UNA CIERTA TENDENCIA

UNA CIERTA TENDENCIA

por - Ensayos
06 Dic, 2021 11:00 | 1 comentario
Una hipótesis (a desarrollar) sobre la cantidad y la naturaleza de las imágenes.

Si bien no faltan quienes ven en la producción delirante de imágenes un caso de contaminación visual, hablar de polución en situaciones de esta índole resulta quizás excesivo. El fenómeno es indesmentible: cualquier sujeto de entre 17 y 60 años produce por día cientos de imágenes fijas y en movimiento y con sonido. Apenas 40 años atrás, cualquier persona no sacaba ni siquiera unas pocas decenas de fotos al año y mucho menos filmaba con una cámara la comida que le servían en un restaurante, un accidente en la calle, la presencia de un famoso en algún espacio público y el paso del viento por un lago. Basta hacer números observando cualquier cuenta de Instagram para estimar cuántas imágenes diarias pueden hacerse. Es probable que existan más imágenes que estrellas en el cielo, aunque por ahora menos que células vivas o átomos dispersos en el universo. 

La indetenible proliferación de imágenes lleva a considerar cuándo una imagen deja de ser solo una imagen y se transfigura en cinematográfica. ¿Cuál es el procedimiento de conversión merced al cual una imagen tomada con un teléfono puede convertirse en la sustancia de una película? Nadie cuestionaría que cualquier plano de Tangerine de Sean Baker, rodada con un viejo IPhone, es digno de ser concebido como una imagen cinematográfica, pero cualquier imagen que se sube a una red social no es necesariamente cinematográfica. El ejemplo remite a una vieja disputa ya zanjada: muchos pueden escribir un diario o una carta, pero no por esa habilidad lingüística se le puede llamar escritor o escritora a quien envía una carta por correo o anota sus pareceres cotidianos en un cuaderno privado.

The Miners’ Hymns

Pero el tema en cuestión es otro. Ante el volumen de imágenes circulando, ¿es necesario que un cineasta tenga que filmar como condición insustituible para realizar una película? Bill Morrison ha hecho todas sus películas sin planificar ningún día de rodaje. Una película extraordinaria como Del tiempo y la ciudad de Terence Davies es fruto de cientos de imágenes de archivo reunidas que, en la visión de Davies, a través de un concepto de montaje, el empleo de su voz como instrumento de apropiación y la elección de una banda musical, se resignifican íntegramente en algo nuevo. El devenir de una imagen en cine no depende de su origen, sino de un concepto de montaje que no es otra cosa que una apropiación de algo existente en un uso que reconoce una relación con las imágenes inscripta en una tradición llamada cine. 

Que en la actualidad existan cada vez más películas hechas por imágenes anónimas o ajenas lleva también a postular que una imagen se transforma en plano cuando en el montaje un saber que viene erigiéndose desde la época de Griffith y Eisenstein trastoca la naturaleza de la imagen y repone una lógica de asociación entre planos.

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*Fotograma de encabezado: Del tiempo y la ciudad.

*Publicado en otra versión por revista Número Cero en noviembre de 2021.

Roger Koza / Copyleft 2021