FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE DE COSQUÍN / FICIC 2019 (01): LAS INTENCIONES Y LOS LARGOS

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE DE COSQUÍN / FICIC 2019 (01): LAS INTENCIONES Y LOS LARGOS

por - Festivales
02 May, 2019 02:20 | Sin comentarios
Breves críticas sobre todos los largos de la novena edición del FICIC.

En un libro de Serge Daney recientemente traducido al castellano, se lee: “Ver películas, viajar. Es lo mismo”. Un poco después, Daney agrega: “Ver películas, viajar: también para los otros, el público normal, esto fue verdadero. Pero se convirtieron en turistas (consumidores de viajes)…”. La cita continúa, pero la idea ya es aprehensible.

En esta edición hay muchos viajes garantizados. A China, Israel (o Palestia), Brasil, Alemania, Rumania, Chile. Lo que importa no es a dónde, sino dejar por un rato el lugar que se conoce. Es que en el cine siempre pasa lo mismo: el mundo de las certezas, ese en el que se habita continuamente, es mezquino, y cada película advierte sobre el peligro de la circunspecta comodidad propiciada por lo conocido.

Los viajes del cine no solamente implican moverse hacia lugares y tiempos ajenos, también comportan modificaciones en las reglas de la percepción. Cada cineasta presta su conciencia en la puesta en escena y al hacerlo extiende una perspectiva que no siempre coincide con la de quien mira y escucha. En ese préstamo se consolida un saber colectivo, porque cualquiera puede alterar y añadir algo que nunca se conoce por cuenta propia.

Ver películas, viajar. Un festival no es entonces un destino al que llegar, sino una suerte de aeropuerto. Hay múltiples destinos disponibles, y todos intensifican la experiencia del cine.

Bienvenidos a la novena edición del FICIC.

Roger Koza, Director artístico

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PELÍCULA DE APERTURA

Breve historia del planeta verde, Santiago Loza Argentina-Alemania-Brasil-España, 2019.

Esta versión extraña de El mago de Oz, donde se entremezclan la figura de E.T. con la potente poesía de Almafuerte, deja un gusto a relato que nos retrotrae a los juegos y a los asombros de la infancia y a la vez nos dispara como una certera flecha hacia la vida adulta con su carga inefable de soledad y de dolor. El trío protagonista de la chica, la trans y el gay a través de esos bosques y rutas y casa abandonadas nos lleva de la mano y avizoramos, no sin lágrimas en los ojos ni sonrisas imprevistas, un camino sinuoso hacia la felicidad, la ausencia del dolor, la ansiada tranquilidad. Loza es siempre fiel a sí mismo, su voz cinematográfica nos devuelve la imagen de nosotros mismos en una cosmovisión donde el arte y la vida se tensan hasta lograr que la sensibilidad y la emotividad nos gobiernen. Gesto revolucionario en estos días. (Marcela Gamberini)

PELÍCULA DE CLAUSURA

Los hipócritas, Santiago Sgarlatta, Carlos Trioni Argentina, 2019.

La confrontación de clases nunca es un tema menor, ni en el cine ni fuera de él. Un cineasta no puede prescindir de una perspectiva para filmar la desconfianza y la asimetría entre miembros de clases sociales desemejantes, y aunque tome una posición precisa esto no implica el desprecio de unos y la vindicación de otros. Lo que sucede aquí entre un cineasta que para sobrevivir registra casamientos y el hermano de la novia durante la fiesta nupcial, a propósito de un involuntario testimonio filmado, tan vergonzoso como inadmisible, condensa un conflicto que excede a los personajes y alcanza directamente a los directores: ¿Cómo filmar a los poderosos y a los ricos? El propio film asume su menesterosidad material sorteando su humilde condición de producción a través de una puesta en la que saca provecho de las elecciones cromáticas, los encuadres y otras decisiones poéticas para mirar con la distancia justa una forma de vida pudiente impropia. (Roger Koza)

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COMPETENCIA INTERNACIONAL DE LARGOMETRAJE

Baixo centro / Bajo centro, Ewerton Belico, Samuel Marotta, Brasil, 2018.

