Por Roger Koza

Se acerca la hora de los premios. La prensa mundial apuesta desde aquí y a lo lejos. Los candidatos son previsibles, pero los jurados nunca lo son. ¿Qué pensarán los hermanos Coen, el joven Xaiver Dolan, Rossy De Palma, Jake Gyllenhaal y compañía? El señor Donnie Gyllenhall Darko dice: «Lo que importa, en última instancia, es la historia». Frente a esa declaración hay que esperar la mediocridad, es una forma abierta de decir lo que importa es el tema y no la forma.

Los presidentes del jurado son los Coen y ellos pueden tener la última palabra ante el disenso. No siempre el cine de un director representa el cine que le gusta. Cinco años atrás nadie hubiera podido predecir que Tim Burton le daría su pulgar hacia arriba a una película tailandesa. ¿Será el año de la consagración eterna del gran Hou Hsiao-Hsien por The Assassin? La última de Hou es por lejos la mejor película de la competencia oficial. Su belleza es tan ostensible como una montaña, pero es una película deliberadamente lenta. Nunca falta el perezoso afirmando que la lentitud es sinónimo de aburrimiento.

El tema de los ganadores se confunde, inapropiadamente, con el nacionalismo deportivo. Hace falta que un compatriota gane para que se agiten las banderas y la algarabía patriótica. Lo bueno del premio de La patota a mejor película en la Semana de la Crítica, una de las dos secciones paralelas del festival, es que el festejo corresponde no tanto a su origen criollo sino al valor intrínseco que tiene el filme. Era el mejor de la sección. Santiago Mitre hizo una película sobre la decisión y la convicción, y Dolores Fonzi se convirtió en el cuerpo de ese film. Es muy apropiado, como lo hizo el director, haberle dedicado el triunfo a Fonzi. Ella, como dijera él mismo el día de su estreno mundial, es la película. Es un paso fundamental para Mitre y su productora independiente La Unión de los Ríos.

Nada que decir respecto de lo sucedido con los premios de Una Cierta Mirada. Ni siquiera el de Porumboiu es para celebrar debido a que su película debería haber estado en la competencia oficial. La madurez temática y formal que ostenta One Floor Below, el film de su compatriota Radu Muntean, también está muy por encima de todos los ganadores. Por cierto, ¿el jurado vio la de Minervini? Dejemos el caso Apichatpong Weerasethakul; no tiene sentido. Su película estará entre lo mejor del año. Es una maravilla. Pero basta con ver a los miembros del jurado para darse cuenta que no había chance alguna. Es que no tiene ninguna historia, y eso es lo que cuenta. Claro. Ni siquiera un crítico de cine entre los miembros para discutir otra perspectiva. Ganaron las ovejas y los paisajes, y la internacional de los derechos humanos.

Tampoco diré mucho sobre los premios FIPRESCI; solamente dos cosas: mi total desaprobación a un jurado que dejó afuera los filmes de Hou y Apichatpong; y peor aún, algo que se puede leer examinando sus premios otorgados: el criterio recayó en la importancia temática de las películas elegidas. Habría que decir: ningún crítico que se precie como tal puede darle un premio seriamente a Masaan. Hay dos o tres secuencias objetivamente vergonzosas. El premio a La patota está muy bien; era lo mejor en la Semana de la crítica.

Después del estreno de The Assassin no hubo ningún film relevante que dé la impresión de poder reclamar para sí la Palm d’Or.. Los candidatos firmes vendrán de las películas de Moretti, Haynes, Hou, Jia Zhang-ke, Lanthimos, quizás Sorrentino y Nemes. Ninguno de ellos se irá con las manos vacías.

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 MIS PREMIOS IMAGINARIOS

Hou y su equipo

PALM D’OR

The Assassin (Hou Hsiao Hsien)

GRAND PRIX

Mountains May Depart (Jia Zhang-ke)

MEJOR DIRECTOR

Carol (Todd Haynes)

MEJOR GUIÓN

Mountains May Depart (Jia Zhang-ke)

MEJOR ACTRIZ

Zhang Tao (Mountains May Depart)

MEJOR ACTOR

Vincent Lindon (La loi du marché)

PREMIO DEL JURADO

Mia madre (Nanni Moretti)

Roger Koza / Copyleft 2015