BAZOFI 2020 (01): LOS PLANOS PLEBEYOS

BAZOFI 2020 (01): LOS PLANOS PLEBEYOS

por - Festivales
16 Nov, 2020 11:59 | Sin comentarios
El cine de César González no se parece a nada. El BAZOFI exhibirá 4 de las 6 películas en su haber.

Ni la compasión ni el menoscabo de clase pueden descifrar y encuadrar del todo el cine de César González, y menos aún validarlo. Desde la irrupción inesperada en 2013 con su primera película Diagnóstico esperanza, González ha ido acopiando películas en su haber, bastantes distintas entre sí, avanzando en cada entrega con una poética que reconoce referencias variadas pero prescinde del uso directo y mimético de las tradiciones elegidas.

En efecto, González es capaz de tomar prestados cortes y yuxtaposiciones de planos que pueden remitir a Vertov y Godard, trabajar el sonido como Travis Wilkerson y citar filósofos y poetas europeos sin inhibirse, como también diseminar iconografía propia de las luchas populares de la región, pero todos esos signos están de inmediato procesados por un conocimiento personal e idiosincrásico del universo simbólico que filma. El resultado es desconcertante, allí donde las categorías ortodoxas para analizar una secuencia, apreciar una predilección cromática, interpretar modalidades de conducta o imponer lecturas sociológicas sobre el conjunto de los personajes pueden ser inexactas y proclives al espejismo de clase, cuando no obsoletas.

Como es sabido, al cineasta le gusta adjudicarse un adjetivo para describir su posición en el ecosistema del cine; habla de sí como un cineasta plebeyo, arriesgada presentación ante el mundo, no exenta en la recepción de suspicacias. Para quien se proponga un esfuerzo de entendimiento, lo que se quiere decir con esto se puede corroborar en cada plano que filma y en cada historia que cuenta. ¿Pueden un plano, una secuencia narrativa, una modalidad de concebir el espacio y el tiempo inferirse de esa invocación? ¿Es el viejo lenguaje de la política clásica de Occidente y ese término en particular una cifra precisa de su obra? Basta prestar atención a cómo filma el barro en Diagnóstico esperanza (o Lluvia de jaulas) o los callejones de una villa en Atenas para pensar que tal vez ese vocablo es mucho más que un giro idiomático inteligente y un eslogan conveniente para llamar la atención. Es hora de tomarse en serio esta cuestión del cineasta plebeyo, pues su aparición en la escena del cine argentino es una muy bienvenida anomalía.

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CASTILLO Y SOL (Estreno, Argentina – 2020) de César González, c/ Mariano del Río, Ananda Li Bredice, Alan Garvey, Nadia Rodriguez , Guillermo Romano, Sofía París, Javier Omezzoli, Sofía de Rosas, , Elías Zacovich. 70’

Los primeros meses de la pandemia y la estricta cuarentena inicial intensificaron una relación abstracta con la cotidianidad. La percepción del tiempo y el espacio conoció una intersección disociada de la eficiencia y los compromisos; existir significó, sin entrenamiento previo, ser en la duración y en la inmovilidad. Entre marzo y junio de 2017, González imaginó una ciudad vacía y sin gente en las calles, sin televisores y celulares encendidos; un poder indefinido acechaba y sobrevolaba; asimismo, un virus sin nombre provocaba fiebre y tos. Los protagonistas de esta fantasía distópica son muchos hombres y mujeres que viven hacinados en un departamento de pocos ambientes; en tales circunstancias, no hay mucho para hacer, más allá de algún juego circunstancial, responder a preocupaciones dispersas sobre la situación en la que están y entablar conversaciones aisladas que invocan tímidamente al patriarcado y la revolución. El título remite a un cuadro de Paul Klee de 1928, un retrato abstracto sobre el paisaje de una metrópolis donde los edificios están amontonados y los colores rojos y anaranjados se imponen, noción que la película toma sin estridencias para mostrar la ciudad de Buenos Aires desde la perspectiva claustrofóbica de los personajes y eligiendo el color rojo como preferencial. En el año del rodaje, Castillo y sol era un experimento de ficción en un registro antinaturalista destinado a indagar la alienación psicológica y en tensión con ciertos discursos políticos en ciernes, y establecía un díptico con Exomologesis; tres años después y finalizada en plena pandemia, todo adquiere otro sentido, porque la relación con el presente es tan evidente como también paródicamente catártica y en cierta medida también enigmática, esto último gracias al concepto sonoro y musical empleado en varios segmentos, cuya consecuencia pronuncia aún más el tono abstracto de la puesta en escena y las connotaciones concretas de un reciente estado de conciencia colectivo.

ATENAS (Argentina-2019) de César González, c/Debora González, Nazarena Moreno, Veronica Fernandez, Claudio Lobertini, Alan Garvey, Gonzalo Lorenzo. 76’.   

