DOC BUENOS AIRES 2019 (03): LA POLÍTICA DEL LOS AUTORES

DOC BUENOS AIRES 2019 (03): LA POLÍTICA DEL LOS AUTORES

por - Festivales
14 Oct, 2019 10:58 | Sin comentarios
Los tres elegidos: Schoch, Goël, Marcie.

Desde el inicio de nuestro festival, el concepto nacido en los Cahiers du Cinéma amarillos conocido como “la política de los autores” tuvo acogida en el diseño estético del Doc Buenos Aires. Su anterior director artístico, Luciano Monteagudo, subscribía a esa forma de entendimiento acerca de la intersección que existe entre el sentido de la puesta en escena y una visión del cine y del mundo, lo que puede ser rastreado en la evolución de toda una obra. Por mi parte, he insistido sobre ese fundamento de la programación, y las retrospectivas, desde 2018 en adelante, se han vuelto decisivas en la agenda estética del festival.

Como es sabido, el concepto conoció refutaciones y nació a destiempo. En la misma ciudad en la que se lo pronunció, no muchos años después, también se decretó la muerte del autor. Para bien o para mal, después de varias décadas, el concepto sobrevivió y, sin imponerse completamente, constituye el sentido común de los festivales de cine. Toda retrospectiva lo invoca, toda la veneración que se les dispensa a los directores reaviva el culto a la persona.

Pero a nosotros nos interesa más la política que los autores, y por eso de lo que se trata aquí es de poder detectar cómo la obra reunida bajo un nombre se ordena —más allá incluso de la voluntad del cineasta— en materia formal y conceptual. El nombre es apenas un organizador simbólico de algo que sucede respecto de un conjunto de películas que llevan una firma. En ese sentido, poco importa la vida personal de Florent Marcie, Bernd Schoch o Stéphane Göel. Ellos, sin duda, tienen muchísimo para decir sobre sus películas, porque son testigos de primera mano, pero al elegirlos pensamos en otra cosa: es la política formal de lo que hacen y el modo en que tales decisiones estéticas reorganizan ciertas experiencias por lo cual consideramos revisar y presentar sus respectivas obras.

Los tres cineastas elegidos no tienen puntos cinematográficos en común, aunque sí comparten una tendencia a desplazarse del lugar de origen para recoger situaciones o fenómenos particulares del mundo circundante. Marcie es un cineasta que siente la urgencia dl corresponsal de guerra: su mirada sobre la guerra poco tiene que ver con la descripción distanciada de esta, pues su método consiste en posicionarse desde el interior del campo de batalla y resolver ahí, en condición de testigo, la puesta en escena. Por su parte, Schoch pertenece a la escuela de cineastas alemanes movidos por una curiosidad inmensa, gracias a la cual están decididos a seguir un evento, más o menos importante, hasta las últimas consecuencias. En Olanda todo el cine de Schoch reverbera en cada plano. El interés por la producción de hongos en los Cárpatos lo arrastra a lo inesperado, y el cineasta no se resiste jamás a prestar atención a cuestiones aledañas al tema inicial, por lo que se devela, en esa deriva y espera, tanto la dinámica afectiva de los trabajadores como el entramado difuso de la economía global. Göel, acaso el más clásico de los tres cineastas, ostenta el encanto de elegir siempre temas fascinantes y contar con la virtud de saber exponer una temática sin sacrificar por eso algunas conquistas visuales que ennoblecen su condición de cineasta: Así, ha sabido filmar la situación política de las mujeres en su país —Suiza—, el funcionamiento microscópico del sistema jurídico, el comienzo de una nueva vida en un mundo desconocido o la especulación sobre el fin de nuestra vida.

Tres autores esperan por ustedes. Los tres estarán presentes.

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STÉPHANE GOËL

Que viva Mauricio Demierre, Suiza, 2006.