Dos amigos charlan un poco sobre lo que pasa en la ciudad y pasean un rato, excepto cuando están en cada caso acompañados por sus respectivas mujeres, con quienes apenas consiguen conjurar gracias al cariño el desaliento espiritual circundante; un fotógrafo enigmático recuerda una época reciente de Belo Horizonte malograda por un peligro mortífero no identificado pero aún presente. En verdad, todos ellos son protagonistas “secundarios”, porque es la ciudad la verdadera protagonista del relato, la misma que ya no cobija a sus habitantes. Es por eso que el registro del espacio devela toda una poética (y una política) donde circulan los tenues sonidos de un deseo colectivo, a veces sintonizado en forma de canción, como se puede apreciar en esos fundidos hermosos en el cierre que permiten divisar el rostro del pueblo y el resguardo de la memoria en común (RK)

Construcciones, Fernando Restelli, Argentina, 2018.

El plano inicial cifra la película: un contrapicado un poco sucio de un edificio que se ancla en la tierra y en escorzo vemos apenas una porción de cielo. Esos trabajadores de la construcción tampoco eluden su tierra, sus orígenes; están ahí descubiertos en su intimidad. La limpieza de algunos planos contrasta con la suciedad de otros, clave para entender la relación amorosa y a la vez forzosamente distanciada entre ese padre y ese hijo. Los sonidos del exterior hablan de inversiones en terrenos, de la herencia recibida, de pactos entre aquellos que detentan el poder; mientras tanto este obrero y su hijo miran y escuchan los sonidos de sus propios pasos y de la naturaleza, los sonidos del abandono y del frío; los ruidos de las máquinas, los susurros del afuera; en definitiva, los sonidos de una clase de la que difícilmente puedan escindirse.(MG)

De nuevo otra vez, Romina Paula, Argentina, 2019..

La crisis de los 40 es un clisé, no así su representación. Romina Paula, frente y detrás de cámara, trabaja sobre esa difusa incomodidad en el tiempo situando al personaje que interpreta en una visita junto a su hijo a la abuela alemana que vive en Buenos Aires mientras su esposo la espera en las sierras de Córdoba. La crisis es siempre del deseo y su orientación, y Paula añade una perspectiva lingüística, histórica, existencial y familiar en la que se yuxtaponen el peso del pasado y el fugaz presente, elementos simbólicos trabajados en el registro a través de una elegante introducción ocasional de fotos y proyecciones que complejizan la pausa con la que cuenta el personaje para volver a pensar todo. (RK)

In the Desert: A Documentary Diptych / En el desierto: un díptico documental, Avner Faingulernt, Israel, 2018.

Dos sueños, dos hombres y sus respectivas familias. Un territorio común: las colinas de Cisjordania. Gobiernan los palestinos, pero los militares israelíes controlan la región. El díptico cumple aquí la función de oponer y contrastar dos formas de vida. Avidan trabaja con sus amigos, descansa tocando la guitarra, no es del todo un creyente pero sigue los ritos de la tradición judía y puede referirse al territorio que conquista apelando a la historia teológica del lugar que ha elegido para vivir y a la amenaza árabe. Por su parte, Omar tiene dos esposas, varios hijos, un trabajo en Israel y una casa en Yatta, pero decide mudarse a Al Majaz. La distancia física entre Avidan y Omar es mínima, no así sus modos de vida: la relación con la técnica, el ocio, la amistad, la política, el amor, la religión y el trabajo no podrían ser más disímiles. (RK)

Lluvia de jaulas, César González, Argentina, 2019.

“Pienso. Soy turista en mi ciudad”. El enunciado duplica y explica el punto de vista, sostenido ubicuamente por el concepto sonoro general, con el que se observa la vida doméstica en las villas (Carlos Gardel, 21, 31) y su contrapunto dialéctico (materialista) en las calles Florida y Lavalle y también las inmediaciones del Obelisco. El sistemático extrañamiento propuesto por González, quien tiene un conocimiento directo sobre la realidad social que filma, produce una inmersión que suspende el juicio y presenta una forma de vida expulsada hacia los márgenes del orden social. La represión, el delito, el ocio, la amistad, el trabajo, las drogas, la experiencia del espacio o la relación con la lluvia y el cielo se representan bajo un orden sensible que conjura la estigmatización y el no pensamiento. Todo se ve y escucha de otro modo. (RK)

Los miembros de la familia, Mateo Bendesky, Argentina, 2019..

