LAS PELÍCULAS SECRETAS (70): MAROUN RETURNS TO BEIRUT

LAS PELÍCULAS SECRETAS (70): MAROUN RETURNS TO BEIRUT

por - Críticas, Las películas secretas
02 Ago, 2025 12:46 | Sin comentarios
Pasó por algunos festivales, luego se dejó de hablar de la película y fácilmente puede quedar en el olvido, como quien es el centro de la película: Maroun Bagdadi.

Al inicio del magnífico documental con este título que se estrenó en el Festival de Venecia, Feyrouz Serhal relata una asombrosa anécdota sobre el cineasta Maroun Bagdadi. Mientras trabajaba en el guion para una película que se iba a llamar Corners junto a su amigo Hassan Daoud, este reparó en que habían decidido cómo matar a dos de los personajes pero les faltaba inventar la causa de una tercera muerte. Cuando Hassan le preguntó como resolver ese hueco en la narración, Bagdadi respondió sin dudar que debía ser una muerte estúpida, que el personaje, por ejemplo, se cayera por las escaleras desde lo más alto de la casa de su madre para morir de manera inmediata sin que nadie se enterara. Poco después, fue el propio Maroun Bagdadi quien murió de esa manera, cayendo desde lo más alto de las escaleras de la casa materna. Esa fatal casualidad encaja bien con la leyenda de un director brillante y un hombre seductor, generoso y carismático, que asumió el cine como una enfermedad sin cura y no quiso marcar grandes diferencias entre su trayectoria personal y profesional. En su mejor película, Pequeñas guerras, se representó a sí mismo muerto: su fotografía pasa de mano en mano entre diferentes personajes que honran su recuerdo. Siendo como fue un hombre vitalista y enérgico, siempre en acción, es curioso lo importante que fue la muerte en su obra. En uno de los textos que recoge Feyrouz, Maroun afirma que sus filmes “se interesan por una única verdad, que es la muerte. La muerte es siempre mágica. La muerte, que puede ser descrita como la única certeza, pero no sabemos nada sobre ella”.

Son muchas las razones para el aplauso ante una lección de cine como es Maroun regresa a Beirut. Es, para empezar, una perfecta introducción a la figura de Maroun Bagdadi, que fue en su tiempo el más destacado cineasta libanés, seleccionado en los festivales de Venecia y Cannes -y premiado como mejor director en el certamen francés por la que es quizás su ficción más discutible, Hors la Vie-, pero sobre quien cayó el telón del olvido con el paso de los años, más de treinta ya desde su fallecimiento. Tiempo suficiente para evaluar mejor sus películas y admirar en ellas un inmenso virtuosismo disfrazado a menudo de simplicidad. Para quien no las conozca, el documental de Feyrouz presenta una ejemplar selección de escenas hábilmente contextualizadas, pero, sobre todo, nos acerca al hombre detrás de la cámara, un ser humano real, ni un santo ni un demonio, con sus virtudes y contradicciones y amado, de manera verdadera y profunda, por gente que guarda y celebra hoy su memoria: el ya citado Hassan Daoud, Fawwaz Traboulsi, Elie Adabachi o su viuda, la actriz Soraya Khoury. Las heridas, si las hubiere, cicatrizaron; el tiempo lo cura todo y a largo plazo lo único que queda es el amor. Esa sensación es muy nítida en el filme porque Feyrouz fue capaz de crear la confianza necesaria, habló el tiempo preciso para saber qué información debía obtener de cada persona e hizo las preguntas adecuadas para componer un retrato honesto y elegante de Maroun. Es un documental claro y clarificador, muy lejos de esa absurda tendencia de cierta no ficción que se empeña en ser enigmática y elíptica para acabar siendo únicamente confusa. Feyrouz se hace presente en el film y comparte planos con los hombres y mujeres que entrevista; planos, dicho sea de paso, maravillosamente bien compuestos en escenarios maravillosamente bien escogidos. Es una cineasta que estudia a otro cineasta, que se reconoce en la pasión compartida por la ciudad de Beirut, por las calles y callejuelas que recorre en un coche rojo descapotable semejante al que tenía aquel; que se reconoce, también, en la pasión por la creación artística. De hecho, una elocuente dedicatoria desvela desde el principio todas las cartas: “A Maroun. A Beirut. Al cine”.

El diálogo con Joana Hadjithomas y después, en un apasionante bloque final, con más cineastas del Líbano que escuchan declaraciones de Bagdadi cuarenta años atrás, señala una infeliz continuidad: los problemas cambian, pero hacer cine en el Líbano sigue siendo un desafío. La conflictiva historia reciente del país no ayuda y, como se dice explícitamente en esa secuencia, “cada generación tiene su propio 1975”, en alusión al inicio de la guerra civil.

“Planteo muchas preguntas en mis películas, pero muy pocas son las respuestas. Tengo más preguntas y asombros que respuestas. Observo, percibo y especulo, pero no doy respuestas. Muestro mis dudas sin llegar a ninguna certeza”, leemos en otro texto de Bagdadi. Una muestra más de la lucidez de un cineasta que redescubrimos ahora gracias al talento de Feyrouz Serhal.

Maroun Returns to Beirut, Líbano-Catar, 2024

Escrita y dirigida por Feyrouz Serhal.

*Publicado originalmente en gallego en el periódico “Nós Diario”.

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