DOC BUENOS AIRES 2025 (08): RETROSPECTIVA DANIELA SEGGIARO: ELLOS, NOSOTROS Y LOS PLANOS

DOC BUENOS AIRES 2025 (08): RETROSPECTIVA DANIELA SEGGIARO: ELLOS, NOSOTROS Y LOS PLANOS

por - Festivales
07 Sep, 2025 12:22 | 1 comentario
Tres películas en su haber, una mirada, un tema, una búsqueda.

Veintitrés años pasaron del estreno de Nositaliaj. La belleza, película anómala en su momento, y quizás lo siga siendo en el corpus de lo que fue hasta hace poco el llamado Nuevo Cine Argentino. Es cierto que no era la primera vez que el cine argentino prestaba atención sobre todos aquellos que están antes de nosotros, los que fuimos otros respecto de ellos, unos siglos atrás cuando en la tierra que habitamos hoy nadie se persignaba evocando a la crucifixión del hijo del Altísimo y el idioma español era una lengua jamás oída. Hubo cineastas interesados en los llamados pueblos originarios, pero fueron esfuerzos esporádicos. Una tradición en sí no existe. Hay precursores y, en el presente, películas propias nacidas en el interior de distintas comunidades. 

A Seggiaro le interesa filmar el encuentro, también la distancia. Ella no es inicialmente uno de ellos, pero con tres películas en su haber su deseo de ir hacia y descubrir qué se debe filmar persiste. No es un juego, es un compromiso. No le debe ser indiferente saber que mira el mundo de los otros con categoríasdiferentes. Esto explica en parte la ópera prima: lo que sucedía con el corte de un mechón de pelo de Yolanda, la protagonista de 16 años, señalaba la ignorancia de la cultura dominante. Nuestro lenguaje ya presupone un orden del mundo. El cine, además, tampoco es neutro frente a cualquier universo que se filme. Todo encuadre es de por sí un modo de organizar lo existente, concibiendo conjuntos y relaciones. Pues bien, ¿cómo ir hacia ese otro mundo? ¿Cómo filmar la experiencia de los wichis? ¿Se filma en su nombre? ¿Se filma para conjurar la propia arrogancia?

Seggiaro ha hecho tres largometrajes con el mismo pueblo como principal protagonista y ha probadoaproximaciones diversas, intentando ver y oír de más cerca, deteniendo el apresuramiento hermenéutico que, con demasiada velocidad, asume traducciones veloces sin detenerse en lo que resiste a la asimilación y puede permanecer como intraducible. 

En un sentido estricto, solamente la última de las tres películas es un documental, pero ¿por qué no pensar que las dos películas anteriores, donde la ficción que (no completamente) organiza la puesta en escena es indirectamente la introducción a un imaginario del mundo? Lo que importa es que se puedan ver las tres películas en conjunto y enlazadas en un proyecto de comprensión y descentramiento. Para los espectadores, para nosotros, los que proponemos ver las tres películas, y también para la cineasta, la habitual cita del crítico francés Serge Daney tendrá un sentido indiscutible. Escribió alguna vez: “Y el cine, yo sé bien por qué lo elegí… Para que me enseñe a reconocer con la mirada, incansablemente, a qué distancia de mí comienzan los otros”. (Roger Koza)

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Senda india, Daniela Seggiaro, Argentina, 2024.

