LA COMPETENCIA DE FID MARSEILLE : CONFERENCE OF THE BIRDS

LA COMPETENCIA DE FID MARSEILLE : CONFERENCE OF THE BIRDS

por - Festivales
30 Jul, 2025 04:11 | Sin comentarios
Notable ópera prima que pasó sin la debida atención.

DE FLORES Y MÚSCULOS

En el epílogo, un poema de Louise Glück, precedido por un acto inexplicable pero decisivo; en el inicio, una circunspecta escena de un funeral mientras suena algún versículo del Corán recitado a la distancia. ¿Qué pasa en el medio? Es difícil decirlo. La película de Amin Motallebzadeh se ciñe a la opacidad con la misma elocuencia con la que Nasrudín ante los ojos de todos pasaba la frontera de un país a otro con sus alforjas vacías sin que los controles pudieran darse cuenta de que los burros en los que cruzaba eran la mercancía de su contrabando. El mulá y el cineasta entienden lo mismo: todo pasa por no mostrar demasiado.

En verdad, Motallebzadeh no esconde nada, como el legendario personaje del folclore musulmán; simplemente lanza signos que no se encadenan siguiendo los caprichos de la narración preestablecida. La pereza generalizada frente a una película así puede jugarle una mala pasada al joven director nacido en Hamburgo y de ascendencia iraní. Todos esperan una película de fútbol, él prefiere introducir lo indeterminado, inclinarse a la poesía en vez de al deporte. Los versos, eso sí, si sus planos pueden ser comprendidos así, emplean los temas obligados en la materia: hay entrenamientos y conferencias de prensa, también directores técnicos, jugadores de procedencias diversas en un mismo equipo y directivos de un club que nunca se nombra. La táctica consiste en escenificar, más como esbozo que como retrato, momentos del universo del fútbol. La estrategia es la siguiente: difuminar serenamente en el relato un sentimiento de recogimiento y pena, como si cada secuencia fuera un verso dedicado a una despedida, un adiós. Esto es lo que alguna vez se denominó cine de poesía. El sentimiento es el argumento. 

La conferencia de los pájaros comienza con el ya aludido funeral. El ataúd yace solitario en una habitación vacía. Quienes se despiden vienen después. La vestimenta, la austeridad del escenario, los cánticos lejanos indican un culto. La hermosura del mundo musulmán se impone. No faltan las flores, que siempre acompañan a los muertos. Los vivos pueden creer en Lenin, Cristo, Alá o Buda, pero el ramo de rosas y claveles está presente al lado de las tumbas. El último plano de la secuencia se concentra en algunos pétalos en el suelo de la mezquita o el cementerio. La entonación del verso del Corán suena con mayor fuerza que nunca, el viento sopla y el chorro de una manguera remueve la coreografía azarosa de colores dispersos en la losa. Hay decenas de planos semejantes. Los detalles no son ajenos al cineasta. 

¿Quién ha muerto? El gerente del club, eso dice la radio. El idioma de la transmisión es un inglés británico enfático. Antes de esa escena y la primera, hay otra de transición que indica un cambio de territorio. Las imágenes que algunas compañías de avión producen en vivo durante el vuelo y se pueden ver en el monitor del asiento permiten comprender que los primeros momentos del relato tuvieron lugar en algún país de Medio Oriente, y que los afectados han regresado a casa. El tema del idioma es decisivo. En La conferencia de los pájaros se habla en alemán, inglés, turco y árabe, y si bien la película no tiene ningún protagonista reconocible, uno de los dos personajes que más tiempo está en cuadro es el de una traductora. En ese personaje se cifra incluso el misterio de la película. En efecto, La conferencia de los pájaros se rehúsa por su propia poética a poder ser glosada en un argumento preciso. Es una película intraducible. Se puede decir sin equivocarse que su trama no es otra cosa que el duelo de todo un equipo de fútbol ante la muerte de una figura clave del club. Tal descripción puede aliviar la angustia del redactor del catálogo de un festival, pero es estéril ante la sustancia evanescente que sobrevuela cada instante filmado. Además, ¿en dónde transcurre todo lo que se ve? ¿Y qué pasa realmente después de la despedida al fallecido? 

