UNIDAD 25

UNIDAD 25

por - Críticas
01 Sep, 2009 12:43 | Sin comentarios

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

CORDEROS DE DIOS

Unidad 25, Argentina, España, Francia, 2008.

Escrita y dirigida por Alejo Hoijman.

*** Hay que verla  

Este documental que triunfó en el BAFICI 2008 elige un tipo de aproximación problemática para un fenómeno social proclive al desdén y la sospecha, y aun cuando en dos oportunidades la película afirma su punto de vista, no obstante la ambigüedad y la indeterminación semántica sobrevuela el film, lo que puede ser concebido como virtud y paradójicamente también como debilidad ideológica.  

El primer minuto del plano inicial de la película se circunscribe a un primer plano de un rostro. Simón Pedro permanece en el cuadro por unos instantes hasta que lentamente la cámara gira hacia la derecha y revela que el “protagonista” está en una unidad policial rumbo a una cárcel.

Por voluntad del Altísimo o por el requerimiento de su hermano, este recluso de 18 años es uno de los 250 presidiarios que habitan la Unidad 25, una suerte de paraíso evangelista que funciona en el correccional Olmos en la provincia de Buenos Aires, caso único en Latinoamérica. El problema es que Simón no es creyente, al menos su conducta indica indiferencia, y en esta iglesia de rejas la moderación no es precisamente una virtud. Unidad 25 seguirá su proceso de conversión, o cómo una comunidad articulada en un conjunto de creencias se introyecta en la intimidad de un convicto hasta que nace, supuestamente, un nuevo hombre.

Tras 4 años de trabajo, Hoijman y su equipo deambulan como un espíritu por las celdas, los pasillos, los lugares de recreo. Rara vez alguien mira a la cámara, a pesar de que Hoijman registra todos los procedimientos rituales, el funcionamiento institucional y algunas conversaciones “profanas”. Como todo documental de modalidad observacional, Unidad 25 evita las entrevistas y la voz en off; el discurso surge de la puesta en escena: lo que se muestra y cómo se muestra implica una perspectiva específica y expone la conciencia del director. De lo observacional no se predica neutralidad, y es por eso que dos planos separados de unas hormigas en fila contrastan con el retrato de los presos. Es una metáfora innecesaria.

Pero el trabajo de Hoijman es notable. Unidad 25 triangula su relato en la interacción entre Simón, sus compañeros y la arquitectura de este templo heterodoxo. Los planos generales de la Unidad 25, las expresiones faciales de Simón y el enérgico comportamiento de sus compañeros materializan una experiencia intangible: tener fe.

Es un lugar común de la clase media despreciar los cultos evangélicos, una religión que prende en los márgenes de la sociedad. Hoijman sortea el sarcasmo a través de su elección formal y respetuosamente plasma una práctica. Como trapenses y cartujos, estos “monjes” involuntarios también poseen su liturgia: rezan, cantan y leen las sagradas escrituras. Si bien los cánticos distan de ser gregorianos y parecen más un himno adaptado de la popular de Boca, o si bien aquí las exégesis bíblicas desconocen el carácter simbólico de la palabra divina, se trata de una praxis legítima, nos guste o no.

¿La religión como el opio de los presos? Puede ser, si se analiza desde una perspectiva sociológica, acaso necesaria. Pero ocurre que la pobreza es una experiencia literal, y en una cárcel (una institución siempre perversa) el consuelo también debe serlo: creer sin saber que se cree. El debilitamiento de la razón es proporcional a la progresión infinita de la pobreza.

Copyleft 2009 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada por el diario La Voz del Interior en el mes de agosto de 2009