EL SEMINARIO DE LOS VIERNES 2024

EL SEMINARIO DE LOS VIERNES 2024

por - Varios
19 Mar, 2024 03:10 | comentarios
Programa completo: fundamentación, temas e información.

DICTADO POR ROGER KOZA

INICIA: 5 DE ABRIL

FINALIZA: 26 DE SEPTIEMBRE

DÍA Y HORARIO PRESENCIAL: VIERNES DE 17:30 A 19.45 H

DÍA Y HORARIO VIRTUAL: JUEVES DE 18:30 A 20:45 H

ORGANIZA: CINECLUB MUNICIPAL HUGO DEL CARRIL (CÓRDOBA)

Jean-Marie Straub dijo alguna vez (y no fue una provocación): “Tardé veinte años en saber mirar un filme”. Dicho por él, un hombre de lucidez y un cineasta ineludible, la confesión se vuelve una advertencia. Se requiere tiempo para ver y oír, se precisa de paciencia para anudar el pensamiento con una imagen (o un plano) y también es necesario templar la sensibilidad. Todas las acciones descriptas son difíciles, pero la última, que concierne a una calibración de lo sensible, merece una aclaración. ¿Qué es en sí lo sensible? ¿Qué significa “calibrar”?

Hipótesis: la percepción y por consiguiente la recepción sensible del mundo están cooptadas por un aparato de información cuya principal característica es la velocidad y la sustitución de imágenes con sonidos. Se trata de un permanente régimen audiovisual que sobreexcita los nervios ópticos, la audición, la codificación de los signos y la forma de procesarlos. ¿Cómo pensar entonces una imagen? ¿Cómo sentir lo que suscita una película? En estos menesteres, no es improcedente recobrar la fuerza semántica de la palabra “alienación”. Lo que se atrofia es la capacidad misma de sentir. Ya no se trata solamente de una cuestión de estética, de una enajenación de la facultad de gusto, sino de la propia biología y del psiquismo. ¿Qué hacer? Primero que nada, pensar, pensar con otros, y al mismo tiempo intentar agrupar un conjunto de películas que representen un desvío del mundo de las imágenes aceleradas y saturadas para ver si es posible identificar imágenes del mundo.

Todo lo dicho hasta acá amerita una segunda aclaración. Nadie puede enseñar a ver y oír, nadie puede restituir la sensibilidad ajena, si es que es posible hacerlo con la propia. El desgobierno de lo sensible, la indefensión frente a las imágenes son padecimientos del espíritu; al ser reconocidos, se debe actuar en consecuencia y contra ellos. Esa acción es personal, pero puede ser compartida. Este es el punto de partida de quien ofrece el seminario y de quienes se sienten invitados a participar. Decirlo así no implica desconocer la única asimetría entre ustedes y yo: tengo la responsabilidad de proponer temas y películas, también de prestar un conocimiento, por más limitado que resulte.  Lo que puedo haber aprendido en los últimos 34 años dedicados al cine es lo que tengo para poner a disposición como elemento didáctico. Son muchos años, pero nunca se sabe si el tiempo ha sido suficiente, y menos todavía si lo que se ha aprendido puede ser relevante para otros. A mi favor: la existencia de este seminario por 19 años consecutivos sería una hermosa refutación de mis propias dudas. Ojalá sea así. Lo que puedo garantizar es otra cosa: desde que empecé a dictar el seminario, jamás ha disminuido mi voluntad de conocer el mundo a través del cine, menos aún mi preocupación por trabajar sobre mi propio gusto y entendimiento.

La propuesta del seminario no puede dar la espalda a la vida que tenemos hoy, vida cuya devaluación es alentada por un pobre razonamiento hegemónico que equipara la necesidad de que alguien o algo exista a su productividad económica directa. Interpretar el mundo a través de números es propio de una perspectiva mezquina y especuladora. Es un problema esencial, no menos que el destino de la verdad. Por eso, mirar el presente desde el cine implica mirar de frente la demencia, la superstición y la crueldad, y asimismo la indecencia que se propaga cuando se ha abolido la verdad como horizonte. Averiguar qué lugar tiene la verdad para nosotros obliga justamente a esclarecer que quiere decir “nosotros”, sin de inmediato presuponer un “ellos” que dignifique por contraste. ¿Qué significa vivir en una comunidad? Esa pregunta me ha acompañado a lo largo de la selección de películas y autores que estudiaremos. Así descripto lo que haremos luciría aún incompleto, porque no se puede abandonar en un curso de cine una meditación laboriosa sobre las formas que erigen la existencia concreta de las películas. La discusión sobre un plano puede ser tan decisiva como el desmantelamiento de un sofisma, como aquel reciente, pérfido e infeliz, que ha afirmado que en la Argentina los chicos mueren de hambre porque se hacen películas que no ve nadie.

¿Hace falta explicitarlo? El seminario nunca ha sido un espacio de evasión, lo que no significa que el placer y la alegría estén desestimados como objetivos buscados en lo que estudiaremos. El cine contemporáneo será siempre nuestro norte, el pasado del cine será su contrapeso enriquecedor.

