LO QUE (NO) DICE LA «ENCUESTA DE CINE ARGENTINO»

LO QUE (NO) DICE LA «ENCUESTA DE CINE ARGENTINO»

por - Ensayos
15 Nov, 2022 11:46 | comentarios
A propósito de la cuarta encuesta de cine argentino.

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En principio (antes de intentar desbrozarla) hay que agradecer que una nueva encuesta sobre cine argentino (https://encuestadecineargentino.com) exista. Vivimos en un país que tiene un Instituto de cine pero no una Cinemateca, cinéfilos expertos en cine internacional que desconocen la historia de su cine, y críticos que dedican su demasiado o poco esfuerzo a escribir sobre temas vaporosos o impropios (en todo sentido). ¿Estoy exagerando? Apenas, si se observa otros proyectos de los mismos responsables de esta bienvenida encuesta. Bienvenida ante todo porque nos deja ver estos y otros problemas. Así que no se lea esto como reproche sino como aliciente, muchachxs: el cine argentino es nuestro destino, y aun está todo por hacer. Ni fuentes primarias tenemos, porque las generaciones muertas no parecen pesar en la conciencia de los vivos. Casi ninguno de los cineastas que encabezan esta lista o tienen varias películas entre las más mencionadas tiene ni siquiera un libro que estudie a fondo su obra.

Pero antes de sumergirnos en sus resultados, debemos tratar de explicar por qué esta encuesta nos parece viciada de forma, antes de intentar un análisis que, por eso mismo, no puede ser más que una interpretación igualmente sesgada. Desde ya, todo recorte implica ya una mirada, pero por eso mismo debe ser lo más objetivable posible. Y lamentablemente esta “encuesta” no lo es, estrictamente hablando: no es una muestra precisa, como para sacar conclusiones más o menos claras. Es más un relevamiento que una encuesta (cuya técnica busca más precisión en la definición del campo y la formulación del requerimiento), pero como el sitio creado anuncia a toda pompa que se trata de “las mejores películas”, no podemos sino señalar esa falta de rigor. Como es sabido, el origen de la palabra canon remite a un grupo de obras pero también a una vara de medición: aquí solo tenemos una lista bastante caótica.

(Nota bene: Como este comentarista tiene sus tres de sus largometrajes mencionados, e incluso uno colado entre las “100” más votadas, podría contentarse con el resultado, pero nobleza obliga: así que no se lea esto como un lamento personal, sino como un llamado a la (auto)crítica. El mismo comentarista no cree que dicha película sea su “mejor”, ni desconoce que hay otras muchas que podrían ser mejores que ella, del mismo modo en que sospecha que Martel debe pensar lo mismo de su primer puesto. Solo un inconsciente o un pedante puede creer que su sitial está consagrado y asegurado… No hay nada más variante que una lista de “mejores”, por eso es que al menos debemos saber con qué vara se las mide.)

Prisioneros de la tierra

Vayamos entonces a la clave del equívoco: “A cada participante se le pidió una lista de sus diez películas argentinas preferidas (…) con el objetivo de alcanzar las cien mejores”. De esta incongruencia entre pedido y objetivo deriva un problema de base: Esta lista no puede ser leída ni evaluada como un posible canon, pero tampoco como un mero señalamiento del gusto de una época. Probablemente el resultado habría sido diferente si se hubiera optado entre “mejores” o “preferidas”, o en todo caso hacer dos listas o encuestas para ver la diferencia… Tal como quedó, por ejemplo, Esperando la carroza tiene más votos que Prisioneros de la tierra, sin que sea claro como evaluar o pensar ese resultado: ¿Se la propone como una de las “buenas”, o solo se asume su lugar en la memoria popular? Como sabenos (y esta lista misma prueba), ambas cosas pueden no ir juntas. En este caso, no  sabemos siquiera si estaría en el canon Esperando la carroza de votarse las “mejores”, o si no quedaría más alto aun si solo se votaran las “preferidas”…

En definitiva, lo que no deja ver con claridad la encuesta es si el resultado (lo que parece sobrar o faltar) responde a lo que Williams llamó “tradición selectiva”, o simplemente al poco conocimiento de la historia del cine argentino. Por supuesto, ambas cosas se relacionan, en tanto la “tradición selectiva” opera por olvidos inducidos, que son más fáciles de lograr cuando hay películas literalmente desconocidas que podrían haber entrado en la lista de no ser ninguneadas, mientras otras aparecen por su mera popularidad o bien por efecto de consensos evidentes o a descifrar.