El 16 de febrero de 1986 el joven voluntario suizo Maurice Demierre, que vivía en Nicaragua participando en la revolución sandinista como ingeniero y educador, fue asesinado por los contras en una emboscada. Demierre era uno de los miles de cooperantes europeos que buscaba reconstruir el país tras la dictadura de Somoza. Llevaba cuatro años en Nicaragua con su compañera Chantal Bianchi. Con su muerte, quien para los lugareños haba sido simplemente Mauricio llegó a convertirse en un mártir del sandinismo. Dos décadas después, Stéphane Goël sigue a Chantal en su retorno a Nicaragua para visitar la tumba de Maurice. Indaga las imágenes e historias de la vida de ambos durante los años revolucionarios y lo ocurrido tras esa muerte que se convirtió en emblema de las masacres de los contras. El retorno es también oportunidad –mediante una representación teatral que rinde su homenaje y se enfrenta a los fantasmas del pasado– para los ritos demorados de un largo duelo. (Eduardo A. Russo)

Prud’hommes / Labour Court, SUIZA, 2010.

Como de tantas situaciones de la vida cotidiana, Hollywood trastocó nuestras expectativas de los juicios (e incluso los elevó a la categoría de género cinematográfico). Así las cosas, Prud’hommes es la antiépica de aquellas películas, un relato con los pies en la tierra. Lo que se ve en este caso son juicios laborales que pasaron por el tribunal de Lausana, con su particular forma de suspenso, despojado de artificios, cotidiano, familiar. La cámara es distante pero se puede adivinar que toma partido por quienes venden su fuerza de trabajo. Estas historias de precarización, inmigrantes ilegales perjudicados y pequeñas derrotas proletarias, son el contraplano de la imagen de pros- peridad y bienestar del país de los relojes y el chocolate y los paraísos fiscales. (Santiago González Cragnolino)

De la cocina al parlamentoDe la cuisine au parlement / From the Kitchen to the Parliament, Suiza, 2012.

Stéphane Goël pone en escena a las mujeres. Ellas y las tensiones sociales políticas y económicas que generan. Las mujeres y el movimiento, también sus cuerpos en acción: en sus casas haciendo las múltiples tareas domésticas, en sus trabajos y en la lucha por conseguir el voto femenino. Este es el recorrido de los cuerpos de las mujeres que atraviesan múltiples obstáculos, el primero los hombres y su poder patriarcal, después ellas mismas y su apego a un modo de vida que ya va siendo del pasado. Goël documenta la historia de una Suiza que se niega a darle a sus mujeres poder político y con él, el acceso al voto. Es interesante el mecanismo empleado: imágenes de archivo se mezclan con publicidades de cada uno de los momentos que retrata, publicidades que, siendo la columna vertebral de la sociedad de consumo, tiene a las mujeres como sus principales rehenes y a la vez aliadas. Este mundo del consumo se astilla cuando las mujeres acceden lentamente al poder político. (Marcela Gamberini)

Fragmentos del paraíso / Fragments du Paradis / About Heaven, Suiza, 2015.

Fragmentos del paraíso se compone mayormente de tres registros: viejos films caseros en Super-8, la filmación de una caminata del director y su anciano padre al pie de los Alpes, y una serie de entrevistas a adultos mayores que articula todos los materiales. Personas de distintas creencias tratan de responder la pregunta eterna, ¿qué es lo que sucede después de la muerte? Una película democrática en su diversidad y generosa en su mirada, que, si bien no se ríe de sus personajes, no deja de encontrar humor en sus ocurrencias: un cielo vegetariano, el encuentro con muertos célebres, la admisión de loritos, oleadas de orgasmos. Uno de los hallazgos de Fragmentos del paraíso está en ver cómo cándidas especulaciones y pronósticos del más allá develan convicciones y concepciones sobre la vida en la tierra. Otro punto fuerte es que se trata de una de esas películas que rebota de inmediato en la imaginación del público: ¿quién acaso no ha hecho el juego de responder el Gran Interrogante? (SGC)

Insular / Insulaire b/  Islander, Suiza-Chile, 2018.