Unas palabras finales. La distancia entre quien habré de citar y quien subscribe es la misma que existe entre mi querido pueblo de La Cumbre y mi ya añorada Hanói, la ciudad que conocí en el mes de enero. Necesitaría dos o tres vidas para poder apenas situarme a unos metros de distancia del gran George Steiner. Escribió en el prólogo de un libro hermoso titulado El lector: “¿Cómo podemos ‘enseñar literatura’ (ya de por sí un concepto enormemente problemático), cómo podemos dedicar nuestros mejores talentos a la explicación y transmisión de valores filosóficos o estéticos, si no tratamos de averiguar qué efectos tendrá, si los hay, en la calidad y la supervivencia de la sociedad? ¿Cómo pueden divorciarse la erudición y la crítica de la crisis de lo humano sin quedar, a causa de ese mismo divorcio, reducidas a banalidades académicas? No se me ocurre ninguna obra seria que yo haya podido emprender, como escritor de ficción, como crítico, como estudioso y profesor, en la que este no haya sido el asunto cardinal”.

De la última descripción, a mí solamente me cabe la del crítico, más allá de que sigo intentando y fracasando en ser un estudioso. Aun así, siento que tengo el derecho a identificarme modestamente con lo que dice el maestro por el hecho de hacer míos, en la medida de mis posibilidades, tales interrogantes, tales intentos. Supervivencia de la sociedad, calidad de la vida con otros. Justamente: elegí el cine para no olvidarlo y trabajarme con él para ver si podía vivir con decencia y reconocer en los otros un misterio y una dignidad que me sostengan y me lleven hacia un destino desconocido.

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Temas de exposición y análisis

¿Qué es el cine contemporáneo? 

La pregunta la hizo primero Germaine Dulac, la reformuló y profundizó André Bazin y de ahí en más vuelve con el peso de cada época, siendo la nuestra un período de turbulencia. Evidencia: hay demasiadas imágenes, pero no todas son cinematográficas; se graba todo el tiempo, no necesariamente se filma. En este sentido, Bazin entrevió que la existencia del cine precedía a su esencia, hurto conceptual tomado de Sartre, cuyo presunto equívoco secuencial indica la naturaleza temporal y por ende evolutiva del cine. La esencia del cine es su devenir. El intento es reunir películas recientes y poco accesibles para sostener un clima de indagación en torno al cine. También, cada tanto, revisar películas del pasado para justamente contrastar con el cine del presente.

Convicción, locura y decencia 

No será la primera ni la última vez que un mandatario mantiene conversaciones con sus mascotas o un emperador duerme con un caballo. La chifladura es una anécdota, pero también un síntoma. Lo mismo puede decirse de la proliferación de libros y cursos sobre formas dudosas de predicción, autoconocimiento y curación espiritual. Las alucinaciones tiñen la vida íntima y la escena política. ¿Cómo se ha filmado el desvarío de la conciencia? ¿Cómo se ha filmado el delirio colectivo?

La imaginación soviética y los usos de la ciencia ficción

Basta dar algunos nombres de escritores: los hermanos Strugatski, Alexander Kazantsev, Alexander Bogdanov. O basta citar algunos títulos extraordinarios: AelitaSolaris, Qué duro ser un Dios. Los nombres y las películas citadas indican la existencia de una tradición. Pero ¿qué relación existía entre la imaginación y la geografía? ¿Qué relación podría establecerse entre el anhelo de una política de emancipación, su traición posterior y los motivos presentes en los relatos de ciencia ficción? Algunas preguntas que serán una guía para analizar algunas películas soviéticas de ciencia ficción. 

Tres autores: Zhang Mengi, Hiroshi Teshigahara y Nathaniel Dorsky

Ninguna obra puede ser más actual que la de Zhang, cineasta autodidacta, cuyas películas constituyen un contracampo total de la lógica del espectáculo. Pero eso no es todo: nadie filmó con tanta precisión qué significa una comunidad. Teshigahara es uno de los tantos cineastas emergentes de la posguerra y el inicio de la modernidad japonesa. Filmó la transición hacia el mundo moderno, hizo ficciones y documentales y no filmó solamente en su país. La inclusión de los cortos de Dorsky tiene un objetivo preciso: volver a considerar la percepción en el cine y la naturaleza de la imagen cinematográfica. 

Tres lecturas. Dorsky, Sontag y Comolli

Es posible que el acto de leer se haya convertido en una auténtica acción revolucionaria. ¿Quién puede leer en la actualidad por más de 70 minutos sin distraerse? Leer sobre cine, además, resulta una necesidad de primer orden para quienes no pueden vivir sin el cinematógrafo. La imagen no dice todo lo que tiene para decir si no se la aprende a leer y si no se lee sobre cómo leer imágenes.

Tres libros: 

El fin de la ilusión. Paradigmas, transformaciones y tensiones en la construcción del espectador audiovisual (Jean Louis Comolli)

El cine de la devoción (Nathaniel Dorsky)

Obra imprescindible (Susan Sontag)

Roger Koza / Copyleft 2024