Que la lista de votantes sea tan amplia podría ayudar al menos a tener una estadística, si el criterio hubiera sido parejo. Pero aquí se mezcla notoriamente “la biblia y el calefón”: Me refiero a los resultados, no a los votantes (aunque algunos asumen en las redes que votaron sin tener cabal conocimiento), visto que los prejuicios se desvanecen al ver las insólitas elecciones de notorios conocedores del cine argentino, que tienen al menos una visión panorámica de su campo. Abundan las sorpresas, en el mejor y peor sentido, y quizá acceder cada lista individual sea lo más interesante de esta encuesta (ya que la propia tradición es algo que nunca se explora, ni siquiera en las entrevistas a cineastas: la conversación suele girar en torno a cualquier cosa menos a pensar relaciones y herencias). 

La ciénaga

Ahí se comprueba también que hubiera sido bueno establecer algunas reglas claras, vista la cantidad de participantes que tienen el impudor de votarse a sí mismos, a sus parejas, o las películas de las que formaron parte. Aunque sospechamos que ni siquiera un pedido expreso habría logrado eludir las afinidades electivas (por no decir el amiguismo) que campea en estos casos. El problema es que con una dispersión de votos tan grande (en la que con solo 11 se accede a un sitio entre los “100”) cada voto cuenta y algunos acuerdos más o menos esperables pueden incidir en los resultados.

Otro problema es la cantidad de películas a elegir: algunos mencionan menos de 10, y otros evidentemente podrían o querrían mencionar muchas más. Probablemente el resultado también hubiera sido diferente de haber podido sumar otras películas a cada lista, lo que hubiera dado más votos a muchas de las que quedaron perdidas (buena parte del conjunto han tenido solo un voto) y asegurado un puesto mayor a otras (aunque sin la distinción entre “mejores” y “preferidas” tal vez no hubiera variado mucho la confusión).

Los editores advierten que “la encuesta no pretende constituirse como una lista inmutable del mejor cine ni revelar ninguna verdad. Intentamos, más bien, construir una foto de los gustos, influencias y modelos cinematográficos en una época determinada”. Y seguramente, pese a todo, esta lista no dejará de hablar de su tiempo. De los votantes más que de las películas seleccionadas: de un estado del campo (¿intelectual?) del cine argentino. Por eso sería necesario (para la próxima, que esperemos no sea en otros 20 años) ser más precisos en la convocatoria, para que ese estado de cosas quede radiografiado de modo que pueda ser comparado con el de otros tiempos. Algo de eso, sin embargo, intentaremos leer en los resultados. 

Antes una última cuestión formal, en relación a la necesidad de comparar (públicamente) las listas: La presentación nos informa que “tanto los resultados completos de la última edición, en el 2000, como las diez películas más votadas de las encuestas de 1977 y 1984, fueron publicados en el número 4 de La mirada cautiva, la revista del Museo”, pero no repite esa iniciativa publicando esos resultados en el sitio. 

Ahora sí, digamos algo sobre esta selección argentina.

Las aguas bajan turbias

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Empecemos por la constatación numérica, para ver si podemos interpretarla de algún modo. Los editores señalan que “más de la mitad de las primeras cien películas no habían aparecido en encuestas anteriores, y alrededor de un tercio de esas cien fueron estrenadas después del 2000”. Hay escasas películas previas a los años 60, y ninguna entre los primeros puestos: la primera es Las aguas bajan turbias en el puesto 14. Muchas de las otras (como Los tallos amargos o No abras nunca esa puerta) responden notoriamente a la reciente difusión de sus restauraciones, no debidas precisamente a una iniciativa local, pero que muestra la potencia que podría tener la existencia y el funcionamiento de una Cinemateca Nacional, más allá de su función primordial de preservación. De todos modos, no podemos achacar solo a eso el evidente desconocimiento del cine clásico argentino, visto que hace rato puede encontrarse casi todo (lo que no está ya perdido) en YouTube. No es la mejor opción, pero si se votara sarlianamente solo por lo que solo se vió en sala, habría aun menos películas de ese período en la lista…