El siglo XIX aún prodigaba a los exploradores del mundo la dicha de ir por territorios desconocidos y empezar a habitar lugares recónditos y sin historia. Göel retoma el misterioso destino de Alfred von Rodt, un empresario suizo nacido en 1843, quien supo convertirse en el primer gobernador del archipiélago Juan Fernández de Chile, un lugar tan paradisíaco como inhóspito, el mismo escenario que inspiró la novela Robinson Crusoe. La figura del personaje literario no es muy distinta a la del viejo colonizador, o al menos en cada oportunidad en que Mathieu Amalric lee fragmentos de misivas de Rodt, se puede sentir el hastío de un europeo que intentó devenir otro en un paraje casi inhumano en el que dejó descendientes y un legado. Sin duda, la vida cotidiana en esta microscópica superficie en el medio del Océano Pacífico es hoy mucho menos adversa que un siglo y medio atrás, y Göel observa con detenimiento el presente del ar- chipiélago, ligado a un compatriota decimonónico, emprendiendo a su manera una meditación sobre los actos de un hombre y sus consecuencias. (Roger Koza)

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FLORENT MARCIE

Saïa, Francia, 2000.

Nunca está de más preguntarse sobre cómo filmar un combate. ¿Qué perspectiva tomar? ¿Cómo conjurar una modalidad de representación que se distancie del sentido común que normaliza los combates como eternos? Marcie ensaya aquí una respuesta, una aproximación estética poco habitual que devuelve inesperadamente una imagen alucinada de los tiroteos nocturnos, como si se tratara de una pesadilla, infinitamente absurda, frente a la contundencia de la naturaleza y su ritmo. La información del contexto es mínima. El territorio elegido es Bagram, Afganistán, en el año 1387 de la Hégira. Los enemigos son los talibanes, y en la noche son audibles. De ahí en más, las sombras dominan el espacio visual y sonoro; la irrupción lumínica de un proyectil y su trayectoria veloz deviene signo estético y modifica por tanto la hermosa noche iluminada por la luna y las estrellas de un cielo indiferente a la lucha microscópica de hombres dedicados a sus pasiones bélicas. (RK)

Los hijos de IchkeriaItchkéri kenti – Les fils de l’Itchkérie / The Sons of Ichkeria, Francia, 2006.

En plena Primera Guerra Chechena, Marcie se entremezcla con los combatientes de la resistencia y asimismo comparte mucho tiempo con una gran cantidad de civiles que son testigos de una invasión militar e imposición política por parte de los rusos, a quienes juzgan incluso peor que los nazis, asesinos de inocentes unas décadas atrás. El registro preciso de los espacios públicos derrumbados y los interiores domésticos, la interacción amable con los chechenos de todas las edades, el suministro de información relevante sobre el conflicto y el austero empleo de viejos archivos fílmicos transmiten la desesperación del momento y sintetizan los atributos del pueblo checheno. Asimismo, el brillante uso de fotografías fijas distancia la típica recepción frente a la crónica diaria e insta por otra sensibilidad gracias a esa modificación mínima de poética, lo que facilita empatizar con el pueblo sojuzgado militarmente y asombrarse por la vitalidad y la alegría intermitente con la que atraviesa un período político sombrío de su historia. (RK)

Comandante Khawani / Commandant Khawani / Commander Khawani, Francia, 2014.

