SEMANA DEL 7 AL 13/06 EN LOS CINECLUBES

SEMANA DEL 7 AL 13/06 EN LOS CINECLUBES

por - Cineclubes
07 Jun, 2010 04:09 | Sin comentarios

LA CUMBRE: EN EL CINE LUIS BERTI, BELGRANO 470

9 de junio, a las 20.30hs:

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Buscando a Eric, de Ken Loach, Reino Unido, 2008

116’ / ATP

Mediometraje, a las 19.40hs: No reconciliados o sólo la violencia ayuda donde la violencia reina (50’), de Jean-Marie Straub y Danièle Huillet, Alemania, 1965

¿Una comedia a lo Full Monty de Ken Loach? ¿Una de proletarios con dosis de humor y fantasía? Loach, el director de Tierra y libertad, pudo concebir una película simpática, sin por eso abandonar su conciencia política, acostumbrada al retrato realista de la clase trabajadora inglesa, aunque aquí el registro poco tiene que ver con cualquier intento de realismo social. En Buscando a Eric un empleado de correos está en crisis: vive enojado con sus hijos, con su trabajo y consigo mismo. Uno de los supervisores del correo lee un manual de psicología proclive a la autoayuda. En algún momento, el personal tiene que imaginarse una figura a la que admiran: Sinatra, Sammy Davis Jr., Gandhi son los elegidos, excepto por Eric, quien elige a Eric Cantona, el célebre jugador de fútbol francés admirado en el Reino Unido por su paso por el Manchester United. Este juego de psicoterapia primitiva tendrá efectos terapéuticos inesperados, y Eric Cantona, un goleador de un carisma indiscutible, quizás pueda transfigurarse en un gurú imaginario. Como sea, es el film más accesible de Loach en años y uno de los pocos felices en su carrera. (Roger Koza)

VILLA GIARDINO: EN EL TEATRO ALEJANDRO GIARDINO

13 de junio, a las 20.00hs:

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El tiempo que queda, de Elia Suleiman, Palestina-Reino Unido-Francia-Bélgica-Italia, 2009

109’ / +13

Cortometraje: Paseo turístico, de Benjamin Freiberg, Israel, 2009

Inspirándose en algunos diarios de su padre, que tuvo que exiliarse en la década del ’60, Suleiman establece una ligazón entre la historia política y su historia personal. Así, su intimidad es atravesada por el establecimiento del Estado de Israel. La película va del pasado de la vida del director al presente. Es la historia de un hombre, una familia, un pueblo y una nación. Conceptualmente cómica y formalmente libre, El tiempo que queda carece de un centro narrativo específico; más bien, acumula situaciones que van constituyendo tanto un difuso relato como una poderosa impugnación sobre la injusticia sistemática en la que vive el pueblo palestino. La extraña comicidad de Suleiman funciona como una herramienta eficiente contra el absurdo de una cotidianidad éticamente insostenible. Hay pasajes memorables y humorísticos, como aquel que ridiculiza el muro que separa palestinos de judíos. Una secuencia magistral que incluye un tiroteo, una madre y su bebé es un ejemplo de las posibilidades del sonido en el cine y su función narrativa, y de ese pasaje se predica la naturalización de la opresión en la vida cotidiana. El tiempo que queda, a través del humor, disloca y avergüenza la supuesta racionalidad política de un estado opresor, y no por esto, como si se tratara de un contrabando nocturno, facilita una mirada antisemita. El misterioso rostro de Suleiman es el rostro del otro, uno que pide reconocimiento y derechos, uno que exige en su mirada una ética incompatible con una retórica oficialista perfeccionada en el desprecio. (RK)