostrar cómo se mostraba. Voluntad urgente de registro de una realidad que hierve y puesta en escena de las condiciones y problemas del acto de captura, dos nociones que se pesquisan de ese plano de archivo y que son, a la vez, núcleo del film de Medina.  

“Finales de mayo. Córdoba. Argentina”, anuncia Lxs desobedientes en su inicio; la omisión de la especificación del año lejos está de ser una nimiedad. Esta obra de Nadir Medina es en simultáneo una evocación del Cordobazo, con imágenes de archivo novedosas que muestran las vicisitudes de aquella lucha obrero-estudiantil contra la represión del onganiato, y una ficción sobre una trabajadora del trolebús envuelta en una rebelión contra un régimen opresivo. Hablar de tiempo presente en el nivel de la ficción sería engañoso. El escenario es Córdoba y las imágenes corresponden a la actualidad, pero a la vez no: todo en el film se recubre de una pátina fantasmática, las imágenes del pasado se invocan casi como visiones de tiempos pretéritos en un ritual pagano y el presente se corre un paso hacia un futuro tan próximo como gris y cercado por la represión.

En Lxs desobedientes la cruza de archivos con imágenes del presente, de lo que sucedió y lo que se produce ahora, no solo constituye el choque de dos tiempos, dos texturas visuales y sonoras que incitan al automatismo de la comparativa, al rastrillaje de lo que hoy falta y habría que recuperar del pasado. Las luces de la noche cordobesa, los recortes en los planos de archivo que detectan cámaras entre la muchedumbre o los rostros capturados en primeros planos de los desobedientes se suceden como notas de un arpegio fantasioso. Como en la mezcla de dos colores primarios que dan lugar a un tono nuevo, único, es en el montaje desprovisto de contrapuntos simplistas entre las imagenes de archivo y el blanco y negro que materializa el atemporal periplo de la protagonista, de testigo de un asesinato a participe de una rebelión dentro de una célula de desobedientes, donde nace el caracter desajustado, vívido y por tanto cautivante de las atmósferas del film. 

Se podrían trazar lazos entre Lxs desobedientes y el temperamento de disputa del cine militante argentino de finales de los 60. La asociación con films como Argentina, mayo del 69: Los caminos de la liberación está allí, sobre la mesa. Pero el tratamiento estético en Lxs desobedientes, con su amalgama de materiales, tiempos tensionados y preocupación plástica, traza otra línea con films de otro cine de aquella época inclinado sobre las tensiones entre las vanguardias estéticas cinematográficas y las políticas, con obras como Invasión e incluso, en algunos aspectos, The Players vs. Ángeles caídos. Fábulas de ciudades y espacios como terrenos en debate entre grupos antagónicos de desobedientes y represores, poderosos y disidentes, los de arriba y los de abajo o los del norte y los del sur. Pero el parentesco no es solo una cuestión narrativa o de estructura, sino más bien imaginativa. 

Medina crea un mundo propio de desobedientes conformado por mujeres trabajadoras, adivinas místicas y hombres de glitter y delineado furioso que se reúnen en células bajo las tribunas de un estadio, en los ratos libres de la terminal del trolebús o en fiestas de música electrónica y humo. “Tengo miedo de hacer otra película, me da terror pensar que debo responder como si tuviera las respuestas, mintiendo para no quedarme solo y de espaldas a la cámara”, dice una voz al inicio de Lxs desobedientes, exponiendo quizás dudas del realizador dentro de su propio film, tal como aquel camarógrafo del 69 que parece mostrar su arrojo filmando a su colega. Temores expuestos, pero disipados por la misma película que minuto a minuto toma envión propulsada por una trama paranoide de lucha entre “buenos y malos» fundida con la gran revuelta. El juego, ya sea en el sexo, la política o el arte, se mueve por el rechazo al contento, pero fundamentalmente por la capacidad de saber pedir y buscar disfrute, chispas de beatitud. Imitar, anquilosarse bajo fórmulas o resguardarse en lo seguro inhibe todo motor de creación. Films como este parecen sugerir que la respuesta al miedo infundido por las consecuencias de empujar por perseguir el bienestar es siempre el hacer, el imaginar. 

Lxs desobedientes no atomiza su posicionamiento ideológico en sus sutilezas plásticas. Nos encontramos frente a un film que explícitamente recoge, cuál guante tendido, algunos problemas de su época. Las ideas de cambio y libertad, apropiadas por el ala derecha de la política nacional e internacional son aquí recapturadas como bandera y dadas vuelta de adentro hacia afuera. Lxs desobedientes es grupo, unión y lucha, es comunidad, idea también difuminada en las brumas de nuestro tiempo. Medina hace una película testaruda que se niega a asumir dos sentidos comunes hondamente instalados: por un lado, aquel de la vida de derecha de este siglo que dicta que nada puede cambiar, que no hay alternativa al orden del mundo en que vivimos; y por otro, ese propio de la crítica más reaccionaria que establece que la explicitud de un punto de vista ideológico va en detrimento de la expresión artística. Siguiendo los trazos del film se puede pensar que cultivar autoconciencia no sólo es reconocer los yugos de una época, es también modificar a través de la estética la relación del sujeto con su entorno, como quien descubre nuevos rincones de su cuarto luego de alzar la vista de un poema.

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Lxs desobedientes, Argentina, 2022.

Escrita y dirigida por Nadir Medina.

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Tomás Guarnaccia / Copyleft 2022