CRÍTICAS BREVES (157): LOURDES

CRÍTICAS BREVES (157): LOURDES

por - Críticas, Críticas breves
21 Jun, 2020 05:19 | Sin comentarios
La cuarta película de la directora austríaca no es otra cosa que una aproximación lúcida a la experiencia de la fe.

Lourdes, Jessica Hausner, Austria-Francia-Alemania, 2009

El plano general en picado con el que arranca el film es sencillamente extraordinario. Un escenario resplandeciente y vacío de gente; se ven muchas mesas preparadas para un servicio de almuerzo o cena. De a poco van llegando los comensales: monjas y creyentes, algunos enfermeros y minusválidos. Es el comedor de un hotel religioso, uno de los tantos hospedajes donde los feligreses y desesperados del mundo puede alojarse al llegar a Lourdes, en los Pirineos franceses, allí donde Bernadette Soubirous, en 1858, creyó ver a la Virgen María. Desde entonces, se trata de un lugar de peregrinación obligado para todos los católicos del mundo, y un lugar de milagros. En ese plano inicial habrá un zoom. En un plano medio se descubrirá a la protagonista: Christine (un nuevo trabajo extraordinario de Sylvie Testud), una mujer de unos treinta años que padece de esclerosis múltiple. Físicamente inmóvil pero perceptivamente inquieta, Christine observa el mundo que la rodea.Su mirada es penetrante y no hay detalle que se le escape, lo que redobla el carácter observacional de Lourdes. A pesar de que habrá un fenómeno sobrenatural que alterará la vida de los visitantes, Hausner no deja afuera ni al escéptico ni al racionalista: la intervención divina es inescrutable. Lo que sí resulta visible y fascinante es el comportamiento de los fieles: algunos prefieren la resignación en vez de la posible confirmación de su fe, otros insisten en creer porfiadamente hasta el infinito, incluso cuando el Altísimo parece haberlos olvidado desde siempre, y la envidia, un pecado capital, no deja de estar presente en varias de estas almas atribuladas. Habrá respuestas canónicas para ciertas preguntas, pero nadie podrá entender los designios de Dios: sus razones no sólo son enigmáticas sino también inexplicables.

Roger Koza / Copyleft 2020

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