
EL LUCHADOR
**** Obra maestra ***hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
MATERIA PRIMA
El luchador / The wrestler, EE.UU., 2008
Dirigida por Darren Aronofsky. Escrita por Robert D. Siegel
** Válida de ver
La última película de Aronofsky es un ejemplo perfecto de los límites del cine independiente estadounidense, aunque la presencia de Rourke le imprime una autenticidad generalmente ausente tanto en el mainstream como en el reino de los independientes.
El plano secuencia inicial de El luchador implica una doble lectura: la cámara sobrevuela un conjunto de recortes periodísticos mientras se escuchan los sonidos de un tiempo glorioso, el de Randy «The Ram» Robinson, una leyenda de la lucha libre de la década de los ’80. «Veinte años después», se anuncia, y vemos entonces a un transfigurado Mickey Rourke, aquel seductor paradigmático de una generación pretérita convertido en un gladiador del ring. Como las estrellas que ya han muerto pero todavía vemos titilar, así Randy (o Rourke) persiste en su obstinación por existir.
Lo que viene a continuación es el crepúsculo de un ídolo, sus últimos estertores, algunas esperanzas menores, la capitulación de un cuerpo exhausto y un alma que en su propia decadencia revela también su decencia. Randy todavía pelea, firma autógrafos, vende sus videos de viejas contiendas míticas, y cuando lo necesita hace horas extras en los supermercados. Su casa se reduce a un tráiler alquilado; sus placeres primarios se satisfacen en un club nocturno. Allí está la hermosa bailarina Cassidy, que además de bailarles en la falda a los clientes no deja de ser una buena madre. En algún momento, un desperfecto biológico obligará a Randy a reconsiderar su profesión, su condición de padre y su metejón con Cassidy. Será una apuesta a todo o nada.
Después de Pi, un film casi experimental sobre la supuesta y subyacente estructura matemática del mundo, Darren Aronofsky hizo un par de bodrios. El luchador es también su regreso. La novedad formal es que su película parece casi un filme de los hermanos Dardenne, en especial Rosetta. En efecto, ciertas composiciones lucen como citas directas de la obra maestra de los belgas: la cámara en mano siempre sigue las espaldas de Randy: es un registro de urgencia y desesperación; después de todo, para Randy, como sucedía con Rosetta, trabajar es un imperativo fisiológico, una lucha continua.
Aronofsky devela una comunidad laboral, la de los luchadores. Barthes decía que «el catch es el único deporte que ofrece una imagen tan exterior de la tortura». Los cuerpos, la materia prima de estos atletas, constituyen una superficie de suplicios. Un par de flashbacks elegantes mientras Randy descansa en el vestuario remiten con precisión a esta tortura devenida en espectáculo, su paroxismo como gesto teatral. Son pasajes explícitos que, oblicuamente, advierten una verdad sociológica: el cuerpo de los combatientes es su excluyente fuerza de trabajo, la mercancía biológica que venden para sobrevivir; algo que, en otro contexto, no le es ajeno a Cassidy.
Lamentablemente, Aronofsky cede a la tentación del sentimentalismo y a los clisés característicos de las películas sobre personajes marginales y decadentes: el reencuentro con la hija, la gran pelea final, los intentos de Randy por adaptarse a una nueva situación laboral contrastan con la honestidad brutal de Rourke y el preciso retrato del microcosmos de una profesión estereotipada en mero circo.
La pretérita sentencia «en la lucha», una típica respuesta respecto del estado general de la vida de alguien, asume aquí una reivindicación poética: Randy habrá de atender la rotisería de un supermercado. Aronofsky filma su primer día como si se tratara de un combate infinito.
