FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE GUADALAJARA (4): EL EXTRAÑO CASO DE NICOLÁS PEREDA

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE GUADALAJARA (4): EL EXTRAÑO CASO DE NICOLÁS PEREDA

por - Festivales
20 Mar, 2010 10:51 | comentarios

Perpetuum-Mobile-Nicolas-Pereda

por Roger Koza

En una noche de verano, caminando por La Cumbre, me cruzo con Noé Jitrik y Tununa Mercado, la pareja más célebre y literaria de mi pueblo. Noé me comenta que acaba de participar en una película mexicana, y que su interpretación ha sido calificada por algún crítico como «una labor destacada”. Nos reímos, pero cuando me dijo el nombre del film y su director, le contesté que ya había visto la película. En verdad, sólo había visionado unos minutos en una pantalla de computadora (y no me parecía el lugar para ver el film), pero sí, le repetí, conocía personalmente al director, pues el año pasado había presentado Juntos en la sección Corrientes alternas en el festival de Guadalajara y había dialogado brevemente con él.

La sorpresa de esta edición 2010 es encontrar que Pereda no sólo estuvo presente con su Perpetuum mobile (película ganadora en Ficción mexicana), el film en el que Jitrik y Mercado son protagonistas secundarios, sino que también participó con una película soberbia y exigente, cuyo título es todavía más enigmático: Todo, en fin, el silencio lo ocupaba. Naturalmente, esta última, fue programada por Cruz y Lipkes en la mencionada sección, que, dicho sea de paso, pueden estar muy satisfechos con su trabajo y aporte al festival, y las derivaciones que de eso se desprenden: la conferencia de Costa con los estudiantes de cine habrá de ser recordado de aquí en adelante como un verdadero acontecimiento cinéfilo.

imagesPerpetuum mobile arranca con el lento desplazamiento de un anciana. Mientras canta se mueve lentamente; va del living a la cama. Pereda, después, elige dejarla en un radical fuera de campo hasta casi el desenlace, cuyo regreso habrá de precipitar un nuevo movimiento para sus dos personajes centrales, a las fueras del Distrito Federal. Entre ese inicio y el periplo ritual y ceremonial con el que termina la película, Pereda centra su relato en un joven y su madre. Gabino (Gabino Rodríguez, su actor fetiche y que aparece en 5 películas de las que se han proyectado aquí) trabaja con un camión de mudanzas. Recorre la ciudad y cada mudanza funciona como evidencia de un diagnóstico que Pereda parece querer sugerir: las mudanzas sirven para cotejar la descomposición de las instituciones afectivas, en especial la familiar: una pareja joven, una matrimonio de ancianos, un joven que no puede contar con la ayuda de su madre después de ser desalojado, etc, son ejemplos de una intuición que se despliega a lo largo de todo el metraje. Además, la relación entre Gabino y su madre, no es precisamente ideal, como tampoco la de su abuela con su madre, aunque queda claro que la mascota de la primogenitora es mucho más que un pichicho. Un momento en el que Pereda se permite un toque de perversión.

El erudito título de la película es finamente refutado y conjurado. Todo se mueve, sin dudas, pero el movimiento, más allá de las distracciones del presente, tiene un destino marcado. Dicho de otro modo: la segunda ley de la termodinámica es irreversible, y el movimiento no es perpetuo. La muerte acecha, a pesar de que los días se repiten y uno vuelve a creer en el comienzo de las cosas.

Hay una escena, misteriosa y filosóficamente relevante, que importa ser singularizada: hacia al final, la novia de Gabino se sube a su camión. Unos segundos después, la misma escena se repite sin explicaciones. No es una escena esencial para el relato, pero sí lo es desde un punto de vista filosófico: Perpetuum mobile no es otra cosa que un retrato de la repetición, y quizás por eso el compositor minimalista Michael Nyman tiene un cameo en el film: Pereda, ¿es un minimalista conceptual?

Lo cierto es que le gusta contar con figuras célebres de la cultura: en Perpetuum mobile, yalo dijimos, el matrimonio literario de Jitrik y Mercado dramatizan una posible separación. Se han cansado (todo se repite) y ella quiere mudarse, llevarse algunos cuadros y algunos libros. Es uno de los grandes momentos del film.

Como sucedía en Juntos, una película que me parece superior y menos concesiva, Pereda apuesta a una ruptura con la repetición, lo que está signado por un viaje, una salida hacia lo abierto. Es un modo de romper con un círculo y un encierro. Y en eso el joven director siempre consigue transmitir una cierta serenidad sonora y visual.

images-1Todo, en fin, el silencio lo ocupaba es algo completamente distinto. El mismo director se encargó de aclarar que su película intentaba ser una alternativa a los tradicionales “detrás de escena”. Así justificaba la preeminencia de planos largos en su película, lo que le parecía mucho más oportuno para mostrar cómo se hace un film, aunque su propio film se circunscribe a algunas escenas interpretadas por la reconocida intérprete, activista, performer, escritora, Jesusa Rodríguez, quien encarna a Sor Juana Inés de la Cruz en la obra de teatro conocida como Primer sueño -Puesta en abismo.

Rodada en blanco y negro, Todo, en fin, el silencio lo ocupaba es por momentos magistral: el cuadro suele permanecer oscuro y es la luz la que irrumpe como un invasor. Se trata de una modalidad pocas veces explorada en el cine, en el que prevalece siempre un motivo apolíneo, solar, lumínico. Pereda invierte el procedimiento: el plano nace oscuro y la luz lo conquista de a poco la superficie y el perímetro del plano; su película, en ese sentido, se alinea a un conjunto de títulos, como Ne change rien, de Pedro Costa y Un lac, de Phillippe Grandrieux.

Este juego entre oscuridad y luz suele combinarse con algunas discusiones de orden técnico (e indirectamente teórico). Rodríguez, cada tanto, interviene, y codirige algunos segmentos. La belleza y la concentración rigen cada plano, conquistado por la perseverancia de entender cómo proceder ante el registro y la disciplina que se requiere para ello. Es una gran película sobre gente trabajando al unísono y en el que se sigue un plan muy bien concebido, lo que no implica que la irrupción de una azarosa tormenta se transforme en el gran acontecimiento del film, su momento de esplendor. En efecto, los planos finales sobre la lluvia son literalmente admirables; entonces, el blanco y negro, misteriosamente, parecen reinventarse en un color todavía innombrable, lejos del alcance de un léxico que enumere los colores y los vincule con objetos o fenómenos.

Mientras que Pereda prepara su quinto largometraje, Verano de Goliath, sus películas recién empiezan a conocerse. Estamos, quizás, ante uno de los grandes realizadores del cine latinoamericano del futuro. Quizás.

Fotos: 1) Perpetuum Mobile; 2) P. Mobile; 3)  Todo, en fin, el silencio lo ocupaba

Copyleft 2010 / Roger Alan Koza