Leonardo Favio acapara los puestos 4 y 5, pero con dos de sus películas de los 60 (El dependiente y Crónica), pero curiosamente el Romance del Aniceto y la Francisca, que antes ocupaba los primeros puestos, quedó ahora en el 13. Moreira recién entra en el 11, y Nazareno en el 17. Metió cinco títulos en el Top 20. Esto no es curioso, visto que suele ser uno de los pocos cineastas que todo el mundo suelen mencionar con reverencia (aunque encontrar su influencia sea más difícil). Tampoco llama la atención la preferencia por sus películas de los 60, que pueden relacionarse más fácilmente con el Nuevo Cine Argentino de los 90, la notoria nueva incorporación en esta encuesta, no solo en cuanto a películas sino a votantes. Es evidente en los resultados que hay más peso de la generación joven e intermedia, aunque también algunos viejos votantes aporten al recambio.

En la lista de las 100 hay tres de Rejtman, Poliak, y Caetano, que conforman junto con Martel la primera avanzada del NCA. “Avanzada” en un doble sentido, acaso irónico, en tanto se trataría más de rendir homenaje a sus iniciadores que festejar su ascenso. Diego Lerer se sorprende de “lo bajo que quedaron las películas de Lisandro Alonso (Los muertos y La libertad están 71 y 72), y Pablo Trapero (Mundo Grúa está 51 y había figurado en el puesto 10)”. Pero tal vez no sea tan extraño, después de todo, en tanto la evolución de su cine se despega de ese impulso inicial, que tampoco alcanza la potencia que le da a La ciénaga la preeminencia sobre el resto. Martel, como Favio, es una “cineasta sola”. También lo son a su modo Poliak y Rejtman (a los que ya reuní en la genealogía de El país del cine), pero ciertamente son muy distintos entre sí. En ese sentido, si es de celebrar el lugar ganado por Poliak, por el contrario se ha convertido en un problema el de Rejtman, cuyo cine parece tan anclado como Alonso en esa “estética de la abstención” (tal como la llamó uno de sus votantes, Emilio Bernini) que con los años se ha vuelto un equívoco sin salida dialéctica.   

Invasión

Algo de eso hay, sin embargo, viendo los tres primeros puestos: La ciénaga, Invasión y Tiempo de revancha son films consustanciados críticamente con su presente, y esa es parte no menor de su grandeza (aunque el film de Santiago ha sido forzado a ser leído como antecedente de la abstención /abstracción). El cine de Rejtman, en cambio, en tanto visto como comedia y no como tragedia, señala la insistencia de un noventismo tardío que otras elecciones cercanas en la lista (como JuanLa hora de los hornos o Los traidores) recusan. Podríamos decir, parafraseando a Borges, que si Los guantes mágicos (puesto 49) ocupara el lugar de Silvia Prieto, “otra sería nuestra historia [del cine] y mejor”.

Hay notorias incorporaciones y exclusiones, ascensos y también descensos notables. En relación con la encuesta de 2000: Camila pasó del puesto 2 al 27, La historia oficial del 8 al 35, La Patagonia rebelde del 3 al 30, Rosaura a las diez, del 4 al 23, La guerra gaucha, del 7 al 77, por citar solo algunos casos. Pero entre las 100 también hay mucho del antes despreciado “cine de los 80”: No solo Esperando la carroza o Tiempo de revancha (esta en el merecido top five) sino films antes invisibles como Juan, como si nada hubiera sucedido o Habeas Corpus, que demuestran que si esa década no fue prodigiosa al menos fue más rica de lo que sus odiadores proponen. Aristarain es precisamente el hilo que viene a suturar ese corte, con cuatro entre las 100: ese cine es el que el NCA había renunciado a hacer, y ahora lentamente vuelve a resurgir, aunque todavía sin la potencia o el valor de Tiempo de revancha. Hay también dos películas de los 80 de Solanas (entre sus cuatro del top 100) y cinco películas de Bemberg, lo que consolida su lugar (previsible en este caso y no tanto en el otro).

