EL BAFICI DESPUÉS DEL BAFICI 2014 (03): BAFICI 2014: MÁS CANTIDAD QUE CALIDAD (PRIMERA PARTE)

EL BAFICI DESPUÉS DEL BAFICI 2014 (03): BAFICI 2014: MÁS CANTIDAD QUE CALIDAD (PRIMERA PARTE)

por - Críticas, Festivales
20 Abr, 2014 08:42 | comentarios
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Tierra de nadie

Por Jorge García

Con características parecidas a las de los últimos años se desarrolló la 16 edición del BAFICI, teniendo como centro por segundo año consecutivo el Village Recoleta. Al hablar de similitudes con ediciones anteriores, me refiero a la superabundancia de películas –muchas de las cuales parecerían cumplir una mera función de relleno-, a la gran cantidad de actividades paralelas, no siempre interesantes, y a la respuesta masiva del público, el mismo que, cuando ocasionalmente se estrena alguno de los títulos exhibidos, no va ni por casualidad a verlo. En cuanto al tema de la cantidad de películas, hay muchas opiniones que están de acuerdo con ello, pero tal vez sería preferible una reducción de los títulos presentados y un mayor rigor en la selección de los mismos. También –y en esto no me quiero meter demasiado, porque puede que tenga que ver con las vicisitudes económicas- dio la impresión de que faltaron títulos importantes exhibidos en otros festivales y que hubo algunos baches importantes (vg, el cine asiático). Tampoco dio la sensación de que las películas de Bron, Fetz o Uri Zohar, a quienes se les dedicaron sendos focos, fueran tesoros ocultos a descubrir. Como saludable contrapartida, hay que señalar, que la selección de películas argentinas (una porción importante del festival) estuvo por encima de las de años anteriores. Pasemos entonces a reseñar muy brevemente varios de los títulos vistos.

Empecemos entonces con algunos documentales. Burroughs: la película, de Howard Brookner, utiliza filmaciones realizadas entre 1978 y 1983 (la película es de ese año) para ofrecer un retrato auténtico y descarnado sobre el iconoclasta escritor. El film desde lo formal no ofrece mayores novedades, aunque la presencia de algunas celebridades, como Allen Ginsberg y también la del amante del escritor, le otorgan interés. El ritmo por momentos decae, pero el material de archivo es extraordinario.

Opera prima del brasileño Davi Pretto, Castanha, ofrece un retrato atractivo de un actor gay que vive con su madre y practica el travestismo. Para los que hayan visto En un año de trece lunas (R.W.Fassbinder) y/o Morir como un hombre (J.P. Rodrigues) el film tendrá gusto a poco, para los que no será una experiencia interesante.

Los colonos del caudillo, del alemán Dietmar Post y la española Lucía Palacios comienza filmando a los habitantes de Llanos del Caudillo, un asentamiento rural, como otros, promovido por el franquismo, con la intención de crear un nuevo hombre de ideas fascistas. Lo más interesante es la descripción de los resabios falangistas en España (no solo en los pobladores), aunque el film está lastrado por su defensa casi incondicional de las políticas de Felipe González, tan responsable como los demás gobernantes de que no se investigaran los crímenes del franquismo.

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Iraní

Iraní, de Mehran Tamadon expone el viaje del director, que vive en Francia a Teherán, para discutir con varios simpatizantes del régimen sobre distintos temas polémicos. La poco novedosa conclusión a la que se llega es que en Irán hay censura, aunque lo curioso en el film es que uno de los representantes del oficialismo posee mucho más carisma que el protagonista y sus argumentos aparecen como más sólidos y convincentes.

A partir de un dato objetivo – la existencia en estados Unidos de 90.000 niños desaparecidos- ¿Quien se llevó a Johnny?, de David Beilinson, Suki Hawley y Michael Galinsky es un documental centrado en un matrimonio al que una tarde a sus hijos se los tragó la tierra sin que los volvieran a ver y en la figura de la madre de Johnny Gosch, un adolescente que repartía leche y que fuera secuestrado en 1982, quien desde entonces ha desarrollado una incansable búsqueda de su hijo. El film, en el que hay algunos segmentos muy logrados, es una suerte de thriller documental en la que se entremezclan la pedofilia, la trata de personas y hasta una presunta enigmática aparición y nueva desaparición del muchacho varios años después.

