SECTOR 9

SECTOR 9

por - Críticas
17 Oct, 2009 12:17 | comentarios

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

EL SECRETO DE NUESTRA ESPECIE

Sector 9 / District 9, Sudáfrica-Nueva Zelanda, 2009.

Dirigida por Neill Blomkamp. Escrita por N. Blomkamp y Terri Tatchell.

** Válida de ver  

Es posible que esta película clase b con presupuesto, un oximoron, sea más interesante como metáfora política que como una película en sí, aunque su primera media hora es más que aceptable (y su última media hora más que objetable).

El primer acierto de la ópera prima de Neill Blomkamp, presentada por Peter Jackson, es evidente: los extraterrestres no eligen Nueva York, ni cualquier otra ciudad de Estados Unidos para darse a conocer. El mundo no es una sucursal del país de Obama. La ciudad elegida es Johannesburgo, la metrópolis más moderna de Sudáfrica, y al ser un filme cuyo tema excluyente es la exclusión, la elección es pertinente: el apartheid como política de Estado habrá sucumbido, pero el gesto por separar al diferente no se destituye por mera abolición, ni se circunscribe a los sudafricanos.

Desde 1989 una nave espacial gigante flota sobre la capital de Sudáfrica. Ya han pasado 20 años y la impaciencia de los homo sapiens sapiens respecto de los alienígenas, criaturas que parecen langostas o camarones gigantes, se ha agotado. Casi dos millones de “gambas” deben ser relocalizados. El plan de evacuación de la MNU (Multi-Naciones Unidas) es trasladar el Distrito 9 a 200 km de Johannesburgo. ¿Un Auschwitz para marcianos?

Si bien los extraterrestres hasta pueden hablar en inglés, se comportan como seres voraces, desesperados por deglutir alimento balanceado para gatos. Roban, juegan con fuego, descarrilan trenes. Husmear en la basura es su comportamiento clásico, aunque quizás no son tan brutales como parecen: después de todo, un viaje intergaláctico requiere de ciencia y tecnología.

Como suele ocurrir con todas las fantasías de seres venidos del espacio exterior, nuestro imaginario les impone nuestros miedos y esperanzas. Dioses o monstruos, sus naves pueden ser comandadas por un Buda de Venus o un Cristo de Andrómeda, o albergar entes que remiten a insectos o anfibios radicalmente diferentes de nuestro ser en el mundo. Y es precisamente ahí en donde Sector 9 es políticamente sagaz: la segregación es inversamente proporcional a nuestra capacidad de ver al distinto como uno de nosotros. Las panorámicas sobre el Distrito 9 son simbólicamente precisas. Se trata de identificar este suburbio de ficción como las villas reales de Johannesburgo (y de cualquier otra metrópolis), esas comunidades precarias en donde subsisten los que quedan fuera del progreso y el desarrollo, los aliens del capitalismo.

Neill Blomkamp elige estructurar el relato como si se tratara de un (falso) documental. El contexto histórico lo establecen los expertos; el contexto político y social lo expresa la gente de la calle. Pero la película tiene un héroe, un tal Wikus Van De Merwe, empleado de la MNU y yerno de un directivo de la poderosa institución, cuya misión será liderar el éxodo extraterrestre. Habrá un incidente, y Wilkus experimentará un devenir gamba. Y con él la película deja su registro documental para convertirse exteriormente en una película de acción, pues la solidaridad entre un terrícola y un alienígena enuncia discretamente una fórmula cívica y el secreto del entendimiento entre extraños: el otro es mi yo por otros medios.

 Copyleft 2009 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La Voz del Interior en el mes de septiembre de 2009