OTRO VIERNES DE LOCOS / FREAKIER FRIDAY

OTRO VIERNES DE LOCOS / FREAKIER FRIDAY

por - Críticas
09 Ago, 2025 09:19 | Sin comentarios
Después de dos décadas, vuelven madre e hija. No es justamente un regreso con gloria.

JUEGO DE ROLES

En 2003, Jamie Lee Curtis y Lindsday Lohan fueron madre e hija en una comedia que tras el paso del tiempo encontró su público. Un viernes de locos (2003) no fue un gran éxito inicial, tampoco dejó precedentes ineludibles para el género. El tema de fondo no era irrelevante: ponerse en el lugar del otro. Toda persona capaz de imaginar la vida de otros ostenta la virtud de intuir que no existe ninguna perspectiva autosuficiente. Los canallas y necios megalómanos creen que sí, por eso son poco dados a lo cómico (sí a lo ridículo). El que ríe en serio ríe de sí. 

Más de veinte años después, vuelven Tess y Anna, madre e hija, terapeuta y música frustrada, ahora devenida en madre. En efecto, la familia ha incorporado a Harper, la nieta, que atraviesa la adolescencia.En la película precedente, es bueno recordar, madre e hija no podían convivir; se detestaban Un hechizo oriental provocaba un sismo percibido solamente por las protagonistas. La consecuencia era psíquicamente fantástica: el alma de la hija transmigraba al cuerpo de la madre y viceversa. Por un tiempo, cada una tenía que vivir la vida de la otra. El fin del hechizo dependía del entendimiento mutuo. Terapia inverosímil, pero eficiente, porque la fantasía de ver desde el otro lo propio y lo ajeno puede ser un ejercicio de clarividencia. 

En Otro viernes de locos, el conflicto se sitúa entre Harper y la hija del pretendiente de Anna. Las adolescentes se conocieron en la escuela y el romance entre padre y madre comenzó cuando fueron citados por la dirección de la escuela debido a una pelea en la clase. En esta ocasión, la futura hijastra tomará el cuerpo de la Tess y Harper, el de su madre. El intercambio ahora se duplica, de lo que se deberían predicar más enredos, porque la comicidad se desprende de la interacción de los personajes en cuerpos cambiados, más envejecidos o rejuvenecidos, con los conocidos de siempre, quienes no descubren la sustitución de personalidades, pero sí detectan algo extraño. 

Era indesmentible que la película de 2003 tenía el encanto de la interacción entre Curtis y Lohan; los años han pasado y eso que tiene que suceder entre las dos persiste. La química está intacta. El resto es un remedo de situaciones ya transitadas y un acopio más enfático que antaño de escenas sensibleras que vindican los valores tradicionales de la sociedad estadounidense: el matrimonio y la familia son instituciones invencibles; lo mismo con la cultura del éxito. Los podcasts de Tess y la subtrama de una cantante que vive indirectamente la vida de Anna simbolizan ese horizonte cultural. El plano inicial en el que Anna toca la guitarra imaginándose en un estadio seguido por un falso raccord donde ella permanece en la misma posición empuñando el instrumento en su casa es un recurso visual apropiado para señalar el incumplimiento de un deseo.

En ¡Qué perra vida!, Mel Brooks interpretaba a un millonario que apostaba con otro a que podía sobrevivir por un mes en la calle como cualquier pordiosero. En ese lapso, algo inesperado se revelaba en su conciencia. El conocimiento del otro ubicándose en su lugar exige una contorsión inesperada e indirecta en la propia audiencia. Pero en Otro viernes de locos se presupone a un espectador dócil y distraído.

En una escena humorísticamente estéril, los estudiantes inician una batalla de proyectiles comestibles. En la escuela se precipita una contienda: decenas de estudiantes se lanzan tortas, bizcochitos y budines. Vuelan tartas y panes. La secuencia pretende revivir la comicidad de Laurel y Hardy o del propio Chaplin, pero el slapstick es otra cosa. El pasaje del banquete resulta ineficaz y excesivo. Es un momento en el que lo obsceno de una cultura asoma inescrupulosamente. En vez de risa, la obscenidad da un poco de vergüenza, si no de rabia.

Otro viernes de locos / Freakier Friday, Estados Unidos, 2025.

Dirigida por Nisha Ganatra.

Escrita por Jordan Weiss.

*Publicado por La Voz del Interior en el mes de agosto.

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