TODOS LO SABEN

TODOS LO SABEN

por - Críticas
08 Sep, 2018 07:04 | comentarios
La incursión del cineasta iraní Farhadi en tierras españolas da como resultado una película que es tantas cosas como ninguna.

Problemas de traducción

Una mujer y sus hijos viajan desde Argentina para asistir al casamiento de su hermana menor en un pueblo pequeño (sin nombre) de los tantos de España. No tardará Todos lo saben en desplegar la mayoría de los típicos tópicos del costumbrismo; una fiesta de bodas hasta casi lo exige, a lo que se añaden las habladurías que circulan en la vida de una comunidad en la que todos se conocen y ciertos conflictos familiares que reúnen viejas disputas y afectos. La institución familiar no es solamente una forma de codificar el afecto, también ordena y administra la riqueza y las propiedades. En la trama, una finca de viñedos suscita rencores y sospechas.

Pero el film no se circunscribe solamente al costumbrismo, como bien lo anticipan los primeros 5 planos ampulosamente “hermosos” del inicio en el campanario de una iglesia y otros planos detalle de una mano que emplea guantes de goma finos para manipular recortes de diario que versan sobre secuestros de menores. Los primeros 5 planos están dedicados a presentar un melodrama, lo segundo un elemento de un thriller. La pretérita historia de amor entre dos personajes enciende aquí giros inesperados, sobre todo cuando la hija adolescente de la mujer llegada de Buenos Aires desaparece en plena celebración. El costumbrismo y el melodrama no son suficientes, porque un secuestro extorsivo anida en el relato y lo determina. Y eso tampoco es todo. Una tardía meditación teológica tiñe inesperadamente el tono del relato.

Todos lo sabenEspaña-Francia-Italia, 2018).

Escrita y dirigida por Asghar Farhadi.

Una conjetura doble: Todos lo saben es una película sobrescrita; la abundancia en la trama siempre sujeta a presuntos giros (in)esperados, las numerosas escenas en donde un personaje se explica en palabras cargadas de símbolos y los cambios de registro aludidos que vinculan el suspenso de un thriller a los enredos afectivos, dilemas existenciales y discordias de parentesco sugieren un guion extenso y complejo, al que se la ha rendido una excesiva fidelidad. Cada vez que el personaje de Ricardo Darín, quien interpreta al marido argentino que no asiste a la boda pero que viaja de urgencia por la situación de su hija, alude constantemente a “su dios” y los personajes se lo recriminan, el film revela uno de sus problemas: el guion comanda la puesta en escena, que está al servicio de la ilustración de diálogos y situaciones.

La otra hipótesis recae sobre la procedencia del máximo responsable de Todos lo saben, el cineasta iraní Asghar Farhadi. Que no hable ni una palabra de español, en principio, no es un impedimento para conseguir que los intérpretes resplandezcan y la trama desarrollada en territorio extranjero no resulte incongruente. Kiarostami, también iraní, filmó en Italia y en Japón, y sin hablar una palabra de japonés o italiano demostró que una visión de mundo y del cine puede coexistir con un suelo ajeno y un idioma del que se desconocen las sutilezas de su uso. La hipótesis, acaso incontrastable pero sí posible, es que el escollo de todo el film reside en que fue concebido en persa y traducido a un idioma que es todos y ninguno.

Las primeras películas de Farhadi son notables, en especial Fireworks Wednesday. La sagacidad para dosificar la información, el magnífico uso del fuera de campo y la concentración de la diferencia de clases en aquel film llevaba a pensar que Farhadi era un cineasta de peso. Hoy es un poco un remedo de sí mismo. Puede ganar premios y pavonearse debido a su indudable respetabilidad, pero en este período de artista consagrado sus películas carecen de la precisión de antaño y la inteligencia aplicada al detalle. Todos lo saben es acaso la prueba más acabada de su errática trayectoria y su despersonalización al servicio de un cine global de autor en el que todos los cineastas se parecen y pierden el impulso inicial de sus carreras.

*Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de septiembre de 2018