Era esperable también que las dos megapelículas de Mariano Llinás ganaran un lugar por prepotencia de trabajo, aunque no hay de otros integrantes de El Pampero entre las 100. Esto no habla de sus compañeros de ruta sino del lugar excéntrico de Llinás, en tanto también a su pesar es un “cineasta solo” aunque en otro sentido: Historias extraordinarias (puesto 15) quiso ser vista como un recomienzo de todo el NCA, pero solo señaló su final. (Sospechamos que Argentina,1985 –confirmación de ese giro, aunque tampoco logre ser una película modélica para las nuevas generaciones– integrará esta encuesta en el futuro.)

Algunas de las películas más recientes del ranking son (además de la del comentarista, ya citada): Cuatreros de Carri, El silencio es un cuerpo que cae de Comedi, Las Mil y Una de Navas, y Esquirlas, de Garayalde, estas dos últimas de 2020 (de hecho hubo 49 votos para films desde el 2020 hasta acá). Estas películas son respetables, pero es altamente probable que –como siempre ocurre con las más cercanas en el tiempo– no permanezcan en su sitio en futuras listas. Esto se aplica generalmente a las de los últimos 20 años, aunque como vemos hay películas de ese tiempo, como Felicidades o Historias mínimas, que aun ocupan un incomprensible lugar. Ojalá Cuatreros superara a Los rubios con el tiempo (ya que de hecho se propone como su superación “dialéctica”), pero vemos ahí la misma insistencia que llevó a Silvia Prieto al top ten. 

Por supuesto hay cosas acaso más penosas, como el sitial reservado a dos películas infames como Relatos salvajes y Tiempo de valientes. Si le lector se pregunta por qué son infames, es parte del problema… (No voy a abundar aquí en la respuesta, lo remito a lo que ya escribí en este sitio sobre el cine de Szifrón).

Otro resultado llamativo es la por el contrario bienvenida presencia del cine experimental, aunque la que logró un puesto entre las 100 sea Ofrenda, de Claudio Caldini. Digamos que un corto de 5 minutos con “infinitas margaritas se superponen” no puede ser más destacada que la película más radical (también en un sentido político, que acaso disgusta a muchos) del cine experimental argentino: me refiero a La pieza de Franz, de Fischerman, que solo tuvo dos votos (la misma cantidad que Org, ese ovni de Birri que también merecería ese sitial).

Cuarentena

También sucede, si hablamos de injusticias, que hay cineastas mencionados solo por una película, que tienen otras igualmente considerables, como Romero (Tres anclados en París), Vallejo (Reflexiones de un salvaje) o Echeverría (Cuarentena), por solo nombrar grandes películas sobre el exilio. Así, es de desear que, además de subidas y bajadas, en futuras votaciones se encuentren películas que en esta no tuvieron ni un voto. Por mencionar solo algunas notables de los años 70: El habilitado (una película que puede dialogar con el cine de Poliak), La hora de María y el pájaro de oro (un Nazareno con conciencia de clase) y Los miedos (que nuestros numerosos cultores del género ignoran). 

En fin: esperemos que la encuesta sirva para ver, sobre todo, lo que falta. Pero no esperen a la cada vez más lejana Cinemateca… Nunca tendremos una retrospectiva completa de Christensen, Saslavsky o Torre Nilsson, en estupendas copias restauradas, como cualquier país del mundo con la tradición (in)visible del cine argentino. Habrá que seguir dependiendo de la poca voluntad del INCAA (que no es sino el resultado de la poca voluntad de la industria), y de la actividad incansable de archivistas como Fernando Martín Peña (sin quien ni Juan ni Los traidores hubieran picado en punta en esta lista), y por supuesto de los abnegados o resignados cinéfilos que comparten sus mejores copias donde pueden o los dejan… Así que los futuros votantes no tienen disculpa: hay mucho para ver y descubrir, incluso a solo un click de distancia, empezando por los links que aparecen en el sitio de la encuesta. No hace falta ser un cinéfilo (casi diría que es mejor no ser un cinéfilo, siempre más atento a otras distracciones): Basta un poco de curiosidad, un poco de amor (por lo) propio. Al menos mientras todavía tengamos, de todas esas películas, su pálido fantasma.

Nicolás Prividera / Copyleft 2022