SUBJETIVAS DEL SUR: CINEMA SOUTH FESTIVAL 2014 (01): LOGOS EN MOVIMIENTO

SUBJETIVAS DEL SUR: CINEMA SOUTH FESTIVAL 2014 (01): LOGOS EN MOVIMIENTO

por - Festivales
08 Jun, 2014 01:08 | comentarios
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Gustavo Fontán en Cinema South Festival

Por Roger Koza

No son muchos los festivales de cine que tienen lugar en universidades. La regla general es otra: los festivales de cine son eventos que representan a una ciudad y por consiguiente tienen su emplazamiento simbólico en las ciudades que le dan su nombre. Piénsese en Viena, Cannes, Berlín, San Sebastián; los ejemplos son ostensibles, y el sentido no es otro que el siguiente: el territorio define no solamente el nombre del festival sino que sugiere una vaga idea de experiencia asociada a un destino en el extranjero. En síntesis: un poco de cultura, el placer de viajar y también una cuota dedicada a los negocios. La famosa alfombra roja reúne banalmente todos los intereses en juego. Es la era del espectáculo permanente.

Los grandes festivales no dejan de ser una usina de entretenimiento sofisticado, en donde se reserva ciertas secciones para apostar al riesgo y hacer pruebas de otro orden. Pero, incluso si existe algún elemento de auténtica provocación, en un contexto de glamour y distracción, ¿hasta dónde alcanza a tocar un film la vida íntima de un espectador? ¿Es posible sustituir la comodidad de ver un film como distracción por una experiencia sensible y epistemológica, un ejercicio de descentramiento respecto de las certezas del que mira?

Hay una excepción a la regla. En algunos lugares del mundo, los festivales de cine dependen de las universidades. Es el caso del Festival Internacional de Cine de Valdivia, al sur de Chile, cuyo festival se celebra en la Universidad Austral de Chile; es también el caso de FICUNAM, festival que ha nacido en el seno de la Universidad Nacional Autónoma de México, situada en el inmenso Distrito Federal. Dos universidades, una privada, la otra estatal, muy diferentes entre sí, proponen una experiencia común: el cine ya no es solamente una cuestión de entretenimiento sino de entrenamiento perceptivo y cognitivo. Lógicamente, es también el caso de Cinema South Festival, el que depende del Sapir College, situado en la ciudad de Sderot, al sur de Israel y a unos pocos kilómetros de la Franja de Gaza. La universidad garantiza otro orden simbólico.

En los festivales de cine universitarios, el logos puede encontrarse con la imagen en movimiento. Una prueba, una hipótesis: ¿qué pasaría si por un mes un conjunto de espectadores solamente vieran películas de Gustavo Fontán? El director argentino es un caso estupendo: sus películas son una afrenta contra el dogma de la percepción anabólica del 3D. Algo sucede frente a sus películas que desestiman tanto la poética narrativa del sospechoso esperanto del cine de Hollywood, como el modo de representación canónico. El relato y la física del cine se emancipan, y así otros circuitos neuronales se ponen en funcionamiento.

Por otro lado, un festival en una universidad puede potencializar todos los elementos epistemológicos del cine. Una buena vía inicial reside en la confección de catálogos que se distancien de su presunta función de orientación. ¡Basta de sinopsis! Se puede y se debe constituir un discurso crítico por cada película, del que se predica una propuesta general acerca del cine. Es una de las tantas posibilidades. También están los debates, las mesas redondas, las clases magistrales, incluso los Q&A como una instancia edificante. Todo puede orientarse a una relación viva y dinámica entre ver, escuchar, preguntar y pensar.

Somos pocos. El cine ha sido siempre una fuerza de conocimiento, incluso hoy cuando todo parece decir lo contrario. Ver es aquí poder conocer. La intervención de discurso sobre la imagen es una tarea necesaria. Los festivales de cine universitarios tiene aquí un desafío y una misión. Una imagen sin palabra se enmudece. La boca y la mano deben vencer a la pestaña y al ojo, dispuestos a mirar sin ver.

Roger Koza / Copyleft 2014