SIETE ALMAS

SIETE ALMAS

por - Críticas
18 Mar, 2009 09:31 | 1 comentario

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

CAMINO AL CIELO

 

Siete almas / Seven Pounds, EE.UU., 2008

Dirigida por Gabriele Muccino. Escrita por Grant Nieporte.

° Sin valor

Una película innecesaria y sentenciosa, pero un exponente preciso del existencialismo trágico que abunda en Hollywood.  

Hollywood es, para muchos directores extranjeros, una especie de triángulo de las Bermudas: cuando llegan con sus cámaras al Vaticano del cine pierden su mirada y se difuminan en películas impersonales. Como muchos otros forasteros, Gabriele Muccino dejó la tierra de Rossellini y Moretti y debutó, hace dos años, con un filme exitoso (e ideológicamente sospechoso): La búsqueda de la felicidad.

En su segunda película estadounidense vuelve a contar con el rapero y actor Will Smith. En esta ocasión, el tema no es la pobreza sino la redención. Lo primero que se ve es un hombre abatido; posiblemente lo ha perdido todo. Así, Ben, desde un motel de Los Ángeles, llama al 911 y reporta un suicidio, el suyo. Los planos siguientes son evangélicos: la inmensidad del mar y un jardín edénico escoltan la voz en off de Ben que suena como una elegía: «Dios creó el mundo en 7 días, yo destruí el mío en 7 segundos». El resto de la película se predica de estas dos confesiones, aunque todo no es lo que parece.

Ben trabaja para el Ministerio de Hacienda, aunque quizás haya sido ingeniero aeronáutico. Lo cierto es que su comportamiento está más próximo al de un investigador privado. Meticulosamente, sigue los rastros de varias almas en pena: un pianista ciego y virgen, un endeudado director de un hospital, una latina fajada por su amante, un niño hospitalizado y una bellísima mujer, Emily (Dawson), que padece de una insuficiencia cardíaca. A todos ellos intentará sanar sus males físicos y espirituales. Pero con Emily, dueña de una imprenta casera y un gran danés que ingiere brócoli y tofu, le dará además todo su corazón.

Narrativamente despareja y estéticamente convencional, esta película carece de aquellas viejas coreografías fílmicas del Muccino de su época italiana. Si se compara El último beso con Siete almas difícilmente se podría inferir que ambas pertenecen al mismo director. Nada de su brío formal; mera pereza y oportunismo: cuerdas para emocionar, flashbacks para explicar y mucho sufrimiento para ilustrar. Es que Siete almas es otro exponente del existencialismo hollywoodense (como lo son 21 gramos y Vidas cruzadas) que concibe la inclusión de accidentes fatales en los relatos como una vía directa para sobrepasar el materialismo ramplón de una cultura opulenta y acceder, por consiguiente, a una experiencia humana más auténtica.

Ideal para un aviso publicitario contra el uso del celular al volante, aunque también candidata como mejor película a favor de la donación de órganos, Siete almas retoma la filantropía angélica de algunos clásicos y series televisivas. En la tradición de Camino al cielo, Ben es casi un querubín con un mensaje irrebatible: siempre hay auxilio para las buenas personas. Alguien te observa.

Copyleft 2009 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada por el diario La Voz del Interior en el mes de marzo de 2009