¿ALGUIEN SERÁ FELIZ? Y OTOÑO ALEMÁN

¿ALGUIEN SERÁ FELIZ? Y OTOÑO ALEMÁN

por - Libros
06 Dic, 2019 05:47 | Sin comentarios
Dos películas, dos libros y algunas instantáneas que ponderan el esfuerzo, el ritmo propio y la entrega a un proyecto de vida sin concesiones.

PASIONES INAUDITAS

“Me gusta trabajar. No podría estar en casa todos los días. Me gusta descansar de vez en cuando”. La madre quiere darle una explicación a su hija, que está atenta a cada signo de un entorno hogareño en plena reconfiguración. La película de las jóvenes directoras coreanas Sol Kim y Jihyoung Lee, Scattered Night, proyectada en el trigésimo cuarto Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, enfoca la inminente separación de un matrimonio desde las percepciones de sus dos hijos pequeños, pero sin dejar de lado las necesidades que sienten los adultos. El hermano mayor trata de ayudar a comprender las tensiones que sus padres están atravesando: “A mamá le gusta ser independiente”. “¿Qué significa eso?”, pregunta la niña. “Esforzarse en el trabajo”.

“Había algo de la música que era gimnasia”, escribe Marina Yuszczuk en el relato que abre su libro de cuentos ¿Alguien será feliz? (publicado por Blatt & Ríos en marzo de este año). Frente a la complacencia y el conformismo, constancia, disciplina y entrenamiento: tres ejercicios que están, hoy por hoy, francamente a la retaguardia en el campo donde batallan las rutinas. El ansiado, y ansioso, ablandamiento de los hábitos entra en cortocircuito con proyectos de largo aliento, como aprender a tocar el piano o entregarse a la delicia de escribir. “Hay una forma de música superior –continúa Yuszczuk– que se realiza en las palabras, las de todos los días. Las que se usan para decir las cosas, con un ritmo, con variantes siempre nuevas. Que significan pero al mismo tiempo cantan”. Después de pasar por varios conservatorios, ella decide perseguir esa otra reverberación. Los años de estudio, a fuerza de perseverancia, repeticiones y denostados solfeos, le dieron a su cuerpo confianza y memoria. Si la vida frenética no es más que “una mímica de intensidad ejecutada chapuceramente”, la voz autobiográfica que se despliega en estos cuentos enseña a esperar el silencio. A no desesperarse.

El profesor de piano dictamina: “Você era uma promessa”. Eurídice le pide paciencia, ya que no logra concentrarse. Tal vez sea por el calor, dice, o porque está teniendo unas semanas difíciles y con su madre enferma. Embarazada de siete meses luego de que su marido la violase, la protagonista de A vida invisível de Eurídice Gusmão (2019), el reciente melodrama de Karim Aïnouz, pasa exitosamente la audición frente a la severidad del jurado. Su performance es magistral. En el instante previo a posar los dedos sobre las teclas, se quita la alianza de matrimonio. Y aunque tan solo sea durante el lapso que dura la ejecución, con ese gesto minúsculo se desploma la pesadez de una tradición que coarta el deseo, los sueños y el derecho mismo a la concentración en un proyecto personal. Eurídice abre un paréntesis de música: “porque cuando toco, desaparezco”. En efecto, ensayar, estudiar, escribir hacen pasar el tiempo con rapidez.

Liliana Villanueva se doctoró en Arquitectura antes de publicar novelas y crónicas. Entre 1986 y 1996 vivió en Alemania, donde trabajó para el prestigioso estudio Brandt & Böttcher de Berlín. Tres décadas después de la caída del Muro, Otoño alemán (Blatt & Ríos, octubre de 2019) relata una experiencia de viaje, tan lejos de todo, como esos momentos fugaces que pocas veces quedan registrados. “Herbst se dice otoño en alemán y en la palabra se siente la humedad de la escarcha”. ¿Hasta qué punto el sonido de las pronunciaciones y los contrastes gramaticales influyen en el modo en que percibimos e interpretamos la realidad? “El tiempo no es lineal sino que es una suma de instantes”, dice Villanueva. Extenuante, gozoso y serpentino, el compromiso con la escritura no es apenas el resultado de un rapto de inspiración. Requiere oficio. Alcanzar una sensación de euforia mientras se lee o escribe es algo que a muchos no les entra en la cabeza. Perderse está mal visto. Pero el arte de escribir “es hacer una digresión y saber volver”, como afirmaba Hebe Uhart. De la misma manera que no puede haber amor –ninguna clase de amor– sin arrojo, para contar una buena historia hace falta descubrir el ritmo propio. “Me levanto y me acerco al vidrio, los techos de los edificios están blancos. Está nevando, es una nieve nueva, fresca, silenciosa, de un silencio diferente. Es el silencio de la nieve”. Así termina Otoño alemán, con una pausa que puede salir a la luz, justamente, porque la escritura, como la música o el cine, abraza una capacidad de riesgo que juega a desafiar las costumbres y el lenguaje.

Marina Yuszczuk, ¿Alguien será feliz?, Buenos Aires, Blatt & Rios , 2019. 144 páginas.

Liliana Villanueva, Otoño alemán, Buenos Aires, Blatt & Rios , 2019. 312 páginas.

Fotograma: Scattered Night A vida invisível de Eurídice Gusmão.

Julia Kratje / Copyleft 2019