Un grupo de soldados estadounidenses va entonando los clásicos cánticos de entrenamiento y vemos que cruzan la calle Disney. Lo curioso es que no nos encontramos en Orlando, Florida; sino en la base aérea de Bagrán, Afganistán. 20 años atrás en ese mismo lugar, el Comandante Khawani y sus hombres se preparan para un enfrentamiento. La primera parte de la película es el de la vida cotidiana y hasta familiar, una serie de tiempos muertos interrumpidos por ráfagas de ametralla- dora, explosiones de morteros y ataque aéreos, tomados con total naturalidad por los muyahidines. Todo es registrado por la cámara nerviosa de Marcie, que de tanto en tanto introduce algunas imágenes enrarecidas, la mirada de un extranjero, acaso de alguien que cree estar metido en una increíble dimensión paralela. Luego de que presenciamos la sangrienta contienda y el precario viaje en moto hacia Kabul, una travesía por las trágicas carreteras afganas, entendemos a la perfección que la única manera de terminar la película era con esa vieja canción canadiense que el director tarareaba por aquellos días. (SGC)

Tomorrow Tripoli / Tomorrow Tripoli – The Revolution of the Rats, Francia, 2014.

En febrero de 2011, combatientes de la pequeña ciudad de Zintan, al noroeste de Libia, rechazaron con armamento escaso y obsoleto el avance del ejército de Gadafi, que intentaba reprimir también allí el levantamiento generalizado ante el régimen. Avanzando desde esa región aislada hacia Trípoli, combatiendo contra todo un ejército y sus mercenarios, estos rebeldes de las montañas, las “ratas” –según Gadafi– llegaron hasta la fortaleza del dictador. Florent Marcie compartió con ellos ocho meses durante ese avance hacia Trípoli. Su trato con los combatientes, basado en la confianza mutua, le permitió acceder a situaciones límite en la confusión del combate y al desgarro de las muertes en el camino. También compartió el frágil alivio de los descansos y el furor de la victoria. Con su cámara, constante y literalmente situada entre los disparos, Marcie pone el cuerpo y sostiene una mirada en estado de riesgo y tensión extrema que, al mismo tiempo, se preocupa por una ética y política del documental. (EAR)

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BERND SCHOCH (ALEMANIA)

Nachtwache, 15 de septiembre / Nachtwache, 15.September / Nachtwache, September 15th, Alemania, 2004.

Como sucede con muchos cineastas, la posibilidad de rodar un videoclip no significa dimitir respecto de una búsqueda estética que pueda estar en consonancia con la actividad cinematográfica, más allá de los requerimientos de quienes solicitan los servicios del realizador, en este caso, la conocida banda alemana Kammerflimmer Kollektief. Mientras suena el tema musical, Schoch elige coleccionar planos en movimiento durante la noche en los que se divisa a varias personas en distintos departamentos ejecutando tareas domésticas que en principio a ningún cineasta se le ocurriría filmar por ser ostensiblemente irrelevantes desde un punto de vista narrativo. Sin embargo, la distancia y el tiempo elegidos, los movimientos de cámara y la noción de puesta en escena articulada por un amable principio voyerista –la cámara permite entrever, más que ver– le confieren al registro un cierto misterio y una cualidad cinematográfica que desmarca al video de la lógica habitual de este tipo de trabajos. (RK)

Slide Guitar Ride, Alemania, 2005.

Entre las varias intervenciones de los entrevistados, Alain Meyer conjetura que el rock & roll es una especie de religión que abastece a sus feligreses de una forma particular de energía; es, lógicamente, una metáfora, y puede ser satisfactoria para postular a Bob Log como un enigmático místico de este culto, en tanto que este as de la guitarra interpretada con slide suele lucir siempre un casco de moto que esconde su rostro mientras se comunica con el mundo a través de un receptor telefónico. Schoch jamás le pregunta sobre su delirante disfraz público, y en las pocas situaciones en que Bob no emplea el casco, el cineasta apela a la animación para mantener su semblante desconocido. La música de este admirador de Fred McDowell no ostenta los matices de este último, pero sí transmite una vitalidad caótica que parece conquistar audiencias de Estados Unidos y Europa por igual. Algunas anécdotas, no menos lunáti- cas que su atuendo, de la vida privada del músico son ilustradas en animación stop-motion, recurso que sirve para corroborar la versatilidad de Schoch. (RK)

Onset / Offset, Alemania, 2007.

