TIERRA DE CINEFILIA: SEGUNDA SEMANA DE CINE PORTUGUÉS

TIERRA DE CINEFILIA: SEGUNDA SEMANA DE CINE PORTUGUÉS

por - Críticas breves, Ensayos
30 Sep, 2014 11:41 | Sin comentarios
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Evangelio según San Juan

Por Roger Koza

Entre los cinéfilos vernáculos existe una creencia bastante fundada: “Si una película es portuguesa, no puede ser mala”. Prejuicio positivo o valoración excesiva, lo que resulta una evidencia irrefutable es que ese pequeño país tan particular de Europa tiene una legión de cineastas extraordinarios: Paulo Rocha, António Reis, João César Monteiro, Pedro Costa y, lógicamente, el gran Manoel de Oliveira. A los 106 años, acaba de estrenar su último cortometraje: O Velho do Restelo tuvo su première mundial en Venecia hace tan sólo unas tres semanas atrás, y es posible que la película del viejo sabio Oliveira se vea pronto en un festival en nuestro país.

¿Qué misterio encierra el cine lusitano? Cualquier conjetura razonable será imposible de verificar a fondo. Quizás tenga que ver con la lengua, acaso con la geografía o con una peculiar relación con el cristianismo; de lo que no se puede dudar es de que allí se cultiva y sostiene una larga tradición cinéfila. En efecto, los cineastas más talentosos de hoy no desconocen la gran tradición clásica del cine, como tampoco la propia genealogía del cine portugués, y es por eso que cuando filman jamás parecen advenedizos. Hay una forma propia de participar en un linaje viviente del cine universal. La Segunda Semana de Cine Portugués, que tiene lugar en el MALBA y se extiende del 2 al 5 de octubre, es una oportunidad única para ver ciertas películas recientes (y no tanto) del cine de ese país; casi todas son buenas, algunas son extraordinarias.

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48

La programación a cargo de Francisco Lezama, Maria João Machado y Susana Santos está dividida en tres secciones. Por un lado un conjunto de películas están orientadas a interrogar el pasado histórico del país. El foco denominado “25 de abril” invita a revisar la famosa Revolución Portuguesa de principios de 1974, fenómeno social que derrocó la interminable dictadura de António de Oliveira Salazar. Las películas elegidas para mirar ese evento clave en la vida política portuguesa son Cambiar de vida, Otro país, Tierra de nadie y 48. Cada uno de estos títulos aporta una perspectiva al tema, pero la potencia cinematográfica y la lucidez política de 48, dirigida por Susana de Sousa Dias, la convierte en uno de los títulos obligatorios de la muestra, y no está de más decir que no son pocos. Valiéndose tan sólo de fotografías de presos durante el período del Estado Nuevo y las voces de éstos mientras conversan con Sousa, 48 es lo suficientemente sólida e incisiva como para reenviar el pasado a nuestro presente. La hermosa clarividencia de Serge Daney, al decir que “la memoria es como una flor de papel en el agua, no siempre está a flote”, encuentra aquí una respuesta cinematográfica a la altura de esa bella y delicada afirmación.

Los lusitanos de nuestro tiempo

En la sección “Panorama” se podrán ver seis títulos; uno de ellos es Tabú, la genial película de Miguel Gomes. Volver a ver Tabú en un cine es ideal para analizar con cierta distancia qué significa este film en el contexto contemporáneo. Dividido en tres partes, el film cuenta una historia de amor secreta, evocada desde un presente actual para los personajes, y desemboca finalmente en un relato anclado en el pasado, un tiempo remoto vinculado con el colonialismo portugués en África. La dimensión política del film es tan sólo un contexto; a Gomes le basta un plano para explicitar su posición al respecto: el episodio final llamado “Paraíso” comienza mostrando el momento en el que los sirvientes africanos están fregando el piso de los blancos llegados de Europa.

