TODO EL TIEMPO DEL MUNDO

TODO EL TIEMPO DEL MUNDO

por - Críticas
06 Ago, 2015 03:21 | comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

MICROCOSMOS

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Todo el tiempo del mundo, Argentina, 2015

Dirigida por Rosendo Ruiz. Escrita por Dalesson, E. Dominguez, F. González Kriegel, P. Ledesma, F. Raimo, I. Taboada, R. Ruiz 

** Válida de ver

Ruiz arriesga al hacer un film amateur en el que demuestra todo su profesionalismo y su evidente sensibilidad como cineasta.

En junio de 2014, Valen, Cami y Juancho partirán sin dejar rastros rumbo a las sierras de Córdoba en busca de una comunidad mítica que existe desde hace ya un largo tiempo. Juancho conoce una mansión abandonada en esos parajes y sabe que será fácil quedarse ahí unos días y visitar luego ese proyecto colectivo. ¿Por qué les interesa la comunidad? No se sabrá, y tampoco importa, pues no es otra cosa que una coartada narrativa con la que se dilata el tiempo del relato para detenerse en los vínculos de los tres protagonistas.

La película, en verdad, empieza en otro lado. Los pasillos, baños y comedores de una escuela. Este escenario luce potencialmente hostil. El patoterismo adolescente sobrevuela en dos o tres situaciones, y si la película se quedara en ese espacio se podría pensar en un filme sobre la violencia juvenil, en la línea de esos dramas secos y a veces sórdidos que utilizan los pasillos de la escuela como corredor visible del malestar. No obstante, las coordenadas simbólicas serán otras, pues Todo el tiempo del mundo prescinde de la sociología y se sitúa en el espacio de la intimidad. Tras la elegante presentación de los personajes (y la institución), el relato se circunscribirá a la convivencia de sus tres protagonistas.

El hermoso título define con precisión la experiencia subjetiva de los jóvenes. Si miran hacia atrás apenas han comenzado a pensar el mundo por ellos mismos. Si ponen atención en el futuro, el porvenir les resulta todavía inconcebible. El presente se impone, la cotidianidad como tiempo libre sin constricciones. Es así que en la casa juegan a las cartas, prueban su puntería con un rifle de aire comprimido, salen de excursión al río, se roban una gallina y llevan adelante las exigencias domésticas que implica estar solos. Como se sobreentiende, planean visitar la comunidad, pero también quieren ver los partidos de la Selección que está jugando el mundial de Brasil. A excepción del fútbol, el mundo social permanece en un fuera de campo total. Hay sí un comentario al paso entre Cami y una vecina que ocasionalmente los visita, cuya hija vivió en la famosa comunidad, en la que asoma un conflicto mayor. Aparentemente, Valen y Juancho se han cambiado de escuela por sus ideas, y lo que ahí se enuncia sin explicitar está sugerido un poco antes por un plano fugaz en el que se alude a una sorprendente política de la identidad sexual. Es el signo de mayor riesgo simbólico del film.

No es un dato menor que Todo el tiempo del mundo haya nacido de un taller que el director Rosendo Ruiz impartió en el colegio Dante Alighieri. La construcción del guión fue colectiva y todos los que aparecen en el film están ligados a la institución. En ese sentido, Ruiz sintoniza con el imaginario juvenil de esa institución y establece entonces la puesta en escena para su desarrollo. La inocencia de los pibes puede sorprender, no menos que cierta tendencia solipsista que los aleja de su época, pero Ruiz aquí se limita a mostrar un microcosmos poblado de inquietudes cándidas y alguna que otra intuición difusa de que el mundo puede ser menos amable de lo que parece.

Notable decisión de Ruiz: el director no impone todo su profesionalismo ostensible (visible en la disposición de los planos y en la elección de ciertos encuadres virtuosos) al espíritu amateur que el film necesita. Es así que la percepción de los protagonistas se duplica en el punto de vista de la película, como si se tratara de un documental indirecto del imaginario de una juventud específica protegido por un esqueleto narrativo.

Epílogo paradójico: en su film más pequeño y menor, Ruiz desnuda su grandeza como artista. Él tiene menos tiempo que sus protagonistas, pero su madurez como cineasta está probada. A esta obra tan auténtica como microscópica le seguirán otras. Su porvenir es todavía una aventura.

Roger Koza / Copyleft 2015