El título de la película y el nombre de la protagonista no son casualidades. La ciudad griega es estimada como la cuna de la democracia; Perséfone remite a una figura mitológica asociada al dominio de los muertos. Ambos nombres añaden un matiz filosófico y político a esta crónica acerca de una joven que sale tras cuatro años y seis meses de la cárcel de Ezeiza. La joven no tiene ningún lugar a donde ir porque a todos sus familiares cercanos los han matado, y es así como termina recalando en la Villa 21. La amable hospitalidad de Juana, a quien conoce en una paródica sesión terapéutica, le permite sortear su destino de calle, un primer obstáculo que apenas alivia una situación tan inestable como precaria. Lo que podría ser un típico relato carcelario se desvía paulatinamente, aunque sin menoscabar la lógica narrativa puesta en marcha en el inicio, en pos de delinear un retrato caleidoscópico de la comunidad y del espacio donde habitan. Dos grandes operaciones formales enaltecen el filme: las esporádicas modificaciones sobre la lógica perceptiva de escenas comunes interrumpidas por primeros planos de los personajes con una alteración radical en el sonido; la habilidad de incluir personajes diversos e inesperados que en el paso efímero por una sola escena añaden un matiz irremplazable para la comprensión de un universo social al que se le suele negar cualquier tipo de representación que no se ajuste a la inexactitud de los estereotipos, categorías de una clase ajena a la que aquí prevalece.

EXOMOLOGESIS (Argentina-2017) de César González, c/ Sofía Gala, Juan Minujín, Gustavo Pardi, Alan Garvey, Mariano del Río, Javier Omezzoli, Guillermo Romano, Victoria Lagos. 90’.  

El desafío es grande, acaso se trate de una misión imposible: filmar un concepto filosófico. El elegido es el que le da el título a la película y es demasiado antiguo. En el cristianismo primitivo, es decir, en el siglo II, la exomologesis constituía una fase final de ciertos ritos penitenciales. Escenificando los suplicios, el penitente accedía a una verdad sobre sí mismo. González llega a estas misteriosas formas de razonamiento a través de Michel Foucault, a quien está dedicada la película (mención que prescinde de cualquier atisbo exhibicionista, pues para el cineasta ha sido más que un autor). Este imagina entonces un grupo diferenciado de hombres de edades distintas y procedencia sociales heterogéneas sometidos a ejercicios espirituales con dosis de castigos breves como cumplimiento de una condena. Todo tiene lugar en un departamento moderno en el que entran y salen hombres y mujeres cuya misión consiste en disciplinar y hacer brotar la verdad de los prisioneros bajo técnicas distintas de padecimiento. El juego filosófico puede ser por momentos incómodo, a veces fascinante y en ocasiones hasta divertido, como cuando los réprobos entonan una canción propia de un fogón o una misa kitsch invocando la racionalidad; los golpecitos cortos y repetitivos sobre la cabeza entre ellos y por parte de sus confidentes casi parecen un recurso cómico de la tradición del slapstick. Todo es auténticamente raro, porque el concepto en sí lo es, lo que justifica las decisiones de puesta en escena alejadas de cualquier realismo y naturalismo conocidos.

DIAGNÓSTICO ESPERANZA (Argentina-2013) de César González, c/Nazarena Moreno, Alan Garvey, Marcos Blanco, Esteban el As, Mariano Alarcón, Mariano del Río, Javier Omezzoli, Pablo Olivera. 85’.

La contundencia de esta ópera prima es ostensible: la fluidez narrativa, la dirección de actores y actrices, la composición de algunos encuadres, algunas ideas sonoras y el dominio sobre el espacio son pruebas de que González, con apenas 24 años, empezaba con una idea de cine consciente. El relato coral y generacional sobre algunos habitantes de la Villa Carlos Gardel de la Provincia de Buenos Aires reúne actos cotidianos diversos y suficientes para abarcar tanto la vida económica, a menudo ligada al delito (menudeo de drogas, robo y asaltos), como la vida cultural y familiar. González se abstiene de envilecer (como de suavizar) el universo que filma porque a las tareas delictivas las contradice dialécticamente a través de la presentación estructural de un contexto desfavorable prodigándoles sensatamente a los personajes rasgos singulares en los que se llega a delinear aun la vulnerabilidad de la mayoría: un hombre es capaz de robar sin piedad y llorar desconsoladamente por amor; otro, tras una jornada estéril de venta callejera, reconoce su destino trágico y se le caen un par de lágrimas sin inhibirse; un adolescente no renuncia jamás a su deseo de hacer rimas y cantar. El acierto de González es emplear estereotipos distanciándose de estos todo lo necesario para trabajar sobre cada personaje el atributo anímico que lo define. Pero no todo se circunscribe a hombres y mujeres del barrio. González puede filmar en cuatro planos generales la cárcel de Devoto y transformar ese edificio en una suerte de cameo de un régimen temible; el cineasta también puede dispensarle un par de planos al barro del potrero de La Gardel y hacer de este un terreno que cobija la hermosura de la tierra infértil en materia de juego y felicidad.

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Sección: Retrospectiva César González.

BAZOFI DE OXFORD 2020 (DESDE EL 19 DE NOVIEMBRE)

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