Como se sabe, Gomes tituló el film con el mismo nombre de un viejo film de F. W. Murnau. ¿Qué relación hay entre ellos? A primera vista, casi ninguna, excepto por dos episodios llamados igual que articulan dos segmentos narrativos separados en cada film. Es cierto que en ambos relatos se desarrolla una historia de amor trunca, aunque poco tienen en común dado que los dramas que los atraviesan son inconmensurables. Entonces, ¿por qué Gomes elije explicitar una línea imaginaria y simbólica entre aquel film y el suyo? Fundamentalmente, porque en el momento en que surge el film de Murnau, en la historia del cine se está consolidando (y paradójicamente abandonando) una forma de relato yuxtapuesta a una forma de organización de la puesta en escena de naturaleza documental. Es como si Gomes intuyera que algo de aquella época se repitiera en su propio tiempo. Pero no se trata aquí de repetir la fórmula y la poética de Murnau, sino de entender la naturaleza su gesto: enunciar una poética de la narración. Frente a las poéticas propias del cine dominante, que estructura los relatos y determina las puestas en escena de tal modo que todas las películas se parezcan, la llegada de un film como Tabú es una amable y necesaria contravención a una regla. Tabú muestra una alternativa para el cine narrativo, en un contexto en el cual Hollywood y sus sucursales codifican el relato hasta el infinito, mientras cierto cine llamado radical claudica frente al deseo de narrar.

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Es el amor

Los organizadores del festival han lanzado una breve pero cierta teoría sobre lo que muestran. Sugieren que el cine portugués desafía las clasificaciones de género. También afirman que muchas de las películas portuguesas contemporáneas ponen en crisis la distinción entre el orden documental y el orden de ficción. Seguramente, quien recuerde Aquel querido mes de agosto, la segunda película de Gomes, podrá entender de inmediato dicha aseveración. No obstante, en la oferta de programación hay suficientes títulos para entender que no es un capricho conceptual de sus organizadores. En el seno del cine contemporáneo se discute en torno a la zona de indiscernibilidad entre la voluntad de verdad del documental y el juego libre de la imaginación de la ficción.

En el caso de Es el amor, de João Canijo, este entrelazamiento entre ficción y documental se pone en evidencia cuando, tras media hora de metraje, una de las presuntas trabajadoras del puerto se filma a si misma preguntándose hasta dónde puede una actriz interpretar la vida de esas mujeres. Pasar los días trabajando cerca del mar, quizás para estar más cerca de sus esposos, que salen en sus barcos a pescar y suelen estar ausentes, es una experiencia inconmensurable para la actriz. En la composición del personaje, la mímesis de la psicología se topa con un impedimento ontológico y de clase. Quien espere la explosión dramática violenta de la extraordinaria Sangre de mi sangre, el anterior film del director, se dará cuenta de que este film parece filmado en contra del anterior. Ningún drama familiar, excepto las confesiones de la única actriz del film; el resto es trabajo, solidaridad, estar en familia. Si bien la idealización de esta forma de vida acecha en ciertos momentos, la distancia consciente de la actriz no permite clausurar la representación del mundo de los trabajadores.

La madre y el mar, de Gonçalo Tocha, también gira en torno a la vida de los pescadores, pero en este caso se trata de mujeres que solían capitanear sus navíos. El lugar elegido por Tocha es Vila Chä, y la historia que elige recuperar ha sido apenas registrada por la prensa escrita de su país. A diferencia de É na Terra, não é na Lua, en la que el director estaba bastante frente a cámara siendo por momentos más importante que sus personajes, en esta ocasión los viejos pescadores y una vieja capitana tienen el lugar que les corresponde. Los encuadres nocturnos sobre el mar y algunos diálogos ocurridos en una habitación frente a la orilla son admirables. Es muy difícil dar con un director portugués que no se preocupe por la composición de un plano. La colocación de los personajes, la distancia de cámara y los conceptos de iluminación presuponen un entendimiento del espacio cinematográfico que remiten a una tradición lusitana.

