FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2019 (08): ALGUNA VEZ EN LOS NOVENTA

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2019 (08): ALGUNA VEZ EN LOS NOVENTA

por - Festivales
15 Nov, 2019 12:48 | Sin comentarios
Un retrato íntimo y familiar en la década de los '90.

Difícil de encasillar, afortunadamente. ¿A qué se debe? Las buenas intenciones juega desde su inicio con los géneros canónicos; por momentos se mueve entre una comedia ligera y una tragedia familiar contundente. Lo más interesante de la película reside en la ligereza con que García Blaya maneja sus materiales, ya sean la historia que tiene para contar como las decisiones formales que aplica. Esta ligereza, infrecuente en el cine argentino actual, serpentea entre los géneros, haciendo de una historia fuertemente autobiográfica, un relato muy bien contado donde sus protagonistas no hacen más que dudar, como todos, acerca de los rumbos a seguir.

Tres chicos, unos padres separados y la vida por delante. La música es, sin dudas, otro de los protagonistas de la película: con la música el padre “educa” a sus hijos, y asimismo se organiza el  relato otorgándole un ritmo y una cadencia específica. Todo respira musicalmente y el film se asienta en la mencionada “ligereza”, la que confiere el tono anímico del filme, y donde se explica el secreto éxito con el que se conjura un posible final agónico, que no sucederá, ya que se descarta –afortunadamente- el drama psicológico

Situados en la problemática década de los noventa el relato tiene como protagonistas a un padre, un poco un desprolijo en su vida cotidiana pero querible y afable, una madre preocupada por el bienestar de sus hijos que ya ha formado otra pareja y unos chicos amoross que se adaptan a la vida en común que alterna conviviendo con los padres en distintas casas.

Basada en la propia historia de vida de la realizadora y pensada como un homenaje a su padre, quien fuera Javier García Blaya, líder de la banda Sorry, sorprende la protagonista, esa niña de diez años llamada Amanda – excelentemente encarnada por Amanda Minujin, una verdadera revelación- que lleva la fuerza del relato hacia adelante. El dilema no es menor: la niña tiene que tomar la decisión de quedarse con su padre o irse con su madre a Paraguay, pues en ese período final de siglo, irse de Argentina resultaba una vía de escape al agobio económico y social circundante.

La falta de espacio, en lo concerniente a la casa del padre, se reitera en los diálogos de los chicos y es una situación recurrente. El inicio es un buen indicador: la niña se levanta y se cambia en un lugar estrecho, una situación doméstica que sugiere algo más. Ese algo más no es otra cosa que la relación de los personajes con los espacios simbólicos que los define y los vincula. Al respecto, García Blaya trabaja minuciosamente sobre los espacios simbólicos: el lugar de la maternidad y de la paternidad, como también el de las nuevas relaciones de los padres, el lugar de la hija y los espacios sociales que las familias van ocupando alternadamente.

Es interesante la lectura de la época que hace García Blaya. La perspectiva elude la trampa de subsumir esa década a un contexto definido por la circulación del dinero y la posdictadura. El contexto no es irrelevante, pero no es absoluto, de tal modo que la vida privada no siempre está leída a través de ese contexto. Lo más atractivo de esta lectura reside en un acercamiento ligero, sentido y emotivo, más cercano al ámbito privado y a la intimidad de los personajes, época donde los VHS, los CDs y las videocámaras eran las tecnologías de punta, y  acompañaban la vida cotidiana.

En este sentido, la película adopta y homenajea la estética propia de esas tecnologías de registro pretéritas; la época que retrata retoma la textura de esos dispositivos y asi materializa un tiempo. Tal vez esta estética sea el gran tributo que García Blaya le dedica a su padre, hasta llega a incorporar algunos fragmentos de esa época filmados por él mismo. Es que García Blaya no se distrae en la denuncia de una época, ni en sus nefastas consecuencias sociales y políticas, sino que elige destacar los momentos íntimos de la vida familiar en esa década; prefiere hacer eje en el ámbito privado antes que el público, pero sin obviar lo que estaba sucediendo.

Marcela Gamberini / Copyleft 2019