Dos hermanos visitan la vieja casa de la madre en la costa atlántica argentina para despedirse de ella. El más chico practica jiu-jitsu brasileño y el fin del colegio lo tiene inquieto. Ella, un poco más grande, viene de una crisis. El amor que se tienen es tan evidente como el desamparo que los acecha, y la tristeza que adviene ante la muerte voluntaria de un ser querido se materializa sin apelar a la palabra. Un plano sobre la puerta cerrada del baño condensa la desgracia. Es que aquí los pormenores no se explicitan, más bien se indican, y al respecto Bendesky sorprende por la sagaz administración de la información que les suministra a sus espectadores. El inicio puede remitir a muchas películas del tipo, pero la introducción de un sueño en el relato es el anuncio de la mayor virtud del film: los impredecibles giros del relato no exentos de comicidad. (RK)

Río, Santiago Canel, Argentina, 2019

Tres historias interpretadas por tres actrices notables (Ailín Salas, Julia Martínez Rubio y Paula Carruega) y una historia en la misma línea dramática interpretada por dos hombres, todas asociadas simbólicamente por el agua y la pérdida y situadas en geografías distantes (Río de Janeiro, Buenos Aires, Los Ángeles), configuran el relato fragmentado de esta ópera prima signada por la curiosidad y la especulación acerca de los vínculos afectivos y las ciudades. La combinación de registros en Super-8 y digital, como también la predilección de uno de los personajes por usar una vieja máquina de escribir, sugieren, por un lado, cierta nostalgia por el siglo precedente, como si al propio film le hubiera gustado existir en otro tiempo, y también un interés por la relación del cine con la literatura, lo que puede explicar indirectamente la presencia del escritor Pablo Ramos en unos de los papeles. (RK)

Sol Alegria / Sol alegría, Tavinho Texeira, Brasil, 2018

Sol alegría es el nombre de una comunidad, cuyos miembros son dispares, aunque la mayoría son monjas (o mujeres vestidas como tal), en la que se cultiva cannabis y se tiene sexo sin ningún otro fin que no sea el de celebrar la existencia y subsistir a cierta distancia de un régimen filocastrense. El relato se circunscribe a una familia típicamente burguesa que visita la comunidad en cuestión mientras escapan de los controles militares. El film remite a la pornochanchada, porque ese género exclusivo del cine brasileño convivió en parte con la última dictadura militar en ese país; de ese modo se invoca un tiempo que a la vez reverbera en este presente distinto, en el que se repite una filosofía de la vigilancia, pero ya en otras coordenadas simbólicas. (RK)

Suburban Birds / Pájaros suburbanos, Sheng Qiu, China, 2018

Si el territorio cambia, el mapa también; para cualquier persona nacida en China en las últimas décadas, el ajuste entre percepción y cambio resulta un desafío cognitivo; este es el trasfondo de este relato dividido asimétricamente en dos, con un nombre que se repite en la figura de un ingeniero que trabaja con un equipo intentando comprender cierto movimiento de la tierra que dificulta realizar construcciones, y también un niño que juega con sus compañeros de escuela y cuya mayor preocupación residirá en la desaparición súbita de un compañero. Los reencuadres con zoom, los travellings precisos, las decisiones cromáticas y algunas formas deliberadas de elipsis remiten a la mejor tradición del cine oriental actual, aunque el joven cineasta tiene una visión propia sobre todo lo que pone en escena. (RK)

Ausencia de mí, Melina Terribili, Argentina, 2018 (Fuera de competencia)

Una cámara que cuenta una voz, la voz de Alfredo Zitarrosa nada menos. Y esa cámara cuenta además un exilio, un dolor, una canción, un recuerdo, un país. Las imágenes de Zitarrosa cuentan su coherencia, su lucidez, su compromiso político, pero a la vez se dejan ver su dolor, su insistencia, su perseverancia, sus carencias. Terribili arma un rompecabezas certero y honesto, con testimonios de la familia y del mismo Zitarrosa, que es quien dice en un instante “muerto aún sigo pensando” y de nuevo la piel se eriza aunque conozcamos la Historia (y la historia). Mientras se catalogan las muchas cajas inéditas que dejó el cantor, se recuenta su vida y sus momentos que no son nada más ni nada menos que la vida y los momentos de cada uno de los países de Latinoamérica devastados por la persecución y el obligado exilio. (MG)

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NUESTROS AUTORES

Corsario, Raúl Perrone, Argentina, 2018

La devoción de Perrone por Pasolini ha sido siempre explícita. Pero los deliberados homenajes recientes en P3nd3jo5 y Ragazzi resultaron insuficientes, a tal punto que un símil del director italiano reencarna ahora en Ituzaingó, primero, junto a un asistente en un casting donde los candidatos tienen que recitar un poema de Dylan Thomas y después en varios paseos por el centro de la mítica ciudad del director en pleno levante de jovencitos. La misteriosa textura del film, casi siempre en blanco y negro, aunque sin renunciar a secuencias de color, se debe al empleo de una cámara estenopeica, ideal para desentenderse del imperativo estético digital de la nitidez y proseguir la experimentación visual (y sonora) que Perrone viene explorando en torno al cine silente. (RK)