En el rodaje de una película alemana en Bucarest, una actriz confiesa su sorpresa al ver que están en una verdadera ciudad y que la gente no vive en pequeñas aldeas con calles de tierra, lo que nos muestra que el eurocentrismo descarado se aplica incluso hacia dentro de los países europeos. Lo que comentan en general las personas que forman parte de la película es el choque cultural (por lo general muy elogioso para con la cultura rumana) y el “descubrimiento” de la precariedad y la pobreza de la capital del país del este (para quienes crecimos en ciudades sudamericanas el paisaje resulta bastante familiar). Schoch comparte la mirada de quien conoce por primera vez, filma con curiosidad y generosidad ese entorno nuevo. Parece aburrirse durante las visitas al set de filmación y, en cambio, dota a las imágenes de los exteriores de una energía vibrante. Lo más interesante (fuera de la reflexión cultural) será el paisaje urbano, una partida de ajedrez que casi termina a las piñas, el recital acústico de un Elvis rumano o el baile de un niño que pasaba por ahí; situaciones que traman la inteligente subversión del making-of. (SGC).

Pero la palabra perro no ladra / Aber das Wort Hund bellt ja nicht / But the Word Dog Doesn’t Bark, Alemania, 2011.

El Schlippenbach Trio, uno de los grandes referentes del free jazz europeo, tiene cuarenta años de trayectoria, tiempo en el cual (como en toda institución) se establecen ciertas normas y tradiciones. Una de ellas es la gira invernal, donde tocan en prácticamente los mismos sitios y llevan adelante una rutina casi sagrada. El modo de obtener las imágenes del director fue igual de metódica. Pero la palabra perro no ladra fue filmada en un período de cuatro años, en distintos conciertos en el Jazzclub Karlsruhe. En cada ocasión, la cámara se enfoca en sólo uno de los músicos, hasta que en el último año los reúne en un mismo plano. Procedimientos y resultados tienen entonces un carácter experimental. La película, a diferencia de la cambiante y convulsionada música del trio, mantiene un ritmo cansino, pero comparte el espíritu de libertad que pregona el free jazz. En más de un punto, podemos pensar la película en oposición al (disculpas por el odioso término) rockumental, aunque sí coinci- de en un aspecto: el culto a la gestualidad y al esfuerzo de los intérpretes, donde el plano detalle es una necesidad. (SGC)

Kurze Ecke, Alemania, 2014.

“Esos eran tiempos…”, repite de modo casi obsesivo Hein, un habitué del bar de la esquina de la calle Kurze, mientras recuerda melancólico sus días como marinero. Extraña la camaradería, el tiempo compartido en el mar con sus compañeros y hasta las rutinas de trabajo más exigentes que soldaban un lazo al mismo tiempo viril y proletario. Cuenta Bernd Schoch que su película es una suerte de reminiscencia de Heiligabend auf St. Pauli, el entrañable documental de Klaus Wildenhahn, rodada en la Nochebuena de 1967. Sin embargo, quien haya tenido la fortuna de ver otras películas que tienen como escenario y protagonista al Hamburgo de la preguerra no podrá evitar reconocer, también, los rastros de aquella ciudad lejana y perdida. Como los habitués del Kurze Ecke, Schoch ha construido un puente entre el pasado y el presente, de Hamburgo, pero también del cine. Sobre él, flota, ominosa, la historia del corto siglo XX, cuya presión se deja sentir desde un fuera de campo muy particular. No tanto del que sabemos más allá de los márgenes de la proyección, sino de otro que parecería provenir de algún lugar dentro de los personajes que habitan el bar. El Kurze Ecke –es necesario decirlo– cerró sus puertas en 2015. (Carla Maglio)

Volver al concreto (Versión) / (Zurück zum Beton (Version)) / Back to the Concrete, Alemania, 2017.