Después de ese gran debut que fue Uma Rapariga no Verão, Vítor Gonçalves estuvo treinta años sin filmar hasta reaparecer el año pasado con La vida invisible. Probablemente se trate de la película más convencional de la muestra, aunque cierto tono fantasmal y melancólico va apoderándose de este film en el que un hombre debe lidiar con la muerte de su maestro y a su vez con la pérdida y quizás posible recuperación de un viejo amor. Debido a que el mentor que fallece en la historia se llama António, no es descabellado creer que se trate de un homenaje al propio maestro del director, el gran António Reis. ¿No es posible ver aquí un documental sobre la conjura de una ausencia?

El renacimiento de un artista

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Una piedra en el bolso

La gran película de esta edición se llama ¿Y ahora? Recuérdame, de Joaquim Pinto, a quien se le dedica también un foco con dos películas más. Sonidista de múltiples directores consagrados, Pinto, el director, había quedado ligeramente relegado. Desde su reaparición en Locarno 2013 con ¿Y ahora? Recuérdame y con su otro film estrenado luego en Roma, Evangelio según San Juan, ambas películas han viajado por varios festivales. ¿Cuál es el encanto del diario fílmico de un hombre atravesado por su tratamiento contra el SIDA?

Sucede que el penúltimo film de Pinto es tanto una elegía suspendida como una exploración vitalista del mundo. La película se circunscribe a la cotidianidad de Pinto y su esposo Nuno, que viven en las Azores. Cada tanto Pinto tiene que viajar a Madrid por su tratamiento, rutina que sirve para separar el film en capítulos.

Pinto registra su día a día, y eso implica el cuidado de la tierra y sus perros, lidiar con sus padecimientos físicos, el insomnio, sus recuerdos y obligaciones profesionales, las tareas domésticas, incluso su sexualidad. La película jamás es exhibicionista porque su testimonio surge de una necesidad. Del plano inicial de una babosa, pasando por una libélula y hasta los pavos que se ven en el último plano, el vitalismo del film se predica de una interacción amorosa con cualquier entidad viviente. A su vez, el obligatorio trato con la muerte lleva a Pinto a pensar en el tiempo, en el mundo que lo rodea, en si existe algún fundamento detrás de todo. En ciertas circunstancias, el ateísmo minimalista de Pinto triunfa sobre las creencias religiosas de su esposo, aunque la convivencia diaria es también una discreta transacción de creencias que abren nuevos interrogantes. La dialéctica no es aquí una moda académica, sino una forma de mirar la existencia frente al peligro de su agotamiento inmediato.

Antes de aparecer en el film, Pinto dice: “Mi nombre es Joaquim. Mi vida no tiene nada de particular. Vivo con Nuno. Estamos casados. Juntos hemos dado la vuelta al mundo. O el mundo pasó por nosotros”. Ese inicio será inolvidable. Y menos todavía se podrán olvidar las palabras finales de Pinto. ¿Y ahora? Recuérdame es una película cuyos planos transmutan en entidades vivas. Una experiencia única.

Será una experiencia, sin duda, pasar de ¿Y ahora? Recuérdame al film siguiente de Pinto, en el que las creencias de Nuno predominan frente a la lucidez vital de Joaquim; así podría pensarse el Evangelio según San Juan. Los primeros siete minutos serán una verdadera fiesta, pues el film abre con algunos planos generales de la naturaleza que remiten al film precedente. Pero de pronto, por treinta minutos, la sala quedará oscura mientras el gran Luis Miguel Cintra lee casi sin detenerse el libro homónimo de la Biblia que da nombre al film. Más tarde, volverá la presencia de la naturaleza y se verá al actor y a los directores leyendo y registrando, respectivamente. Es un film que comparte cierto aire de familia con los films severos de los Straub.

También se podrá ver la ópera prima de Pinto, Una piedra en el bolso, film de iniciación en el que un joven descubre el mar, abandona por un tiempo los libros, conoce gente mientras cumple con el “castigo” de pasar las vacaciones con su tía y se duerme escuchando las sabias palabras de un personaje interpretado por Cintra, cuya juventud de entonces no desentona con la amable autoridad con la que aconseja al adolescente. Un film feliz, algo melancólico, que nos prepara para entender la sensibilidad de este artista.

Este texto fue publicado con otro título por la revista Ñ en el mes de septiembre 2014

Roger Koza / Copyright 2014