LOS OLVIDADOS: MERVYN LeROY

LOS OLVIDADOS: MERVYN LeROY

por - Columnas
07 Ene, 2021 11:49 | comentarios
Mervin LeRoy forma parte de esa pléyade de directores todo terreno que en su momento lograron bastante éxito y hoy están casi olvidados, Sin embargo, una revisión de su extensa filmografía permite encontrar varias perlas entre una buena cantidad de títulos mediocres y/o descartables.

Nacido en 1900 en San Francisco, cuando solo tenía seis años, el famoso terremoto de su ciudad natal destruyó su casa, perdiéndose todas las pertenencias familiares lo que lo obligó, siendo un niño aún, a trabajar como vendedor de diarios. En su adolescencia incursionó en la actuación, ganando un concurso de imitadores de Chaplin. En 1919, su primo, el productor Jesse Lasky, lo acercó a Hollywood, donde comenzó a trabajar como ayudante de vestuario, pasando luego a la asistencia de dirección. Su debut como realizador se produjo en 1927 y a partir de allí desarrolló una prolífica carrera de cuatro décadas  en la que rodó casi  ochenta películas. En los años treinta, trabajando para la Warner, dirigió una serie de títulos de potente contenido social –entre ellos la trilogía protagonizada por Edward Robinson- que hoy mantiene intactos el vigor de la fecha de su estreno, lo que no le impidió también realizar films en otros géneros, como comedias y musicales. En 1938, se produjo su pase a la MGM con el consiguiente cambio de rumbo en su filmografía en la que se destacaron algunos románticos melodramas. Uno de los méritos de Mervyn Le Roy es el de haber sido el descubridor de algunos actores que luego desarrollaron una brillante carrera, tal el caso de Lana Turner, Robert Mitchum, Clark Gable y Loretta Young. En los años de posguerra los títulos de interés de LeRoy son más espaciados y su retiro se producirá en el año 1966, aunque en el año 1968 colaboró sin acreditar con su amigo John Wayne en la dirección de algunas escenas del panfleto fascistoide Los boinas verdes, algo que, por cierto, nada agregará a su curriculum, sino más bien lo contrario. Mervyn Le Roy falleció en Los Angeles en 1987.

Los años de la Gran Depresión en los Estados Unidos dieron lugar a diversas manifestaciones artísticas que reflejaron esa crisis y el cine, por supuesto, no fue ajeno a ese fenómeno. Así fue que se realizaron varias películas que testimoniaron acerca de esa época y entre las más destacadas estuvieron las que rodara Mervyn Le Roy. Films como El pequeño César, Soy un fugitivo Ellos no olvidarán persisten hoy como algunos de los títulos más importantes de ese período y en ellos, LeRoy desarrollaba con enorme vigor una temática que propone una cruda y lúcida crítica a diversos aspectos de la vida social y cultural de ese tiempo. Vistas hoy esas películas, se hace difícil asimilar que la última participación de Le Roy en el cine haya sido la mencionada colaboración con John Wayne en Los boinas verdes. Pero simultáneamente con esos títulos, el director abordaba en ese fructífero período de su carrea otros géneros, realizando, vg, el que es posiblemente el mejor musical de la Warner de la década, Vampiresas 1933. El pase a la MGM produjo un vuelco en las temáticas y el estilo del director, adaptándose a las características de la compañía. Sin embargo, ello no le impidió rodar varios títulos en los que se podía detectar una impronta personal, expuesta a través de la suavidad y delicadeza de los movimientos de cámara, un romanticismo en algunos casos desaforado y una tristeza que se expresaba a través del tiempo perdido por sus protagonistas, ya sea por la guerra o una eventual amnesia. En los años de posguerra se produce una indudable declinación en Le Roy y sus obras atractivas escasean pero todavía en algunos films se pueden encontrar destellos de talento. La amplitud de la obra de Mervyn Le Roy provoca que para muchos se pierdan en la totalidad un importante puñado de títulos valiosos, algunos de los cuales pasaremos a recomendar a continuación.

El pequeño César (Little Caesar, 1931) describe -adaptando una novela de W.R. Burnett- con gran intensidad el ascenso y caída de César Rico Bandello, quien, de ser un segundón en la banda que integra, pasa a convertirse en un auténtico capo de la ciudad pero su excesivo gusto por la violencia gratuita provoca su inexorable caída. Edward Robinson realiza una gran creación del personaje, inolvidable tanto en sus estallidos de ira y sus delirios de grandeza como en su dolorosa caída.

