SEXTA MUESTRA DE CINE EUROPEO EN CÓRDOBA

SEXTA MUESTRA DE CINE EUROPEO EN CÓRDOBA

por - Festivales
04 Jun, 2009 07:03 | 1 comentario

IMÁGENES DEL VIEJO CONTINENTE

Del jueves 4 al domingo 7 de junio, en el Cineclub Municipal Hugo del Carril.

por Roger Alan Koza

En algunos de los artículos del libro colectivo Derivas del cine europeo contemporáneo, Jean-Michel Frodon, el actual y discutido jefe de redacción de la mítica revista Cahiers du Cinéma, sostiene, omitiendo completamente el cine latinoamericano, que la actual producción cinematográfica del mundo se divide en tres zonas simbólicamente relevantes, a saber: EE.UU., cuyos relatos ofrecen una imagen del mundo bipolar (consecuencia del 11 de septiembre); el cine asiático, que motoriza en sus historias el boom económico de la región, lo que suscita una concepción del mundo unipolar; el cine europeo, que, tras la caída del muro de Berlín, patentiza una perspectiva del mundo a la que Frodon caracteriza como multipolar.

Las dieciséis películas que componen esta sexta muestra de cine europeo inducen a pensar, efectivamente, que la tesis de Frodon no es desacertada. Si bien el autor no cita ninguna de estas películas, sin duda, la mayoría sintoniza con la siguiente afirmación: “Y es posible que en Europa, si tiene la fuerza suficiente para resistir a las figuraciones imaginarias planteadas por los otros dos grandes polos, se desarrollen modos de relato y narraciones en red, mediante desplazamientos y reajustes, que abran a otras percepciones del espacio, del tiempo, a la posibilidad de compartir los afectos entre seres humanos…”.

En efecto, un rasgo común de muchas de las películas a exhibirse consiste en tomar la vida afectiva de sus personajes y contrastarla con el nuevo contexto histórico en el que viven. En ese sentido, la película checa Algo parecido a la felicidad, de Bohdan Sláma, es paradigmática. Al melancólico plano secuencia inicial, en el que se ven algunos hombres y mujeres suspendidos metafóricamente en la nada, le sigue una secuencia que transcurre en un aeropuerto: el novio de la protagonista se va a probar suerte a los Estados Unidos. Sláma cuenta una historia de amor y de amistad entre los escombros de una vieja experiencia socialista y un nuevo país abierto a la economía de mercado. El único consuelo, sugiere Algo parecido a la felicidad, reside en la solidaridad afectiva.

Para los exigentes en materia estética, la gran película de la muestra es La Francia, de Serge Bozon, un filme antibélico y originalmente musical que sitúa su narración a fines de la Primera Guerra Mundial. O la triste Alice, en donde un padre busca desesperadamente a su hija desaparecida mientras el director Marcos Martins retrata la sociedad anónima que conforma Lisboa en el siglo XXI.

LA IMPERDIBLE DE LA MUESTRA: “LA MUERTE DEL TRABAJADOR”

La muerte del trabajador, de Michael Glawogger, tras un soberbio montaje al mejor estilo soviético en el que se ven obreros trabajando casi fanáticamente a principios del siglo XX, detiene su demoledora marcha con una cita precisa del escritor William Faulkner: “Lo único que puedes hacer durante 8 horas es trabajar. Esa es la razón por la cual el hombre es tan miserable e infeliz como los que están a su alrededor”.

Bajo esa premisa, Glawogger se propone hacer cinco retratos sobre el trabajo a inicios del siglo XXI. Los lugares elegidos son estratégicos, al igual que los trabajos: se verán mineros en Ucrania e Indonesia, carniceros en Nigeria, obreros de demolición en Pakistán y personal de una siderurgia en China. El mito de Sísifo se hace carne una y otra vez. ¿Fue alguna vez de otro modo? El trabajo no siempre dignifica.

Cuando los ucranianos y los chinos sean interrogados sobre las condiciones de trabajo, podrán comparar las condiciones actuales con los viejos tiempos en los que otro sistema socioeconómico regulaba la vida de sus congéneres. Queda claro que los viejos mineros de Ucrania, inspirados en Alexei Stakhanov, creían que la fuerza de su trabajo constituía un engranaje en la emancipación del movimiento nacional de trabajadores. Como reconocen ellos mismos, los mineros de hoy trabajan para sobrevivir. Ya no hay un meta-relato que secretamente transfigure la tracción de la sangre obrera en proeza histórica de justicia. El segmento de los chinos, que se inicia con una cita de Mao, deja en claro la mentalidad mandarín. La obediencia y la resignación de los operarios de la fábrica es temible: naturalizan la economía libre, como antaño la planificada. Mientras, los nigerianos, indonesios, y pakistaníes parecen vivir desde la eternidad en una condición de supervivencia insuperable.

El mérito de Glawogger es ser lúcido y lucido. No hay un solo plano en toda la película que no esté cuidado, incluso cuando las condiciones de registro son imposibles. Un plano breve sobre el omóplato de un hombre cargando 110 kilos de azufre condensa la política de la película, aunque el epílogo, que transcurre en una fábrica alemana convertida en parque temático, sintetiza una impugnación al bienestar europeo. El trabajo mugriento se hace en otro lado.

Fotos: 1) La France; 2) La muerte del trabajador

Este artículo fue publicado por el diario La Voz del Interior en el mes de junio 2009.

Copyleft 2009 / Roger Alan Koza