Una de las voces que se escucha en fuera de campo de un miembro de la comunidad wichi Misión Tolaba expresa su perplejidad respecto del acto de vender y comprar tierra. Razona que esta no fue hecha por ningún hombre, como si de ese hecho irrefutable se predicara una interdicción sobre la titularidad de cualquier terreno. Toda película que indague sobre el derecho de propiedad llegará a una instancia hipotética en la que existió un tiempo inmemorial en donde no hubo dueños. Lo inmemorial en países como Argentina no es un tiempo mítico, sino un siglo y medio o, como en este caso, décadas. La comunidad aludida pelea por permanecer en donde habita, mientras batalla judicialmente con una empresa que en la película se sintetiza con un par de planos generales de algunas máquinas de excavación. El material principal proviene de un registro audiovisual filmado por la propia comunidad en el año 1991. Si bien se filmaba con un fin jurídico, lo que se puede apreciar es un compendio de saberes sobre plantas que excede las cuestiones medicinales. Las 180 familias y 720 personas que vivían al inicio de la década del noventa representaban un modo de vida respaldado en una memoria histórica que no eludía una posición crítica respecto del impacto de haberse encontrado con los conquistadores europeos que impusieron una lengua, enseñaron una teología y transmitieron nuevas enfermedades. Los litigios de esta índole suelen extenderse en el tiempo y nunca faltan las apelaciones de los poderosos y la connivencia de los pudientes con los representantes de la Justicia. La película revela el veredicto final, pero no solamente es eso lo que cuenta: la inclusión de los derechos de los pueblos originarios en la Constitución de 1994, como acá se evidencia, ha sido un reconocimiento sustancial, acaso insuficiente cuando en algunos testimonios se pueden oír otras tribulaciones, necesidades y deseos. Una película puede estar hablada en español o en wichi, como la de Seggiaro, pero ¿qué sucede con el estilo de filmación? Los cineastas acá son los miembros de la comunidad, lo que implica un registro singular; el montaje es lo suficientemente respetuoso para que todos los materiales empleados hablen por sí solos. (RK) 

Husek, Daniela Seggiaro, Argentina, 2021.

El territorio es el del Gran Chaco salteño. Hay en Husek un viejo cacique wichi y su nieto, que viven de lo que el monte les da. Hay también una joven arquitecta, que intenta avanzar en un proyecto urbanístico que promete a los wichi un barrio de viviendas en cuadrícula perfecta. Y hay una disputa por la tierra, en la que participan las comunidades indígenas, políticos y funcionarios más o menos opacos de diverso rango, más algún brujo y posibles fuerzas ancestrales. Daniela Seggiaro en Husek apela a una doble estrategia: documenta en el monte, ficcionaliza en los vericuetos urbanos de su trama. Coguionada con el escritor wichi urbanos de su trama. Coguionada con el escritor wichi Osvaldo Villagra, Husek transcurre en dos lenguas hibridadas en sus diálogos. Husek es un término wichi, imposible de traducir. Sería erróneo pensarlo como alma, espíritu o buena voluntad, pero se relaciona con todo eso y es más aún. Esta película, ante todo, intenta cercar al husek que la anima. (Eduardo A. Russo)

Nosilatiaj. La belleza, Daniela Seggiaro, Argentina, 2012.

Existen sitios donde la naturaleza se hace escuchar a pesar de que intenten callarla. Los animales, valientes, se encargan de que la historia no se borre, aun con el paso y el peso de las personas sobre la tierra. El eterno presente de las conversaciones banales y los juegos infantiles parece dar todo de sí para distraer del eminente temblor que acecha aquellos territorios donde todavía nada está resuelto. ¿Es toda cultura una ficción? La cámara de Daniela Seggiaro hace lo posible por actuar como testigo vaivén de lo que está escondido, pero resta. Si escuchamos, el mar habla una lengua tan antigua que parece decir cosas incomprensibles. Pero susurra. Como el agua, Yola se hace espacio para narrar en wichi lhämtes una historia que nadie quiere escuchar: la de la diferencia. Aunque el padre dé la misa, el pájaro tronará. Aunque el pelo se corte, crecerá. Lo que fue el Gran Chaco continúa creciendo bajo el cemento y los ladrillos, pero sobre todo, bajo las órdenes, los pedidos, los acuerdos de palabra, las negligencias y la crueldad. La belleza está guardada y oculta detrás de la violencia, pendiente de dejarse mostrar frente a quienes son lo suficientemente pacientes como para verla. (Lucía Requejo)

Acá se puede ver una entrevista con la directora.

Acá una entrevista con Julia Kratje.

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EDUARDO A. RUSSO-LUCÍA REQUEJO-ROGER KOZA