Comisionado por la banda alemana Kammerflimmer Kollektief, Schoch vuelve a trabajar con un principio de movimiento continuo por el cual el registro de los árboles en un bosque, siempre empleando travelings laterales para captarlos, entra en oposición con planos similares dirigidos en otra dirección, intersección visual conquistada por fundidos permanentes con los que se resuelve un concepto general de movimiento en y entre los planos. La contundencia de las imágenes tiene un sentido propio, pero la letra de la canción celebra la vida en la ciudad, simbolizada por el cemento, el concreto como sustancia excluyente que define ese (eco)sistema, discurso que contradice entonces la belleza natural propuesta por las imágenes. Así, la rivalidad entre lo visto y lo oído define la puesta en escena, en un juego paradójico que jamás termina. (RK)

Action 1: Lucid, Imperial Beach, Alemania, 2018.

Chicos y chicas con remeras de selecciones de fútbol de distintos países se resbalan felices por un muelle. La acción se repite una y otra vez, y en ocasiones también se lanzan al mar desde el muelle. La repetición en el juego es el dominio de la infancia, algo que Schoch intuye en la propia repetición del registro, en evidente sincronía con el fondo sonoro sin grandes variaciones del tema interpretado por Kammerflimmer Kollektief. Que todo tenga lugar en Jailolo, Indonesia, acaso despierte interrogantes que solamente pueden responderse imaginando motivaciones diversas que el video dejará en fuera de campo, porque en el orden de lo visible la alegría de los niños constituye el corazón de todas las escenas. (RK)

Ante la barrera / Vor der Sperre / Before the Barrier, Alemania, 2018.

La película se ocupa del detrás de escena de Das Milan Protokoll, un thriller político situado en Irak. Bernd Schoch filma los tiempos muertos de la filmación, y entrevista a distintas personas que participan de la producción, quienes nos explican las difíciles condiciones con las que tienen que lidiar o reflexionan sobre el ejercicio artístico en tiempos de guerra. Una vez situada en el norte de Irak, la película comienza un paulatino giro y un juego sutil de ficción / documental. Cuando la producción recrea un lugar tomado por el Ejército Islámico, la textura documental convierte al juego ficcional en una realidad escalofriante. Por otro lado, las apacibles imágenes de la ciudad iraquí en su cotidianeidad, en oposición a las terribles imágenes que nos llegan desde la invasión estadounidense, parecen casi un esbozo de ficción, una ucronía, donde la contienda bélica no tuvo lugar y podemos ver un presente alternativo para el pueblo iraquí. (SGC)

Olanda, Alemania, 2019.

Nunca es fácil poder seguir el encadenamiento del trabajo, porque la relación que se establece con los objetos y todas las cosas se desentiende de cómo llegaron a ser lo que son. Los hongos y los arándanos que se pueden comprar en un negocio están disociados de la labor que permitió que se exhiban en una góndola para su consumo. A Schoch le interesa justamente reconstruir lo que las elipsis de nuestro entendimiento prefieren ignorar, y es así que sigue rigurosamente a un conjunto de trabajadores, algunos en compañía de sus familias, mientras recogen en los bosques de los Cárpatos hongos y frutas, eluden los controles policiales, rezan cada tanto, juegan en los tiempos de ocio y se entregan al placer de la conversación. En tres ocasiones, Schoch irrumpe estéticamente: una combinación de planos detalle del suelo y otros generales de las estrellas con- textualiza el trabajo perpetuo de sus protagonistas y le confiere misterio y hermosura, más allá de la lógica de la supervivencia que determina la cualidad de los días. (RK)

Fotogramas: Itchkéri Kenti; 2) Olanda; 3) Fragments du Paradis; 4) Saïa; 5) Vor der Sperre.

Con los ojos abiertos /Copyleft 2019