La elegancia de La conferencia de los pájaros es ostensible. Los encuadres son premeditados; lo que se ve y lo que no se ve configuran un mundo que está siempre definido por algo que solamente se escucha. El fuera de campo es programático. Motallebzadeh es bressoniano por necesidad. Los corredores del estadio parecen serlo porque el sonido de cancha se impone y transforma un lugar cualquiera en un emplazamiento propio de una arena deportiva. Los jugadores en el micro saliendo de un partido pueden oír el aliento de la hinchada, pero, como es de esperar, ninguna multitud se vuelve visible en el cuadro. Un concepto de plano cerrado predomina de principio a fin. Si los jugadores están en el gimnasio, el plano general está interdicto. Es preferible la concentración en un muslo o en el rostro de un mediocampista con una máscara haciendo cinta. Es una decisión estética y económica. Otra escala de plano hubiera exigido un presupuesto imposible. Esa dimensión de lo visual anula el reconocimiento de los espacios. Los pocos planos abiertos de la ciudad no son identificables. Por las tomas de electricidad, los tipos de ventanas, la arquitectura y los semáforos se puede deducir que es una ciudad alemana, pero se mantiene en lo indeterminado. A la falta de orientación geográfica se añade la ausencia de nombres de todos los personajes en cuadro. Los nombres propios pertenecen a los famosos del fútbol. Se puede nombrar a Bielsa o Ronaldo, pero los personajes de Motallebzadeh no se dirigen entre sí por su nombre. La restricción impide el reconocimiento, lo que vuelve todo más complejo debido a que la película acopia personajes que nunca se sabe del todo quiénes son. El contrapunto favorable es que el concepto de equipo deja de ser una abstracción. Paradoja notable: todo es abstracto, pero por eso mismo la percepción del todo que es un equipo deja de serlo. El protagonista es el equipo.

El poema de Glück dicho en el final insinúa una búsqueda, como también el título de la película que alude a un poema de Farid al Din Attar. El pretérito poema persa aludido es pertinente debido a que 30 pájaros se proponen encontrar al Rey Pájaro. El equipo de la película ha dejado de tener un líder. Dicho así es lógico, y se entiende la relación, pero aun así es mezquino. Hay algo más poderoso que el sentimiento de pérdida y la sensación de estar a la deriva y sin conducción. 

Inusual característica en el uso de la palabra: todos los diálogos de La conferencia de los pájaros tienden a desarrollarse a medio camino y sin un contexto conversacional. Un hombre que nunca se sabe muy bien qué rol cumple en el club, más allá de que su comportamiento indica una posición de poder, realiza una pregunta rarísima: “¿Cuál es sería el opuesto del acto de quitarse la vida?”. Él no responde, pero quizás la película sí.

A la pregunta formulada, ningún personaje responde algo específico; lo más próximo a una réplica es la primera estrofa de “Estrellas”, de Glück, que se recita en los últimos minutos. Los versos rezan: 

“Estoy despierta; 

estoy en el mundo: 

no me hace falta otra certeza. 

Ni otra protección, otra promesa”. 

Lo que está despierto acá es el cine y, por ser así, el mundo frente a cámara. Es cierto que una tristeza anuda el espíritu de la película, pero esa capa emocional refiere en todo caso al sentimiento de los personajes. Los planos dicen algo más, plasman otras cosas. ¿Qué es eso otro? 

El mundo en sí no se puede agotar en la palabra, a pesar de que para nombrarlo el lenguaje es indispensable. Quienes traducen saben muy bien que en el pasaje de un idioma a otro hay algo que se resiste a su conversión y posterior sustitución en otra lengua. Eso que se resiste es justamente donde el misterio del mundo puede respirar y ser. Motallebzadeh advirtió que era posible filmar desde el punto de vista de quien traduce. En algunos momentos, los planos, solo algunos, están inscriptos en el corredor silencioso en el que una palabra pasa de una lengua a otra. Extraña experiencia la de filmar desde el desplazamiento de la traducción, sobre todo desde el instante fugaz en que la palabra queda desamparada de todo lo que la sostiene y el abismo de lo real es algo más que una afirmación hecha de palabras.

Conference of the Birds, Alemania, 2025

Escrita y dirigida por Amin Motallebzadeh 

Roger Koza / Copyleft 2025