DOC BUENOS AIRES 2020 (05): PLANOS DE DIÁLOGOS: IMÁGENES Y PENSAMIENTOS
I First Saw the Light, Phillip Warnell, Reino Unido, 2012
Joseph Merrick fue inmortalizado por David Lynch (a quien se le dirige un mensaje en el final); la notable interpretación de John Hurt en El hombre elefante transmitía la dulzura y la educación de aquel hombre que padecía el síndrome de Proteo. Warnell no reconstruye su alma, tampoco contrata a un actor para interpretarlo; se limita a la palabra escrita del propio Merrick y también incluye su única pieza artística conservada, una maqueta de cartón de la iglesia que observaba cuando estuvo internado en un hospital. Con esos vestigios nacidos de las manos de ese hombre que murió a los 27 años en 1890, Warnell, prescindiendo del sonido, citando una carta y apenas moviendo la cámara alrededor de la miniatura arquitectónica evoca la ostensible sensibilidad de un hombre menoscabado por su aspecto a lo largo de gran parte de su fugaz paso por el mundo.
Outlandish, Phillip Warnell, Reino Unido, 2009
El lúcido filósofo francés Jean-Luc Nancy y un pulpo son los protagonistas de este ensayo sobre los límites de la identidad, la relación de esta con el cuerpo en sí (el propio y el ajeno). Como es sabido, Nancy recibió un corazón de un hombre 10 años más joven que él y ha podido seguir con su vida (hoy tiene 80 años). Warnell elige filmarlo frontalmente y a cierta distancia mientras Nancy especula sobre el cuerpo y el alma con una originalidad filosófica que cuenta con el hándicap de su propia experiencia quirúrgica. En poquísimos minutos, Nancy desmantela toda la ontología clásica y moderna sobre el tema y Warnell matiza dialécticamente con algunos pasajes enigmáticos en los que se ve a un pulpo en una pecera situada en la popa de una lancha mediana sin tripulante, y su peculiar situación adquiere un sentido en sintonía con el discurso del filósofo. La complejidad del discurso es tan indesmentible como la fascinación que se desprende de alguien que no está pensando un problema de escritorio sino uno que le atañe de primera mano, beneficio de una autopercepción que intensifica los misterios acallados de la vida del cuerpo.
Danzas macabras, esqueletos y otras fantasías, Pierre Léon, Rita Azevedo Gomes, Jean-Louis Schefer, Francia-Portugal-Suiza, 2019
La temperatura es ideal, el ecosistema elegido incluso mejor, la casa luce encantadora y la compañía resulta perfecta: la lucidez y los múltiples saberes de Jean-Louis Schefer se despliegan en las conversaciones que recorren la totalidad de la película mientras su interlocutor privilegiado, aunque no el único, Pierre Léon, escucha y añade algún que otro comentario breve. Lo que comienza como una exégesis histórica de las “danzas macabras” se pierde felizmente en un sinfín de tópicos que tienen la tradición cristiana como fondo y como tema preferencial la pintura, aunque Schefer puede detenerse en cuestiones referidas a la música y la filosofía y a veces introducir matices conceptuales que remiten al brahmanismo o al sintoísmo. Gomes, siempre detrás de cámara y rara vez enfrente de esta, poco dice hablando, pero sí encuadrando y haciendo suya la luz, como si fuera un añadido pictórico al discurso de Schefer. Del mismo modo funcionan las citas cinematográficas, que pueden ser de Buñuel, Renoir o Mizoguchi y se suman como ingeniosos comentarios indirectos de lo que expresa Schefer, quien no se considera ni un profesor ni un erudito, sino un hombre sentimental conmovido por la pintura más que por la vida en sí. Las meditaciones de Schefer son amabilísimas, porque su condición de posibilidad reside en la atmósfera de amistad que tiñe cada plano inolvidable de la película.
The Girl with X-Ray Eyes, Phillip Warnell, Reino Unido, 2008
El presunto poder de Natasha Demkina consiste en escrudiñar a la distancia las cavidades internas de cualquier cuerpo. ¿Chamanismo ruso? ¿Medicina avanzada? ¿Superstición? Que cada escena relacionada con la diagnosis esté musicalizada por un theremín es pertinente, no solo porque el sonido de ese instrumento electrónico codifique sonoramente los misterios cósmicos o paranormales, sino porque la ejecución prescinde del tacto y por lo tanto las notas se pulsan en la frecuencia de onda que emite, acaso una equivalencia con la distancia entre los ojos de la protagonista y sus pacientes. Cuando ella y el propio Warnell no están en el gimnasio donde tienen lugar las sesiones terapéuticas alguna que otra perspectiva de Moscú sirve como fondo visual para que una voz masculina conjeture sobre el cuerpo humano y su funcionamiento, lo que incluye la postulación del aura en tanto emisión de energía. La especulación filosófica es una constante en el cine de Warnell, y aquí la indagación pasa por cuestionar la base empírica de cualquier fenómeno.
Diario de un organismo (traducido de nuevo) / Diary of an Organism (Newly Translated), Maya Connors, Alemania, 2019
En cierto pasaje de la película se postula que alguien, en el pasado o en el futuro, acopia fragmentos de memorias. ¿Es la cineasta? ¿Es un personaje imaginario o potencial? La especulación científica del texto y la contrapartida de los planos elegidos (sobre seres acuáticos, insectos, peces, niños, hombres y mujeres, formaciones rocosas, paisajes de ecosistemas diversos) constituyen una crónica, que bien podría ser parte de un informe general y disperso sobre la vida almacenada en alguna unidad de memoria para reproducir con fines comunicativos orientada a seres inteligentes de otras galaxias. Connors reúne piezas disímiles de películas encontradas, las combina con sonidos de orígenes diversos, añade sus propios planos y textos y el collage final adquiere un sentido lúdico ligado a la curiosidad y el conocimiento. Un organismo no es otra cosa que una memoria que actúa; el cine es un suplemento de la memoria, montaje de episodios que propone contorno y continuidad.
Roger Koza / Copyleft 2020
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