Pero el mejor documental visto en el BAFICI fue Tierra de nadie, de la portuguesa Salomé Lamas, un crudo y ascético film en el que un hombre con la apariencia de un tranquilo abuelo jubilado, sentado en una silla con un telón negro de fondo como único decorado, narra con tono desapasionado y distendido los distintos “trabajos” que realizó en su vida, a saber: integrante de las fuerza de élite militares militares portugueses en varias guerras coloniales, mercenario de la CIA en El Salvador, asesino a sueldo de los grupos parapoliciales que enfrentaron a ETA en España y algunos otras lindezas. Una película, con un tratamiento formal absolutamente diferente, que podría exhibirse junto a The Act of Killing y que demuestra, por si existiera alguna duda, que los asesinos están entre nosotros.

Se vieron también varios documentales musicales, como Michel Petrucciani, de Michael Radford, un director con varios trabajos dentro del cine de ficción industrial. Petrucciani fue un personaje asombroso. Con una enfermedad de nacimiento, la osteogénesis imperfecta, medía solo un metro con 2 centímetros y fue una de los más notables pianista de jazz de las últimas décadas. Dueño de una asombrosa vitalidad, tocaba el piano 10 horas por día y realizó en su vida una enorme cantidad de conciertos. Además, se casó tres veces (¡!) y con premeditada crueldad, a pesar de las advertencias, tuvo un hijo más alto que él, de 1 metro 22 cm. El film consigue trasmitir con precisión la increíble energía del pianista, muerto a los 36 años por una neumonía pescada en una noche de invierno.

La del Chango, de Milton Rodríguez,es un afectuoso testimonio en el que músicos, parientes y amigos del Chango Farías Gómez, uno de los más grandes renovadores de la música folclórica argentina, hablan sobre la importancia de su obra. Al músico casi no se lo ve y solo se lo escucha en audio en dosis homeopáticas y el film termina siendo una sucesión de cabezas parlantes que hablan con justificada admiración del músico.

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20.000 días en la Tierra

A partir de los ditirambos escuchados fui a ver con expectativas 20.000 días en la Tierra, un documental sobre el músico Nick Cave realizado por los artistas audiovisuales Iain Forsyth y Jane Pollard. La película es un pastiche autocelebratorio y narcisista, en el que el músico, con el look de un yuppie, se la pasa desgranando frases para la posteridad. Los que lo fueron a escuchar en sus conciertos se habrán quedado con las ganas y los que esperábamos ver un buen documental también.

Los auténticos gitanos fueron desalojados del barrio de Triana de Sevilla en los años 50 y en 1982 decidieron reunirse y festejar ese reencuentro en el Teatro Lope de Vega, de esa ciudad. El director Ricardo Pachón encontró unas viejas cintas que testimoniaban ese acontecimiento, en el que “cantaores” y “bailaores” anónimos, junto con algunos músicos jóvenes, desarrollaron una fiesta de la más pura tradición flamenca. De eso se trata Triana pura y pura, que está mechada con los comentarios actuales de algunos de los entonces jóvenes que participaron del evento, pero lo auténticamente recordable del film son esos valiosos archivos.

Si hay una figura señera del tango que merecía un film esta es la de Aníbal Troilo y el año del centenario de su nacimiento ha sido la oportunidad con esta película de Martín Turnes. Utilizando muy poco material de archivo, el film se centra en las influencias que ejerció el bandoneonista sobre numerosos músicos y su importancia dentro de la música popular argentina. Es que Troilo, a pesar de no haber sido nunca un vanguardista, tuvo a Astor Piazzolla como uno de sus principales arregladores en los años 40 y fue el primero en estrenar varias de sus obras. Un film hecho con sentimiento e inteligencia, que además ofrece algunos momentos musicales inolvidables, como el Sur que interpreta Raúl Garello en solo de bandoneón.

Jorge García / Copyleft 2014