Diario de “El Loro y el Cisne”, Alejo Moguillansky, Argentina, 2019

Los remanentes de una película pueden ser otra película, y es así como los materiales desestimados para El loro y el cisne se acopian aquí como estímulo inicial para pensar la relación del cine y el teatro, como también del cine y la crítica y del primero con la vida y la muerte. En lo que puede parecer un ejercicio virtuoso de un talentoso cineasta, no exento de un ajuste de cuentas con ciertos señalamientos críticos, se esboza una idea sonora (y musical) poco explorada y se sugiere al mismo tiempo una forma de comunidad afectiva más propia del teatro pero no incompatible con el cine. El contracampo tardío de un film ya estrenado hace un tiempo es de por sí un film que reúne los momentos muertos de aquel y encuentra ahí la condición de posibilidad para la creación. (RK)

 Minievo, Rosendo Ruiz, Argentina, 2019

Los chicos y las chicas de dos escuelas bilingües de la ciudad de Córdoba viajan inesperadamente a la Edad Media gracias a una piedra mágica que les permite desafiar la irreversibilidad del tiempo. Estas son las premisas eternas de la aventura y las que emplea Ruiz con los alumnos de su taller escolar cinematográfico, suficientes para escenificar lúdicamente los contrastes de dos épocas inconmensurables: la escuela y la policía no existían en tiempos medievales, como tampoco los niños de aquel entonces gozaban de una infancia con derechos. Es un film de y con niños y también de Ruiz, quien mantiene la altura de la cámara a la altura de los niños y no teme en introducir una notable secuencia onírica sin descomponer el equilibrio de la propuesta. (RK)

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SE VIENE EL GAUCHAJE 

El cura gaucho, Lucas Demare, Argentina, 1941

Escrita por Hugo MacDougall, sobre algunos episodios de la biografía del cura Brochero. El rebelde Santos Guayama, que no se arrodilla ante otros hombres, aparece por primera vez en contrapicado y recortado contra el cielo, una imagen cargada de resonancias míticas que después se volvió habitual en los mejores westerns de John Ford. Un gran plano del rostro del protagonista Enrique Muiño frente al altar (en realidad, frente a nosotros) mientras detrás suyo, fuera de foco, se adivinan los pobladores que ingresan por primera vez a la capilla, define poderosamente a ese personaje que no está allí para exigir sumisión, penitencia o resignación sino, por el contrario, organización e identidad comunitaria. Esa unidad importa, porque aquí los explotados no son “prisioneros de la tierra” sino de un muy concreto chacarero que acapara el agua para mantenerlos sumisos y dependientes. No hay tragedia entonces sino épica, y desde esa perspectiva es que Demare filma al pueblo unido y armado, que avanza sobre la propiedad ajena para obtener el agua a cualquier precio. (Fernando Martín Peña)

El último montonero, Catrano Catrani, Argentina, 1963

La acción comienza con una escena extraordinaria, en la que el Chacho Peñaloza comienza a perder su autoridad tras tomar una decisión posiblemente fatal. Poco después el caudillo dispersa su tropa y el film sigue, en episodios cruzados, los destinos de algunos de esos hombres. Casi no hay diálogos en el film. Lo esencial sobre los anhelos y contradicciones de los protagonistas aparece en concisos monólogos interiores ilustrados por cuerpos y rostros de suficiente elocuencia. En su búsqueda de una verdad interior, en el estallido de toda convención clásica y sobre todo en su voluntad de abordar explícitamente nuestros desgarros fundacionales, Catrani se puso a contramano de la representación histórica en todo el cine argentino previo. (FMP)

Yo maté a Facundo, Hugo del Carril, Argentina, 1975

Retrato descarnado de Santos Pérez, que el film presenta sin ambigüedades como instrumento de los poderosos en virtud de la astucia ajena pero sobre todo de la ignorancia propia. Del Carril urde su tragedia poco a poco, cercando al protagonista entre fantasmas y remordimientos a medida que comprende la verdadera dimensión de su crimen, entre varias otras cosas. Fue una de las últimas películas del género histórico-folklórico-literario que Torre Nilsson había puesto de moda algunos años antes desde su Martín Fierro y fue también -junto con Bajo el signo de la patria de René Mugica- la más audaz y políticamente compleja. (FMP)

Roger Koza / Marcela Gamberini / Fernando Martín Peña /

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