Copyleft 2009 / Roger Alan Koza
Esta crítica fue publicada por el diario La Voz del Interior en el mes de febrero de 2009
Hola roger, todavía no he visto el luchador, pero me gustaría saber por qué pensas que los otros trabajos de aronofsky son bodrios, en especial «requiem para un sueño», porque, si bien me gustó también «la fuente de la vida», creo que la primera es muy superior. gracias
Marcos: Requiém es una película efectista, conscientemente extremista y sociológicamente pueril. Tenía algunso pasajes interesantes, pero en su conjunto se trataba de un ejercicio formal exhibicionista. La fuente de la vida es un film más cercano al evangelio new-age que otra cosa. Pi, si bien no es ninguna maravilla, era un film cuyos excesos provenían sin duda de alguien que hacía su primera película y era feliz por ello. También era metafísico, también era formalmente extremista, pero funcionaba por la austeridad de su propuesta conceptual. El luchador tiene una primera hora muy buena, y luego DA pacta con el credo narrativo de Hollywood y explica demasiado y subraya. Un abrazo. RK
Vi «El luchador» un tanto fuera de foco (no por un problema propio de visión, sino de desinterés por parte del operador de cine de realizar un chequeo previo de la película), y creo que tu crítica es acertada.
Al igual que Requiém…, existen los excesos.
Hay en DA cierta predilección por las imágenes ‘shock’, propias de la lógica de los medios de comunicación que desensibilizan, una plena exposición que se convierte en un hecho pornográfico. Qué ver y cómo mostrar es una exigencia ética que debe seguir siendo pensada tanto por quién realiza un film, como por quién lo observa.
Cito a modo de cierre a J.L.G
«es cierto
que los diarios y las cadenas de televisión
del mundo entero
sólo muestran muerte
y lágrimas
pero por otro lado
también es cierto
que los que permanecen
mirando televisión
ya no tienen más lágrimas
para llorar
han olvidado cómo mirar»
Un abrazo.
Roger, coincido con vos que «El luchador» es válida, creo que es la típica película «de personaje». Buena la observación sobre la manera en que se muestra lo difícil del primer día de trabajo en la rotisería. La imagen final también me pareció una buena elección, un buen «cierre». Pero a «Pi» y «Requiem por un sueño», así como eran más excesivas y truculentas, también las veo más arriesgadas, con algo de grand-guiñol y hasta de cine experimental en algunos puntos. Y en cuanto a la similitud con los Dardenne (a los que valoro sin que me parezcan geniales), creo que el cine de los hermanos es siempre más incómodo e imprevisible.
Es simplemente mi opinión, sabés que respeto y aprecio mucho la tuya. Un abrazo.
Querido Fernando: Sí, el cierre compensa un poco los gestos tribulados de la bellísima Tomei viendo a su amor a punto de arriesgar su vida. Es un fuera de campo acertado. Estoy de acuerdo contigo: Pi, era casi un film experimental (no creo lo mismo respecto de Réquiem, que me parece juega con serlo). Respecto de los Dardenne: mientras veía El luchador no podía dejar de pensar en Rosetta. Después leí la crítica de Nathan Lee en la Film Comment. Era despiada, y señalaba el tema de los Dardenne. Eso no la hace ni mejor ni peor, pero las similitudes son evidentes. De todos modos, los Dardenne están en otra liga. El materialismo bressoniano de los Dardenne me resulta más que íntimo. Creo que Rosetta es una de las grandes películas de los últimos años. En junio se estrena El silencio de Lorna. Desde que se dedican a la ficción, éste es el título más débil. Sin embargo, es la primera vez que los cineastas del cuerpo micropolítico asumen explorar la sexualidad. Es la única novedad. Un abrazo. RK
No quiero revelar aquí cómo termina «El luchador», pero cuando digo que me gustó el cierre me refiero a la última imagen, a ese último gesto del protagonista. Gracias por el dato sobre el estreno de «El silencio de Lorna», me interesan los Dardenne, aunque el recurso de la cámara en mano (siguiendo a los personajes o a lo que sea) siempre me parece un poco cómodo, y en eso no me recuerdan a Bresson, con la pasmosa elocuencia de sus planos y enlaces. No sabía que habían hecho documentales. ¡Siempre se aprende algo con ud! Un abrazo.