Soy el escándalo (Five Star Final, 1931), Aquí LeRoy la emprende sin tapujos contra el periodismo amarillo y sensacionalista narrando el intento del dueño y el editor de un periódico (otra vez Robinson) de  reflotar un antiguo caso de homicidio con el fin de aumentar la tirada, lo que derivará en trágicas consecuencias. Una virulenta crítica con un recordable personaje, por lo cínico y viscoso, a cargo de un joven Boris Karloff.

Dos segundos (Two Seconds, 1932) es la tercera colaboración de Edward Roninson con el director, aquí interpretando a un condenado a muerte que – a través de un extenso flashback– narra cómo ha llegado a esa situación. La inesperada muerte accidental de un amigo, de la que el protagonista se siente responsable y la conflictiva relación con una mujer, están descriptas con inusual dureza en una película amarga y pesimista.

Soy un fugitivo (I Am a Fugitive From Chain Gang, 1932) es uno de los mejores films de LeRoy, un crudo relato en el que un hombre que busca escapar a la rutina de la vida pueblerina es condenado a trabajos forzados por un crimen que no cometió. Allí escapa y con una nueva identidad desarrolla un importante trabajo como ingeniero. Sin embargo, al tiempo es descubierto y vuelto a llevar a prisión donde otra vez escapa. Demoledor film sobre el sistema de justicia y, de nuevo, un final rotundamente pesimista.

Ellos no olvidarán (They Won¨t Forget, 1937) está ambientada en un pueblo sureño de los EE.UU, donde se produce el asesinato de una estudiante (una muy joven Lana Turner) y es arrestado un profesor que ha llegado de Nueva York. Quien es el culpable del crimen es lo de menos, en una obra que pone sobre el tapete la persistencia del conflicto Norte-Sur, el racismo, las conductas masivas en busca de venganza por mano propia y la búsqueda de un culpable a cualquier precio para satisfacer ambiciones políticas. Gran film.

El puente de Waterloo (Waterloo Bridge, 1940). El fortuito encuentro en un bombardeo sobre Londres entre un militar y una bailarina desembocará en una conflictiva historia de amor. Una descripción del argumento del film podría caracterizarlo como una acumulación de lugares comunes, pero la sensibilidad del director para describir los avatares de la relación y el deterioro que producen las separaciones y la espléndida interpretación de Vivien Leigh como la atribulada muchacha, convierten al film es un notable melodrama romántico.

En la noche del pasado (Random Harvest, 1942) está centrado en un hombre que ha regresado de la guerra con amnesia y tras un encuentro casual con una bailarina de cabaret, se casa con ella y desarrolla un feliz matrimonio pero un accidente le provoca otro shock amnésico, ahora con su pasado reciente. Algunas implausibilidades del argumento se ven compensadas por el intenso romanticismo de un relato que pone el acento en la búsqueda del tiempo perdido.

Mundos opuestos (East Side, West Side, 1949) plantea relaciones cruzadas entre miembros de distintas clases sociales con derivaciones de algún modo relacionadas con el cine negro. Si la historia no suena demasiado novedosa, el oficio narrativo de Le Roy saca el film adelante. Además cuenta con un reparto de lujo (Stanwyck, Mason, Gardner, Van Heflin, Cyd Charisse y la menos conocida Beverly Michaels en un rol fundamental).

La mala semilla (The Bad Seed1956) es una adaptación de una obra de teatro y una novela y en varios pasajes la teatralidad se impone y tampoco es muy convincente el rollo psicoanalítico del personaje de la madre ni los minutos finales que suavizan el final real de la película Sin embargo el personaje de la niña asesina (la asombrosa Patty Mc.Cormack) sigue siendo inquietante y perturbador y muy audaz para la época en que se rodó el film.

Despues de la oscuridad (Home Before Dark, 1958) narra la vuelta de una mujer -después de estar internada un año en una clínica psiquiátrica- a su hogar, donde vive con su marido, su hermana y su insoportable madrastra, a los que se suma un inquilino. LeRoy maneja con pulso seguro las ambigüedades y dobleces que propone la historia y la interpretación de Jean Simmons como la confundida protagonista es deslumbrante.

Jorge García / Copyleft 2021